Sobre las doce de la noche, después de la retreta, el sonido de las caracolas se desplegará por todo el Valle, y el viejo camino de Tamadaba se iluminará con las linternas y la alegría de los que suben a mantener la tradición centenaria.
La noche en el pinar será festiva, con las familias y grupos de amigos, compartiendo las viandas y cantando a la luz de las hogueras.
Apenas se dormirá ya que todos estarán esperando el momento en el que el sol empieza a aparecer para ir a buscar los frondosos ramos, y emprender de nuevo el camino hacia un Valle que estará ansioso esperando a los romeros.
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