Revista n.º 1073 / ISSN 1885-6039

Bicentenario del Cabildo General Permanente de Gran Canaria. 1 de septiembre 1808 - 1 de septiembre de 2008.

Lunes, 1 de septiembre de 2008
Felipe Enrique Martín Santiago
Publicado en el n.º 225

El 1 de septiembre de 1808 estalló en la Plaza de Santa Ana de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria una revuelta contra las autoridades impuesta por la Junta Suprema de Tenerife, dando inicio a lo que denominamos Pleito Insular.

Foto Noticia Bicentenario del Cabildo General Permanente de Gran Canaria. 1 de septiembre 1808 - 1 de septiembre de 2008.


En fin llegó el día 1 de septiembre, época feliz
y memorable que libertó a esta isla de la tiranía
y opresión injusta de la de Tenerife

Isidoro Romero y Ceballos



Con la invasión napoleónica y el vacío de poder existente en las zonas no ocupadas, en el verano de 1808 se produjeron los siguientes hechos históricos en las islas Canarias.


La creación de la Junta Suprema Gubernativa de Canarias.

Ante las noticias que llegaban desde la Península que anunciaban la invasión de las tropas francesas, la máxima autoridad de Canarias, el Comandante General, Marqués de Casa Cagigal, convocó Cabildo General en La Laguna para el día 11 de julio.

Como señaló el Marqués de Casahermosa, el Cabildo no tenía facultades para juzgar y deponer al Comandante General, pero todo estaba planificado: la institución insular decretó la destitución, arresto y embargo de los bienes del Marqués de Casa Cagigal1. Con anterioridad él había comunicado la existencia de un partido contrario a su gobierno:

Procuraré indagar todo lo que sea conducente al bien público, debiendo sólo informar a V.E. de que la fermentación es general y pública, y que está sostenida por el mencionado Teniente del Rey [Don Carlos O´Donnell ], secundado, según voz general, del marqués de Villanueva del Prado y don Juan Próspero de Torres Chirino, habitantes de la ciudad de La Laguna, a lo cual me inclino porque uno y otro han venido a consultar conmigo, bajo el pretexto de saber mi opinión sobre lo que ahí puede mandarse, que es la pregunta idéntica del oficio de O´Donnell. Yo no puedo resolverme a dar crédito a las voces que corren en cuanto a entregar ésta a los ingleses, pero si es seguro que, sea cual fuese el método y el sistema que quieran abrazar, la opinión de O´Donnell y los suyos es resistir al nuevo orden de cosas que se establecerá, y por eso lo conceptúo de insurrección. Tomo todas las medidas que pide la prudencia para evitar sus resultas. De aquí, S.E., el estilo y método de mi contestación a don Carlos O´Donnell. Tengo escrito a la Real Audiencia para que se junte en Cabildo general, porque estoy cierto que la gente sensata de las islas piensa de otro modo que los que siguen el partido a cuya cabeza ha querido ponerse O´Donnell, que obra en mi concepto por odio personal contra mí y por su antigua manía a favor de los ingleses. V.E. verá ahora más que nunca la necesidad de que venga a relevarme un general español con facultades omnímodas, y que sea de aquellos cuyo tino y prudencia puedan mejorar las tristes circunstancias en que esto se halla…
     Con esta noticia que puede ser de tanto interés por las consecuencias e influencias subsecuentes de que las Américas se entreguen a los ingleses, envío por la vía de Mogador saliendo de la Gran Canaria al oficial dador, de cuya actividad y celo estoy muy convencido, y que V.E. resolverá lo que fuera más justo, teniendo a bien reflexionar lo que me importan los momentos en asuntos de igual naturaleza.2

Marqués de Casa Cagigal
Comandante General de Canarias


En el comunicado al ministro de la Guerra, el Comandante General dejaba claro que la situación en Tenerife era insostenible, que el bando liderado por O´Donnell y el Marqués de Villanueva del Prado se oponía a él, incluso por razones personales. Advertía de la existencia de un movimiento pro inglés, que ha quedado confirmado por la investigación de Manuel Hernández sobre el Marqués del Sauzal.

Los enemigos que tenía el Comandante General en Tenerife buscarán el momento propicio para arrebatarle el poder, poniendo en duda la lealtad de éste y del Gobernador Militar de Gran Canaria. “La Mosca siguió rondando” en la mente de los adversarios, que aprovecharán la convocatoria del Cabildo General en La Laguna, el 11 de julio de 1808, para detener al Marqués de Casa Cagigal, acusado de falta de lealtad al Rey Fernando VII, dando un golpe de timón contra la autoridad militar legítimamente designada.

Las urgencias del momento fueron utilizadas para evitar una supuesta deslealtad al rey Fernando VII, siendo Don Carlos O´Donnell poco leal con su superior, al que sustituirá en el mando el 12 de julio de 1808.

Después del objetivo inicial de destituir al Comandante General, los miembros del Cabildo General de la isla de Tenerife constituyeron una Junta Gubernativa que, a imitación de las creadas en la Península, se declara Suprema de Canarias, es decir, asumen el control de todo el Archipiélago, nada visto hasta ese momento, argumentando que la situación de emergencia obligaba a tomar esa medida, solicitando el envío de vocales de las otras islas, de las instituciones civiles y eclesiásticas de la provincia. Esta decisión impulsará el enfrentamiento entre las instituciones de Tenerife y Gran Canaria, en lo que se conoce como Pleito Insular.


Antiguo Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, donde estalló la revuelta del 1 de septiembre de 1808


El Control de las instituciones de Gran Canaria.



El rayo no obra más activamente que el teniente coronel D. Juan Creagh
en la deposición del coronel D. José Verdugo: y este pueblo entero fue
testigo de cómo, en la mañana del 21 de julio, sin haber precedido la
menor noticia del suceso, este Gobierno militar varió en un instante
de mano, y al que hasta entonces lo había tenido, se le vio arrestado
en premio de sus buenos y acreditados servicios, y conducido,
últimamente, preso en Tenerife en donde todavía subsiste.

Presbítero Don Pedro Gordillo y Ramos, año 1808


El control de las instituciones de la isla de Gran Canaria por la autoridad militar enviada por el Comandante General, Don Carlos O´Donnell, era el objetivo trazado por la Junta Suprema de Canarias. La supuesta colaboración de la autoridad militar de la Isla con la goleta La Mosca fue la excusa utilizada. Durante los meses de julio y agosto de 1808, el Gobernador de Armas, Don Juan Creagh, logró mediante diversas maniobras la “sumisión” de las autoridades grancanarias, con la captación del corregidor de la Isla, Don Antonio Aguirre. Todo parecía decantado a favor de la institución que tenía su sede en la ciudad de San Cristóbal de La Laguna de Tenerife.

El día 21 de julio de 1808, con la destitución del Gobernador de Armas de la isla de Gran Canaria, el coronel José Verdugo de Albiturría y Da-Pelo, acusado de “afrancesado” y enviado a Santa Cruz de Tenerife, se iniciaban las acciones de su sustituto, el coronel Juan Creagh y Powles. Portaba copia de las actas de la Junta Suprema de La Laguna, invitando a las instituciones de la Isla para el envío de Diputados a Tenerife.

Ese mismo día, 21 de julio de 1808, en Cabildo extraordinario se leyó una carta del Marqués de Villanueva del Prado acompañando testimonio de las Actas de un Cabildo general de la Isla de Tenerife en las que se establece una Junta Gubernativa de dicha Isla a imitación de las que se han establecido en España con motivo de las presentes circunstancias la que aspirando a ser Suprema de toda la provincia y pide a todas las Islas nombren sus Diputados que asistan a ella, y al Cabildo dos de sus individuos.”2

La carta del Marqués de Villanueva del Prado es “tomada con la prudencia debida” por el Cabildo Catedralicio del 22 de julio, decidiendo reflexionar y buscar un hueco en la agenda ocupada para tratarla con madurez.

Con fecha del 4 de agosto, el Ayuntamiento de Las Palmas solicita al Cabildo eclesiástico una aportación económica para poder enviar a la Junta Suprema de Sevilla un diputado de la Isla, que defienda a ésta de la trama montada por la Junta de Tenerife, que cuestionaba la lealtad de Gran Canaria al rey Fernando VII y se autonombraba Junta Suprema de Canarias.

El Cabildo Eclesiástico no quiso tomar partido por ninguna de las dos islas, deseando con ello cuanto está por su parte conservar la unión y buena armonía con todas las Islas con quien esta Iglesia está unida por unos mismos vínculos. Descartando con ello aportar dinero para el envío de un diputado de la Isla, al pretender éste enfrentarse a la otra; al mismo tiempo, afirmó que respondería lo mismo a la de Tenerife.

Don Pedro Gordillo Ramos, cura del Sagrario de Las Palmas y miembro destacado del Cabildo General Permanente, que se proclamará el día 1º de septiembre de 1808, manifiesta que la acusaciones vertidas contra Don José Verdugo, Gobernador Militar de Gran Canaria, de no haber detenido a la goleta La Mosca por su apoyo a las actuaciones de Napoleón, son falsas, describiendo los hechos por él vividos e interpretados de la siguiente forma: cierto barco que el intruso y pérfido Gobierno francés despacho desde Bayona para las Américas con papeles y proclamas seductivas. Pero todos saben cuál fue la reservada y sigilosa conducta de D. José Verdugo en este particular, cual la de la Comandancia General, a la que, sin pérdida de tiempo, dio parte de la arribada de dicho barco. Nadie ignora la inquietud que causó en el público el misterio con que el Gobierno se conducía acerca de este buque, al que algunas personas particulares intentaron detener, cuando ya se recelaba de él, sin poderlo ejecutar, porque se marchó furtiva y repentinamente. Nadie, tampoco, ignora que, descubierto el destino de este barco después de su fuga, el pueblo canario, lejos de haber mostrado la menor adhesión al intruso Gobierno francés, lo detestó e instó en que se proclamara, sin esperar orden superior, a su Rey el Sr. D. Fernando VII, como así se verificó en medio del mayor júbilo y regocijo, vivas generales y alegría universal en la tarde del 25 de julio.3

El jueves día 28 de julio de 1808, el Cabildo Catedralicio recibió la solicitud el Comandante del Batallón de Santa Cruz de Tenerife, Don José de Armiaga, que ante la situación que se vivía en la Península, solicitaba una aportación económica para el vestuario de los soldados. Por primera vez aparece documentada la preparación de tropas canarias para ser enviadas a la guerra contra el francés.


La resolución del 1 de agosto de 1808 de la Real Audiencia de Canarias.

Ante los cambios introducidos en la dirección de la milicia de Gran Canaria, el Ayuntamiento de la Isla no se quedo inmóvil. El 26 de julio de 1808, reunidos en el Aula Capitular de las Casas Consistoriales, decidieron apelar ante la Real Audiencia la creación de la Junta lagunera y sus intenciones de imponer sus decisiones al resto de las islas Canarias. Las intenciones de la institución grancanaria no presentaban duda alguna: declarar por nula la Junta que con el nombre de Provisional Gubernativa se ha erigido en la Ciudad de La Laguna Ysla de Tenerife y por consiguiente que sus Acuerdos de ningún efecto, por cuanto carece de autoridad y facultades para ello.4


Los integrantes del Ayuntamiento era: el corregidor Don Antonio Aguirre, el Conde de la Vega Grande; Miguel del Manzano; Manuel del Río y Ponte; Isidoro Romero y Ceballos; Francisco Xavier Jiménez; Agustín Falcón y Béthencourt; Francisco Aguilar; y Escribano Mayor Tomás Vicente Álvarez Oramas. Todos ellos intervendrán activamente en el enfrentamiento entre las instituciones de Tenerife y Gran Canaria. Como veremos con posterioridad, el primero de ellos, el corregidor Aguirre, será encarcelado en los sucesos de día 1 de septiembre.

Ante la apelación del Ayuntamiento de Las Palmas, la resolución de la Real Audiencia no se hizo esperar. El día 1 de agosto declara nula la jurisdicción provincial que se había autodesignado la Junta Gubernativa de La Laguna. Por las circunstancias especiales del momento que se está viviendo, le confiere poderes en la organización insular, es decir, sólo en la isla de Tenerife:

Se declara nula la referida Junta creada a virtud de los acuerdos del Cabildo General de la Isla de Tenerife congregado en su Capital en los días once y doce de Julio último; en cuanto a la extensión de facultades, superioridad y distinciones que se ha arrogado; mas atendiendo a las graves y urgentes circunstancias del actual estado político de las Provincias de la Península y del gobierno general del Reino, subsista para el territorio de aquella Isla5


Con el dictamen de la Audiencia, el Regente Don Juan Batista Hermosilla y el Fiscal Juan Ramón de Oses se habían ganado la enemistad de los componentes de la Junta y del Comandante General, Don Carlos O´Donnell. El Fiscal, el día 27 de julio, censuraba abiertamente el oficio del Marqués de Villanueva del Prado, Presidente de la Junta Provincial Gubernativa, y avalaba el escrito de Ayuntamiento de Las Palmas que apelaba las decisiones que emanaban desde la isla de Tenerife.

Después del dictamen de la Real Audiencia, el Ayuntamiento de las Palmas, el día 4 de agosto, vuelve a solicitar al Cabildo eclesiástico la aportación económica que necesitaba para sufragar el viaje de un representante de la isla de Gran Canaria a la Junta Suprema de Sevilla: para que a su nombre le represente la ilegitimidad con que la Ysla de Tenerife ha procedido a crear por si sola cierta Junta revestida de una autoridad desconocida en las Canarias; y también para que desvanezca cierta especie que se tiene entendido haberse dicho contra la fidelidad de esta Ysla6

El Ayuntamiento de la isla de Gran Canaria manifiesta, una vez más, su oposición a la Junta lagunera y a las acusaciones de traición por el supuesto “afrancesamiento” de las autoridades grancanarias, con el recurrente tema de La Mosca, que era utilizado como arma arrojadiza que favorecía las gestiones de Don José Murphy, diputado de la Junta lagunera en la Junta Suprema de Sevilla.

El Cabildo Catedralicio se mantuvo en un plano oficial de neutralidad, que se refleja en la documentación trabajada: … que deseando por su estado y carácter conservar cuanto está de su parte la unión y buena armonía así con esta, como con las demás Yslas con quienes esta Iglesia está unida por unos mismos vínculos; y expresando el Ayuntamiento en su oficio que la contribución que pide es para coadyuvar a las diferencias suscitadas entre esta Ysla y la de Tenerife con motivo de la Junta de esta, el cabildo no quiere tomar parte en el asunto para obviar toda acción de queja que podría haber contra sus pacíficas intenciones, dirigidas únicamente a la felicidad de todas y cada una de las Yslas; y que lo mismo respondería a la de Tenerife si pidiese igual contribución para objetos en que no estuviese de acuerdo con esta de Canaria, o con alguna otra.5


Detención del Regente y Fiscal de la Real Audiencia de Canarias.

La resolución de la Real Audiencia de 1 de agosto de 1808, que declaraba nula las atribuciones autoasignadas por la Junta Suprema de Canarias, generó una situación de crispamiento entre la autoridad militar impuesta, Don Juan Creagh, y la Institución Suprema de Justicia de Canarias.

El Comandante General de Canarias, Don Carlos O´Donnell, en sintonía con el Presidente de la Junta lagunera, el Marqués de Villanueva del Prado, decidió que la única solución válida, ante la resolución de la Audiencia, era la detención del Regente y el Fiscal de esa institución.

El 19 de agosto de 1808, el Gobernador de Armas de Gran Canaria, Don Juan Creagh, preparó la tropa para realizar las detenciones ordenadas: unos piquetes de tropa, de su orden, sacaron de sus casas al Regente y al Fiscal de la Real Audiencia, los llevaron a la ribera y los embarcaron acto continuo para Tenerife, por disposición secreta de su Junta que aparentaba tener a dichos funcionarios por sabedores del enredo del Barco de Bayona y no habían tomado precauciones7

En el poder notarial presentado por las dos mujeres de los detenidos, con fecha del 20 de agosto de 1808, se describen los hechos, según las vivencias vividas por ellas el día anterior: … estando en las casas Regéntales las Señora Doña Juana Burriel y Montemayor y Doña Juana Pérez mujeres legítimas la primera del Señor Don Juan Benito Hermosilla y la segunda del Señor Don Juan Ramón de Oses del Consejo de S.M. Regente y Fiscal de esta Real Audiencia juntas de mancomun cuyas leyes renunciaron de lo cual y del conocimiento de su Señorías Certifico y dijeron que en la mañana del día de Ayer fueron extraídas de sus respectivas Casas las personas de sus consortes por Piquetes de tropas que salieron de la compañía de Granaderos que a tambor batiente se presentó en la Plaza principal de esta Ciudad mandada por el Teniente Coronel Don Juan Creagh a quien asociaba el Señor Corregidor de esta Isla, y llevados desde dichas sus casas a el embarcadero o caleta de San Telmo y desde allí puestos a bordo de un Barco que viajo en el propio día para el Puerto de Santa Cruz de la Isla de Tenerife por orden según se ha dicho del Señor Don Carlos O´Donnell Comandante General Interino de las Armas8

José Viera y Clavijo fue uno de los maestros que tuvo Alonso de Nava y Grimón, VI Marqués de Villanueva del Prado y presidente de la Junta Suprema Gubernativa de la provincia de Canarias. La influencia del arcediano de Fuerteventura en la Tertulia de Nava es evidente, codo con codo con el padre de Alonso, con un trato de familiaridad, que se refleja en el testamento de Viera, donando gran parte de su biblioteca a su alumno en el mismo.



José Viera y Clavijo, fue muy crítico con las acciones del Gobernador de Armas de Gran Canaria, Juan Creagh.


Por el grado de amistad, de profesor a alumno, en carta enviada a Alonso de Nava y Grimón, remitida el 7 de enero de 1809, censura la actuación del destituido gobernador de Armas de Gran Canaria, Juan Creagh: Yo, retirado en mi gabinete, no he sido el apologista de los acontecimientos de Tenerife, ni el reprobador de las providencias de Canaria, en que me pareció despótica e ignominiosa la prisión y destierro de los dos ministros de esta Audiencia, de que tuvo por impolíticos los medios de constreñimiento y terror, de que no dudó valerse el que gobernaba las armas.9

Después de los sucesos del día 19 de agosto de 1808, con la detención del Regente y el Fiscal de la Audiencia, todo parecía controlado por el Gobernador de las Armas de la isla de Gran Canaria, Don Juan Creagh. La Junta Suprema de La Laguna imponía sus decisiones en todo el Archipiélago.

Reunidos el día lunes 22 de agosto, el Cabildo Catedralicio en convocatoria extraordinaria decidió abordar los escritos enviados por el Marqués de Villanueva del Prado, remitidos el 15 de julio y el 11 de agosto, que como Presidente de la Junta Gubernativa establecida en la ciudad de La Laguna, solicitaba a la institución eclesiástica se sirva nombrar dos individuos que asistan a dicha Junta en calidad de vocales y le ayuden con sus luces al desempeño de los grandes objetos de su erección que son velar a todo, atender el buen orden y a la defensa común, y conservar el dominio de estas islas a nuestro Rey y Señor Don Fernando 7º, procediendo en unión y de común acuerdo con la Junta Suprema de Sevilla

Después de una votación secreta, fueron elegidos por el Cabildo Catedralicio, para que lo represente en la Junta Suprema de La Laguna, el Arcediano Titular Lugo y Maestrescuela Arbelos. El Maestrescuela Arbelos, por su trabajo de Provisor del Obispo, alegaba el 29 de agosto que sin la autorización de Don Manuel Verdugo no podía aceptar el cargo de Diputado en la Junta Gubernativa de La Laguna. El arcediano titular Lugo recibió el encargo de solventar el tema con el Señor Obispo, respetando el último la decisión tomada, aceptando con ello el Maestrescuela su misión asignada.

Don Isidoro Romero y Ceballos, miembro del Cabildo General Permanente de Gran Canaria, describe de la siguiente forma el periodo comprendido entre el 19 de agosto y el 1 de septiembre, fecha de la revuelta en la Plaza de Santa Ana, donde se decide no acatar las decisiones de la Junta lagunera, hechos que describiremos con posterioridad. El miedo a ser detenido, al uso de la fuerza había acallado las voces discrepantes. El Conde de la Vega Grande no mantenía un domicilio fijo, temiendo cualquier represalia, y en la “clandestinidad” preparaba las acciones fijadas para primero de septiembre: Pero como el dicho don Juan Creagh, envalentonado con la aprobación de su Junta por la Suprema de Sevilla, se hubiese precipitado a amenazar con la fuerza a los que no prestasen sumisión a ella, obligó en cierto modo con esto a que el Cabildo eclesiástico se decidiese a nombrar dos vocales, e igualmente que el Ayuntamiento, por no verse atropellado vilipendiosamente cometiendo el atentado en seguida de esto de hacer arrestar y sacar ignominiosamente de sus casas el día 19 del agosto por la mañana las personas del señor regente y fiscal de esta Real Audiencia, haciéndolos embarcar inmediatamente para Santa Cruz, a cuyas gestiones coadyuvó el corregidor don Antonio Aguirre, que se había unido y obrado de acuerdo con el Creagh.10

Al mismo tiempo, Don Isidoro Romero de Ceballos señala que la aparente sumisión quedaría despejada con la convocatoria del Cabildo General: La fortuna fue que en el acta en que se acordó nombrar a don José de Quintana y a don Francisco de Aguilar por vocales regidores para la expresada Junta, se acordó también convocar a Cabildo General abierto de toda la isla para el día 1 de septiembre, que debería nombrar los otros vocales por el estado de nobles, hacendados y mercaderes.8


Proclamación del Cabildo General Permanente de Gran Canaria.

El 31 de agosto, fueron convocados a Cabildo eclesiástico extraordinario, en carta leída del corregidor Aguirre, sobre la convocatoria de un Cabildo General, para tratar el nombramiento de los diputados de la Isla que deberían ir en calidad de vocales a la Junta Suprema establecida en la ciudad de La Laguna, pidiendo el nombramiento de los representantes del Cabildo Catedralicio para que asistan al Cabildo General de Gran Canaria convocado para el día siguiente, 1 de septiembre de 1808. Fueron elegidos el tesorero Montesdeoca y el racionero Romero, recibiendo órdenes estrictas para que se respetara el protocolo, en especial el lugar que debían ocupar sus representantes.

Las competencias de las distintas instituciones que tenían su sede en Las Palmas de Gran Canaria, junto con el protocolo a seguir en las reuniones conjuntas, fueron causas de disputas entre ellas durante el Antiguo Régimen. Realmente, la gran preocupación del Cabildo eclesiástico para que se respetase los asientos, que por protocolo le pertenecían a sus diputados, por los sucesos del día 1º de septiembre, quedaría en el olvido.

Reunidos en las Casas Consistoriales, en el edificio que compartía el Ayuntamiento con la Real Audiencia de Canarias, en la plaza mayor de Santa Ana, el jueves 1 de septiembre, el corregidor, Don Antonio Aguirre, daba inicio al cabildo General.

Álvarez Rixo, en su libro, afirma que la reunión del Cabildo General se celebró en la casa del obispo de Arequipa, contigua a la casa Regental. Realmente se contradice, afirmando que la muchedumbre entró en las Casas Consistoriales solicitando la dimisión del corregidor. Es cierto que, a lo largo de ese día, el Cabildo General, autoproclamado Permanente, se reunió en varias casas para seguir los acontecimientos y tomar decisiones, no descartando la de don Luis de La Encina, obispo que fue designado para defender la causa de Gran Canaria ante la Junta Suprema de Sevilla. Don Isidoro Romero y Ceballos, participe del acto, no menciona en ningún momento el lugar de reunión que señala el Señor Álvarez Rixo.

Con la detención del corregidor, que sería encarcelado en la prisión de la Audiencia, y la designación como presidente del Cabildo General Permanente al Alcalde mayor, Don Juan Bayle Obregón, se acordó reprobar las acciones de la Junta de la Laguna y anular los nombramientos, del día 23 de agosto, de los diputados de la Isla que deberían ir a Tenerife pues apenas se empezó la primera cesión, en que se abominó dicha Junta de Tenerife, se revocó el nombramiento de los vocales, se afeó con la más negra pintura la prisión de los dos ministros de la Real Audiencia, se levantó el pueblo en masa de la capital y de Telde y con este auxilio se decretó la prisión del gobernador Creagh, del corregidor don Antonio Aguirre, que estaba presidiendo el cabildo General, y la de don Juan Mellorini, castellano del Rey, ejecutor que fue de la prisión del señor regente...11

Llegó al cabo, después de los preparativos que hemos visto desenvolverse, el día señalado en la convocatoria para la reunión del Cabildo, y desde un principio, al tiempo en que se había comenzado la lectura de las personas que lo constituirían, cuando ya oímos gran ruido en la calle, como de pasos en tropel, y a poco vimos como sin ninguna ceremonia ni atención, penetraban en la sala donde estábamos reunidos, hasta una docena, de jóvenes, capitaneados por otro que fue uno de los que auxiliaron y proveyeron a la Mosca, ferviente predicador que había sido de las bienandanzas con que nos favorecería en el trono el rey José, y con el cual, por sus filípicas contra la casa reinante, que decía caída, tuve yo un lance muy serio frente al Principal; y cuyo joven, dirigiéndose a la cabecera de la sala, sin contar para nada con el Presidente, que era el Corregidor don Antonio Aguirre, descolgó el retrato del señor don, Fernando VII y lo llevó, con muchos vivas dados por él y sus acompañantes al balcón, donde lo expuso al numeroso público que se encontraba en la calle, y que formaban gentes crédulas y de buena intención, reunida por lo inusitado del caso, y o tras arrastradas por los manifestantes para sus ulteriores fines.
     Como si el acto de llevar al balcón el retrato de S. M. hubiera sido una seña convenida, inmediatamente que ello se verificó dio principio en la Calle un motín pidiendo las prisiones de Aguirre y de Creagh, del gobernador del Castillo de San Francisco Megliorini,y del ayudante de plaza Aguilar Martínez. La del primero se llevó a efecto en el acto, no obstante ser el presidente de la reunión, sin preceder la menor cortesía y lo condujeron a la cárcel pública. Poco después los amotinados prendieron al Gobernador Creagh y lo encerraron en el castillo de Mata con idénticas formalidades a las tenidas con Aguirre; haciendo algo análogo con Megliorini y con Aguilar. Como motivo para estas prisiones, se dió el acusarles del atroz delito de haber dado cumplimiento a las ordenes del Capitán General reconocido, Don Carlos O’Donnell, en los arrestos de los señores Presidente y Fiscal de la Audiencia, que tuvo lugar poco antes del día que señalamos.


Fue nombrado Gobernador de Armas de la isla de Gran Canaria el teniente coronel Don Simón de Paz Ascanio, ordenándose el cierre de todos los puertos, principalmente los del noroeste, por su proximidad con Tenerife. Como hemos señalado al inicio, estos hechos son considerados como los causantes del inicio del Pleito Insular, sin descartar situaciones anteriores de enfrentamiento entre las distintas instituciones insulares.


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1 Millares Torres, Agustín. Historia de la Gran Canaria. Ediciones del Real Club Victoria. Las Palmas de Gran Canaria. Tomo II.
2 ACCOC. Libro de Actas nº 64. Cabildo extraordinario Jueves 21 de Julio de 1808 por la tarde antes del Coro en la sacristía de San Francisco de Paula.
3 Hernández González, Manuel. Intervenciones políticas: Pedro Gordillo y Ramos. Ediciones Idea. Tenerife, año 2006.
4 AHPLP. TOMÁS VICENTE ÁLVAREZ ORAMAS.
5 LEGAJO 1936. AÑO 1808.
6 ACCOC. Libro de Actas nº 64. Cabildo extraordinario del 4 de agosto de 1808.
7 Álvarez Rixo.
8 AHPLP. Martínez de Escobar, Francisco. Legajo 1975. Año 1808.
9 Guimerá Peraza, Marcos. El Marqués de Villanueva del Prado y don José Murphy en la Junta Suprema de Canarias (1808-1809). Instituto de Estudios Canarios. La Laguna de Tenerife, 1993. Página 33.
10 Romero y Ceballos, Isidoro. Diario Cronológico Histórico de los sucesos elementales políticos e Históricos de esta isla de Gran Canaria (1780-1814). Transcripción y estudio preliminar de Vicente J. Suárez Grimón. Ediciones del Cabildo de Gran Canaria. 2002. Tomo II, página 143.
11 Romero y Ceballos, Isidoro. Diario Cronológico Histórico de los sucesos elementales políticos e Históricos de esta isla de Gran Canaria (1780-1814). Transcripción y estudio preliminar de Vicente J. Suárez Grimón. Ediciones del Cabildo de Gran Canaria. 2002. Tomo II, página 144.


Artículo extraído del libro de Felipe Enrique Martín Santiago Bicentenario de la invasión napoleónica de España. Enfrentamiento entre la Junta Suprema Gubernativa de La Laguna y el Cabildo General Permanente de Gran Canaria (1808-1809). Editorial Anroart, Las Palmas de Gran Canaria. Abril de 2008.



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