Procedente del latín cruz, crucis, ésta es la insignia y señal del cristianismo, en memoria de haber padecido martirio en ella Jesucristo. Se trata de un patíbulo formado por un madero hincado verticalmente y atravesado en su parte superior por otro más corto, en los cuales se clavaban o sujetaban las manos y pies de los condenados a este suplicio.
La Cofradía de la Vera Cruz, una de las más antiguas e importantes de la Isla, fundada en el Convento de San Francisco con Bula del Papa Paulo III en 1558, tenía entre sus cometidos la celebración de la fiesta de la Invención de la Santa Cruz, misa cantada, de la Cruz, todos los viernes del año, y la Benedicta los viernes de cuaresma por la tarde.
Se exponen unos muñecos grotescos de tamaño natural, denominados “mayos”, simpáticas figuras hechas de trapo que adornan la escena. Representan distintos temas y actitudes, colocadas en diferentes lugares, como formando pasillos hacia la cruz, o en varios rincones de sus alrededores, custodiándola, como en balcones, ventanas, muros, azoteas, bancos, tapias, etc.
Antiguamente era más común que los mayos fueran rellenos de paja o pinillo, pero con la evolución de los tiempos y de los materiales, esta tradición ha ido perdiéndose, rellenándose ahora con guatas, periódicos, trapos, muselina, papel, etc., calzándose con zapatos viejos... Antes se teñían el pelo de soga con cochinilla o con pastillas que venían para colorear la ropa, pero ahora se hace de hilo, etc. Esta costumbre se pierde en el recuerdo, aunque es muy frecuente en lugares de la Península y Portugal la realización de muñecos. En La Palma también se halla algún ejemplo puntual y suelto en Las Breñas, Mazo y en Tazacorte. La periodista palmera doña María Victoria Hernández en su magnífico trabajo La Palma. Las Fiestas y Tradiciones, recoge la comparación que el prestigioso investigador Cirilo Velázquez hace de los mayos palmeros con los homónimos de la isla de Terceira (Azores) y de Machico (Madeira). La confección y los temas elegidos son muy similares a los de La Palma, si bien los mayos, que en aquellas islas se colocan el uno de mayo (como aquí antes), no están relacionados como los palmeros con la cruz. Dentro de la capital, ha perdurado en pagos como Velhoco, etc. gracias al esfuerzo de personas y asociaciones de vecinos. Un ejemplo de esta última fue Zeloy en la Barriada de Las Nieves que recuperó esta bella tradición entre 1982 y 1999, fechas en las que estuvo de Presidenta doña Marina Duque. Lamentablemente aquí dejaron de hacerse los mayos.
Recordemos en las últimas ediciones, la gran profusión de mayos y adornos a lo largo de la Calle del Tanque. Una magnífica decoración muy típica, muy nuestra, que ojalá se copiase en el resto de lugares de nuestra bellísima ciudad. Este itinerario nos recuerda el Via Crucis que hicieron los frailes franciscanos después de la conquista de La Palma, mediante la instalación de cruces en todo el recorrido en los alrededores del Real ex convento de la Inmaculada Concepción, hoy templo de San Francisco de Asís. Recordemos que el vía crucis es el camino de la Cruz, un sendero señalado con diversas estaciones de cruces o altares, que se recorre rezando en cada una de ellas, en memoria de los pasos que dio Jesucristo en su camino hacia el Calvario.
Nos recuerda el querido don Antonio García, el encargado de enramar la cruz llamada Columba -por llamarse así una señora que estuvo con sus abuelos desde pequeña y era quien se ocupaba de adornarla-, que esta cruz tiene aún una de las maderas originales de aquel primitivo via crucis. Ha sido galardonada con el primer premio en la categoría tradicional que concede el Jurado que se desplaza por todos los rincones de la ciudad, visitando cada una de las cruces presentadas en cada edición.
En el año 1999, en la mencionada asociación Zeloy, como nos recuerda la que fue su presidenta, doña Marina Duque, se hizo un homenaje a la Lucha Canaria con 180 mayos, con los que también se adornaron las calles y los balcones.
En la zona norte de la capital, en el margen izquierdo del barranco de Los Dolores (hoy Avenida del Puente), se asentaron en los alrededores del convento franciscano, los gremios de artesanos, las clases más populares y menos favorecidas económicamente. Es precisamente en esta parte de Santa Cruz donde hay mayor concurrencia de “mayos”, justo en la zona de influencia seráfica, orden humilde y caritativa. Justo al contrario ocurre al otro lado sur del barranco, donde se instalaron los dominicos, los regidores, la suntuosa “catedral” de la isla, el Cabildo, los nobles y las familias más poderosas y caballeros más adinerados. Es aquí donde surgió una decoración lujosa, de ricas telas, joyas impresionantes, bellas flores, etc. También se adornaban con prendas “en el otro lado” aunque en este margen derecho no proliferaron los mayos.
En la base de piedra volcánica de la nueva cruz -emplazada en el mismo lugar que la original después de la catástrofe-, se haya una lápida que reza: 3 de mayo de 1893. Primera Conmemoración y Cuarto centenario de la Conquista de la Isla de San Miguel de la Palma terminada el 3 de mayo de 1493. ¡Gloria a los Héroes Españoles y a los Héroes Guanches! Unos y otros derramaron su sangre por su Patria.
En la mañana del día tres se celebra una Misa de Campaña junto a esta Cruz del Tercero, la cual se adorna magníficamente montándose a su alrededor un altar efímero cuajado de flores y banderas.
Estas fiestas también contaban con bailes folklóricos en el Circo de Marte y en la Plaza de Santo Domingo. Asimismo, a los niños se les estaba reservado en estos festejos diferentes juegos, como la carrera de sortijas, de sacos, etc.
Las fiestas de mayo se prolongan durante todo el mes, con un amplio programa de festejos (unos años mejores que otros) que abarcan, desde las concurridas verbenas en los barrios hasta las bellísimas exposiciones de plantas y flores en diferentes plazas de la ciudad, como la de España y de San Francisco. Desde obras de teatro, números de danza, conciertos y actuaciones musicales diversas, hasta festivales de cuentos, animaciones infantiles y cross popular. Desde encuentros folklóricos hasta dianas floreadas y pasacalles con los Gigantes y Cabezudos. Misas y procesiones, como la de la imagen de San José Obrero en Mirca, o la Cruz del Fraile en la Dehesa (una de las más antiguas y más galardonadas), la “Cruz Gloriosa” en la Parroquia Matriz de El Salvador y por último la Virgen Morenita.
La Cruz del Fraile de La Dehesa ha venido reproduciendo en los últimos años edificios antiguos, casas solariegas, fachadas de templos palmeros… Es una de las más antiguas de la Isla, ya que es la más cercana al Santuario de Las Nieves y es desde donde partían todos los caminos a todos los pueblos de La Palma. Así lo confirmaba don Juan Ramón, encargado de la Cruz y presidente de la asociación de vecinos de La Dehesa durante varios años. Una cruz cuyo altar efímero se confecciona con maderas pintadas a base de extractos de plantas de la tierra.
El Excmo. Ayuntamiento de esta ciudad publica una ruta de cruces de mayo para que cada uno pueda orientarse acerca de su ubicación y de facilitar el recorrido, tanto en el casco urbano como en los barrios. Por ejemplo, en la edición del año 2000, se habían inscrito un total de 21 cruces, desde la de la Plaza de la Virgen de la Luz hasta la de la Cruz del Barranco de Espino en Velhoco, pasando por la de la Encarnación, etc. Como colofón especial a todas estas fiestas, se celebra en el Real Santuario Insular de Nuestra Señora de Las Nieves, la llamada Fiesta de Las Madres, un emotivo homenaje a la Virgen y a todas las madres, tanto vivas como difuntas de la isla, y que en este año de 2007 cumple su trigésima séptima edición. Se incluye una Misa Solemne ante la Patrona, el Panegírico de las madres, la Procesión de la Venerada Imagen y las ofrendas floral, poética y folklórica, con diferentes poetas de la isla, la banda municipal de música San Miguel y la de cornetas y tambores Gayfa, así como de grupos ataviados con la preciosa vestimenta típica. Se le hace entrega a la Virgen de una flor natural así como a todas las madres de la plaza. En el preciso instante en el que se le coloca la rosa en las manos de la Virgen, hay un gran estruendo de voladores, repique de campanas y un fortísimo aplauso. Se canta el Himno a la Madre y se vierten muchas lágrimas de la gran emoción.
Volviendo al día de la Onomástica de la Santa Cruz, el tres de mayo, y después de la solemne función religiosa concelebrada, a la que acuden todas las autoridades civiles y militares, tanto locales, insulares como una amplia representación de las regionales y el Pendón de la Conquista, que previamente sale desde el Ayuntamiento y al que se tributan los honores reales, se inicia la procesión de la Santa Cruz, Patrona titular de la ciudad, escoltada por varias bandas de música tras la cual tiene lugar una gran exhibición pirotécnica y una verbena. Lamentablemente, ya no acude el ejército, por lo que se ha prescindido así de uno de sus tradicionales elementos que aportaban más majestuosidad y empaque al evento. Esta privación ha suscitado grandes, lógicas y dolorosas polémicas.
Como documento curioso sobre una anécdota producida dentro de la Parroquia Matriz de El Salvador durante la celebración de la fiesta de la Gloriosa Santa Cruz, se guarda una carta dirigida al Venerable Beneficiado de la Parroquia de San Andrés (municipio norteño palmero), D. Francisco Ignacio Fierro, por el Obispo de la Diócesis Don Fray Valentín de Morán, de fecha 25 de mayo de 1755. Se explica allí cómo había intentado Don Pinto de Guisla asistir a la procesión de la Cruz con el sombrero puesto aun dentro de la iglesia. La misiva obispal continúa bien ha hecho V. md en hacerlo quitar, y lo mismo ejecutará siempre que se ofrezca pretender esa y otras extravagancias del mismo tenor, que quiere introducir como Caballero, portándose como si nunca hubiera habido en estas islas otro, sin considerar que los muchos que hoy hay, y en todos tiempos ha habido, no han inquietado con semejantes intentonas el sosiego público.
Esta fue una fiesta regulada por el antiguo Cabildo de la isla. Así se desprende de las ordenanzas de 1611, donde se manda que los Mayordomos de los oficios saquen los días de Corpus Christi y San Miguel y Santa Cruz de Mayo y en todos los demás días generales los Pendones para acompañar las procesiones, so pena de 20 días de Cárcel con más de 1.000 mrs aplicados por tercios, Juez, denunciador y Propios. También se ordenaba la limpieza pública y el barrido de calles por las que pasaban las procesiones, entre ellas, la de la Cruz.
La referencia más antigua que se conoce de esta hermosa costumbre del enramado de las cruces la encontramos en la Subida de la Virgen de Las Nieves en 1765. Así, cuando la Patrona retornaba en procesión por las calles capitalinas hacia su Santuario, estaba una cruz, que es la del noveno passo, con el major ornato y compostura de prendas, talcos y galones. También la comitiva se encontró nuevamente con una cruz que es la del octavo passo, con la mejor belleza compuesta de joyas y otras prendas en gran número y muy hermosas escarchas.
Bibliografía
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