Manolo, en su actuación, ofreció un repertorio viejo y nuevo a la vez salpicándolo de sutil ironía, de humor socarrón, de vivencias, de observación, de profundo estudio sobre cada uno de los personajes que se saca de su “chistera”. Son personajes reales. Gente de la tierra que cobran vida como Carmelito, o nos vemos retratados en las excursiones al sur -con ensaladilla rusa incluida-; estar de compras en el Híper intentando “domar” un carro que camina a su antojo; meternos de lleno en el “trapicheo” del cambullón, hasta vernos reflejados en las obligadas visitas a Seguridad Social….
Todos, salimos satisfechos del Teatro. Manolo Vieira, en los casi 90 minutos de espectáculo, brilló con luz propia.
Pero, movido por la inquietud y la curiosidad, volví sobre mis propios pasos. Tenía la necesidad de sentir las mismas sensaciones del artista… Subí al escenario. Reinaba el silencio. Sólo un taburete y un pie de micro quedaban en escena. Miré a mi alrededor intentando buscar en cualquier lugar respuesta a la pregunta que me golpeaba insistentemente en las sienes: ¿cómo, con tan escasos recursos, sólo en el escenario, es capaz de agigantarse hasta dejar empequeñecida la tremenda boca escénica del Teatro Pérez Galdós?
En penumbra y sin respuesta, abandoné el lugar. Vagué por el viejo Guiniguada mientras la brisa mecía los vetustos laureles de indias. Me devoraban las ideas, las reflexiones. Llegué, incluso, a comparar a Manolo Vieira con un torero que se enfrenta al toro escondiendo el hierro de muerte tras el engaño del trapo. Pero Manolo es diferente. Él, agazapado tras el micro, usa la herramienta de la palabra. Juega con ella. Retrata, en sus escasas apariciones escénicas, distintas viñetas isleñas salpicándolas de penas y alegrías; de verdades como puños envueltas en humor. Manolo Viera no necesita palabras gruesas para enamorar al público. Manolo, al menos para mí, se ha convertido en su larga andadura sobre los escenarios en valioso cronista de la vida que, fruto de la observación, levanta el acta notarial de lo que hay.
¡Gracias, Manolo! Nos vemos en Televisión Canaria el 31.