El popularmente conocido y admirado edificio está compuesto por un conjunto de dos plantas en forma de “L” y por un amplio patio exterior, amurallado y con una portada almenada coronada por una cruz que se orienta hacia el sur. Tiene un amplio corredor balaustrado a lo largo de toda su fachada.
Desde el muro bajo que rodea el precioso templo parroquial de San Juan Bautista, la casona se puede apreciar al otro lado del barranco –hacia el norte- en todo su esplendor.
A través de su historia se le ha conocido como recinto de diversas actividades. Tras haber sido una vivienda privada, pasó a ser juzgado del municipio y dependencias policiales, luego fue una escuela e incluso llegó a ser la sede del Consistorio puntallanero. Curiosamente también se usó como “corral para guardar temporalmente los animales extraviados”.
Afortunadamente se ha conservado a través de los tiempos con su planta original gracias a las labores de restauración llevadas a cabo.
En el piso superior se aprecia una magnífica galería consistente en un amplio balcón cubierto por la prolongación del tejado que se apoya sobre unos pilares de madera de tea. Estos, a su vez, lo hacen sobre unas basas de piedra localizadas en la planta inferior. En ésta destaca un recinto abovedado, un horno y varias habitaciones al más puro estilo palmero y canario.
Garrido Abolafia, en su estudio sobre Puntallana, nos informa de que la casona se erigió “en tierras que pertenecieron a los antepasados del Doctor don Isidoro José Ferrera Arteaga de La Guerra, presbítero de la Parroquia de El Salvador, donde ejerció desde 1739 hasta 1774”. Enfermo de muerte, redactó testamento en agosto de 1776 ante el escribano Bernardo José Romero. Ante este notario declaró poseer “una hacienda en el lugar de Puntallana, con su casa de tea y teja que está en el pueblo con sus latadas de viña, compuesta de tierras de pan sembrar y árboles que heredó de sus antecesores…” Falleció una semana después y fueron sus albaceas los encargados de poner la hacienda “en remate por pregones ante el señor juez eclesiástico…” Se adjudicó a don Francisco de Paula Luján y Carta “soldado distinguido” quien la dejó a su muerte en herencia a su hijo de mismo nombre. Aquí aparece por primera vez el célebre apellido que da nombre a la mansión. Su sucesor fue don Manuel Luján y Lecuona, esposo de doña Juana Abreu. Al fallecimiento de aquél, la finca se dividió en tres partes para sus vástagos.
Doña Tomasa de la Concepción compró la “casa, patio y sitio” por siete mil quinientas pesetas. De los trabajos de investigación de Pérez García, se desprende que dicha dama tuvo que hipotecar la finca. También informa de cómo ésta pasó a manos del Pósito de Puntallana, “entidad que había avalado a la mencionada señora en un préstamo no satisfecho”. En mayo de 1912, el “Pósito enajenó la finca a favor de don Juan Molina”.
La Corporación Municipal alquiló el inmueble para situar una escuela de niñas hasta que lo compró en 1919 a su dueño de entonces, don José María de Castro y Felipe. El alcalde de Puntallana que suscribió el contrato de compra por siete mil seiscientas pesetas fue don Juan Concepción Rodríguez. Cuatro mil pesetas se pagaron al contado y el resto en cuatro anualidades.
Desde esos instantes, la “Casa Luján” pasaría a formar parte del patrimonio del orgulloso Pueblo de Puntallana.
Esta importante casona es, tras el templo de San Juan Bautista, el edificio histórico más emblemático del municipio y punto obligado de visita de cualquier turista. Tan sólo admirar la arquitectura tradicional canaria de este magnífico edificio, ya es más que interesante y bien merece la visita. Así mismo, cuenta en su interior con un conjunto de muebles y objetos históricos que van desde el siglo XIX hasta principios del XX.
Sus artífices utilizaron la piedra, la teja y las cálidas maderas de tea para darle vida siguiendo las pautas constructivas tradicionales.
Actualmente sus habitaciones, a modo de escenario, ambientan un estilo de vida ya obsoleto a base de antiguos muebles, detalles decorativos, textiles y demás enseres domésticos, constituyendo un hermoso museo etnográfico de indudable interés.
En 1981 se inauguró en ella una nueva sede Concejil pero, más tarde, la casona entra en una etapa de abandono y no sería hasta el año siguiente cuando se acometa una urgente restauración. Se encarga su redacción a don Miguel Márquez Zárate. En 1983 se adjudica la obra de reparación del techo -que ya amenazaba ruina- a la empresa Urbanización y Pavimentos Unión, S.L. A principios de 1987, la segunda fase se encargó a la empresa del palmero don Miguel Hernández Ventura.
Una vez se le dio al recinto su primitivo aspecto, se procedió a destinar sus dependencias a albergar un taller escuela, luego una escuela de oficios y finalmente, el Museo Etnográfico, Centro de Promoción y Venta de Artesanía. A partir de 1992 se destinó a Centro de Gestión y Control de la Asociación de Turismo Rural “Isla Bonita”, lo que convierte al lugar en un centro agro turístico de especial interés
El edificio inmediato a la Casa Luján, antigua sede de la escuela femenina, fue adquirido por la Consejería de Agricultura y Pesca del Gobierno de Canarias, a su dueña, doña María Dolores Guerra Lorenzo en 1989. Desde entonces, se ha destinado al establecimiento de un Centro de Formación Agrícola en el que se ha desarrollado varios cursos y actividades.
Según destacó el actual Alcalde de la localidad, don Juan Guerra Guerra, este último año ha sido una época de trabajo continuado de cantería, albañilería, carpintería y rehabilitación, donde se ha llevado a cabo una minuciosa labor de restauración de todo el mobiliario de época que alberga esta casona de arquitectura colonial.
“Este conjunto arquitectónico no sólo tiene un gran valor patrimonial, sino que es una seña de identidad del municipio de Puntallana. Una vez recuperado todo el conjunto debe ser punto obligado de visita, no sólo para el turista que nos visite sino incluso para cualquier persona de esta isla que quiera conocer su patrimonio”.
El ayuntamiento pretende inaugurar la “Casa Luján” durante los festejos en honor del Patrón San Juan Bautista, concretamente el sábado 21 de junio de 2008.
El inmueble y, en general, todo este magnífico conjunto patrimonial –seña de identidad de este laborioso pueblo agrícola- ha sufrido en los últimos años una profunda rehabilitación que ya ha finalizado, a falta de algunos remates en los accesos y los jardines.
Se trata de una casona con una gran historia y, por eso, el Ayuntamiento no ha dudado en recuperarla a fin de convertirla en museo etnográfico. En la parte alta se recreará el modo de vida del siglo XIX, al que dará vida una serie de maniquíes vestidos con traje de época y en situaciones cotidianas; consta de dormitorios, salón, cocina, e incluso un horno de leña en perfecto estado de uso.
En la parte baja la asociación del Colectivo Rayas ha recreado una escuela rural tal como era hace un siglo, en el mismo lugar que antaño fuera dedicado a escuela, donde inclusive buena parte del mobiliario fue parte de la misma.
Anexo a esta construcción se adosa una segunda casa de tipología neoclásica, con la típica cubierta de teja francesa y amplias ventanas de guillotina donde se instalará el punto de venta de artesanía que será gestionado por la asociación de artesanos de Puntallana. Destacan: cerámica, bordados, cestería, calzados de cuero a medida, “frivolité”, miniaturas, objetos de mimbre…
Contiguo a este conjunto existe una tercera edificación, de arquitectura más modesta, dividida en dos habitaciones, que será habilitada como zona de degustación y venta de productos agroalimentarios de la artesanía local (vinos, quesos, mojos, mieles, repostería, etc.)
Los trabajos de rehabilitación no sólo se han concentrado en la parte arquitectónica. También se ha efectuado una profunda actuación en todo el entorno, con acondicionamiento de jardines, terrazas, etc. Incluso está previsto acondicionar una zona recreativa cercana a un pinar, justo al lado del aparcamiento que, además alberga una antigua era.
Sin duda, estamos ante una joya patrimonial, ubicada en un entorno de ensueño, disponible para el disfrute de todos desde el pasado 21 de junio de 2008.
Archivo Municipal de Puntallana, Libro de Actas, (13 de octubre de 1918).
GARRIDO ABOLAFIA, Manuel. Puntallana. Historia de un pueblo agrícola, CajaCanarias, Ilmo. Ayuntamiento de Puntallana, 2002.
PÉREZ GARCÍA, Jaime. Casas y Familias de una Ciudad Histórica. La calle Real de Santa Cruz de La Palma, Colegio de Arquitectos de Canarias, Cabildo Insular de La Palma, 1995.