Hubo una época en Guía donde muchos de sus vecinos eran identificados más por sus apelativos que por su verdadero nombre y apellidos. La acepción que cada uno tenía guardaba relación con algo o con alguien de su familia que, por los motivos que fueran, pervivían así en la mente de sus conciudadanos, los cuales utilizaban el correspondiente apelativo sin ningún sentido peyorativo. Todo lo contrario, lo hacían con cariño y a veces hasta con respecto. Eran muchos los que había y por eso el autor dedica este trabajo con todo el afecto que me merecen -sus descendientes-, que los habrá, aunque muchos se han perdido con el paso del tiempo pues el devenir generacional y la casi no utilización de tales apelativos hace que nadie los recuerde.
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