Cuando en Tenerife o La Palma se habla de brevas, se están refiriendo a los frutos de un tipo de higuera que siempre dará brevas, se trataría del fruto de la Brevera o Brevala si son negras, o de aquellas variedades que presentan un fruto alargado blanco como la Brevera Bicariña o Tarajala. A las variedades que presentan el fruto más redondo y pequeño se les denomina higueras y sus frutos son siempre higos.
Sin embargo, en el resto del Archipiélago, y también en partes de la península Ibérica, este hecho no es así. Hay algunas variedades de higuera que tienen la característica de dar dos cosechas de fruta; una temprana, que pasa el invierno formándose en la planta y madura por el mes de mayo (estos son los llamados higos tempranos o soplones en Tenerife); y otra más tardía, que madura en pleno verano y es más abundante. Pues bien, en este tipo de higueras (que botánicamente se les llama bíferas frente a las uníferas que dan una sola cosecha) se denomina breva a la primera cosecha o doma, mientras que higos son los frutos que se corresponden con la cosecha más grande de pleno verano. Como vemos, el concepto es distinto pues en Tenerife y La Palma las brevas son brevas, con independencia de si es el fruto de la primera o la segunda cosecha.
Por si la locura fuera poca, en El Hierro se usa también el nombre de higos locos, que en Tenerife hemos oído nombrar como disvariados, refiriéndose en este caso a una cosecha tardía y extraña de higos, la tercera, que se produce en las zonas de costa en determinados años, cuando las condiciones climáticas propician una maduración extra y anormal de fruta.
Esperemos haber colaborado a solucionar más de una disputa interinsular, aunque bien es verdad que en este caso, frente a otras disputas más absurdas, la sangre nunca llega al río, y unos buenos higos pasados y un buen vaso de vino, acaban siempre por hacer olvidar las discrepancias.
Antonio C. Perdomo Molina es Profesor Asociado de la ULL y Técnico de Germobanco Agrícola de la Macaronesia.
Este artículo ha sido previamente publicado en el número 41 de la revista El Baleo, editada por la Sociedad Cooperativa del Campo La Candelaria, en diciembre de 2006.