Revista n.º 1074 / ISSN 1885-6039

Los Mártires de Tazacorte

Domingo, 15 de julio de 2007
José Guillermo Rodríguez Escudero
Publicado en el n.º 165

El corsario Jacques Sourie, a bordo del navío de guerra Le Prince, pudo interceptar al galeón de los jesuitas cuando éste se aproximaba a la Punta de Fuencaliente, aprovechando los vientos favorables que le venían del mar por la parte del naciente. Esto sucedió al amanecer del día 15 de julio. A los disparos de intimidación por parte de los piratas, les siguen los intentos de abordaje. Mientras tanto, los otros navíos del pirata se iban acercando al galeón Santiago. A la orden de Sourie, de los cinco barcos franceses saltaron salvajemente sobre el galeón portugués unos piratas armados ávidos de sangre y riquezas. Nada pudieron hacer los tripulantes y los jesuitas. Todos iban sucumbiendo ante tal atroz ataque.

Foto Noticia Los Mártires de Tazacorte



I- LISTA

 Nombre Martirio  Patria 
 1. P. Ignacio de Azevedo  Muerto a golpe de espada y lanza  Oporto, Portugal
 2. P. Diego de Andrade  Lanzado vivo al mar  Pedrogram Grande, Portugal
 3. Fr. Antonio Suárez  Lanzado vivo al mar con puñaladas  Alentejo, Portugal
 4. Fr. Bento de Castro  Lanzado vivo al mar con golpes de arcabuz  Chacem, Portugal
 5. Fr. Juan Fernández  Lanzado vivo al mar  Lisboa, Portugal
 6. Fr. Manuel Alvares  Torturado, lanzado al mar  Lisboa, Portugal
 7. Fr. Francisco Alvares  Lanzado vivo al mar  Covilha, Portugal
 8. Fr. Juan de Mayorga  Lanzado vivo al mar  Navarra, España
 9. Fr. Esteban Zurara  Lanzado vivo al mar  Vizcaya, España
 10. Fr. Afonso Baena  Lanzado vivo al mar con puñaladas  Villatobas, Toledo
 11. Fr. Domingo Fernandes  Lanzado vivo al mar con puñaladas  Borba, Portugal
 12. Fr. Gonzalo Anriques  Lanzado vivo al mar  Oporto, Portugal
 13. Fr. Juan Fernandes  Lanzado vivo al mar  Braga, Portugal
 14. Fr. Alejo Delgado  Lanzado vivo al mar  Elvas, Portugal
 15. Fr. Luis Correa  Lanzado vivo al mar  Évora, Portugal
 16. Fr. Manuel Roiz  Lanzado vivo al mar  Alcouchete, Portugal
 17. Fr. Simón Lopes  Lanzado vivo al mar  Ourem, Portugal
 18. Fr. Manuel Fernandes  Lanzado vivo al mar  Celorico, Portugal
 19. Fr. Alvaro Mendes Lanzado vivo al mar  Elvas, Portugal
 20. Fr. Pedro Nunnes  Lanzado vivo al mar  Fronteira, Portugal
 21. Fr. Luis Roiz  Lanzado vivo al mar  Évora, Portugal
 22. Fr. Francisco de Magaihaes  Lanzado vivo al mar  Alcácer do Sal, Portugal
 23. Fr. Nicolás Dinis  Lanzado vivo al mar  Bragança, Portugal
 24. Fr. Gaspar Albares  Lanzado vivo al mar  Oporto, Portugal
 25. Fr. Blas Ribeiro  Decapitado  Braga, Portugal
 26. Fr. Antonio Fernandes  Lanzado vivo al mar  Montemor-o-Novo, Portugal
 27. Fr. Manuel Pacheco  Lanzado vivo al mar  Ceuta, España
 28. Fr. Pedro de Fontoura  Semidecapitado, lanzado al mar  Braga, Portugal
 29. Fr. Simón da Costa  Decapitado, lanzado al mar  Oporto, Portugal
 30. Fr. Andrés Gonçalves  Lanzado vivo al mar  Vianna d’Alvito, Portugal
 31. Fr. Amaro Vas  Lanzado vivo al mar  Oporto, Portugal
 32. Fr. Diego Pires  Golpe de lanza, lanzado al mar  Nisa, Portugal
 33. Fr. Marcos Caldeira  Lanzado vivo al mar  Évora, Portugal
 34. Fr. Antonio Correa  Lanzado vivo al mar  Oporto, Portugal
 35. Fr. Fernán Sánchez  Lanzado vivo al mar  Castilla, España
 36. Fr. Gregorio Escribano  Lanzado vivo al mar  Logroño, España
 37. Fr. Francisco Pérez Godoy  Lanzado vivo al mar  Torrijos,. Toledo
 38. Fr. Juan de Zafra  Lanzado vivo al mar  Jerez de los Caballeros, Badajoz
 39. Fr. Juan de San Martín  Lanzado vivo al mar  Yuncos, Toledo
 40. Fr. Juan Adaucto  Lanzado vivo al mar  Portugal



II - POESÍA


Poesía del Beato José de Anchieta que el Obispo de la Diócesis, don Felipe Fernández, entregó a los fieles en la Festividad de Los Mártires de 1997.

“LO DULCE NO GUSTARÁ”

Lo dulce no gustará
Quien no gusta del acedo,
Como Ignacio d’Azevedo.


El exceso de amarguras,
Que el buen Jesús padeció,

Con amor las convirtió
En exceso de dulzuras,
Con que al hombre regaló.
Lo uno y otro bebió
Ignacio, que muerto está,
Con muerte que vida da,
Porque quien hiela no gustó
Lo dulce no gustará.

El trabajo, Abatimiento,
Dolor, muerte acedos son.
Bebiólos, de corazón,
Con excesivo contento,
Ignacio, grande varón.
Si quieres tal bendición,
Síguelo con gran denuedo,
Porque es justicia y razón,
No tenga consolación
Quien no gusta del acedo.

Azevedo acedo queda,
Si sacas del medio ve,
Porque el acedo fue
Para Ignacio viva rueda,
Con que se probó su fe.
Su amor perfecto fue
Desechando todo el miedo,
Pues quien tal ejemplo ve,
Firme en sólo Dios su pie,
Como Ignacio de Azevedo.


III- HISTORIA
Ignacio de Azevedo y Abreu, nacido en Oporto en 1526, fue paje en la corte del Rey Juan III de Portugal desde 1539. Dos años más tarde entra en la Compañía de Jesús, llegando a ser nombrado sucesivamente, rector de los colegios de San Antonio de Lisboa, Coimbra y Braga y más tarde Viceprovincial de Portugal.

En una carta al Papa en 1565 solicita ser enviado a las Indias o a Brasil como misionero. Accediendo a esta petición, es enviado a Brasil como Visitador de la provincia jesuítica. La patente de Visitador fue firmada por San Francisco de Borja, por aquel entonces, General de la Compañía. Aprovecha su etapa en el país recorriendo Río de Janeiro, Bahía, Sao Paulo…, encontrándose en ocasiones con el Padre José de Anchieta y, probablemente con el que llegara a ser Apóstol del Paraguay, el palmero Padre José de Arce y Rojas.

Regresa a Lisboa el 31 de octubre de 1568 y es recibido en audiencia por el Rey Don Sebastián. Al año siguiente se dirige a Roma en compañía del embajador Don Juan Telos de Meneses y es nombrado Provincial del Brasil, con lo que adquiere la potestad para reclutar una expedición de misioneros.

El Papa San Pío V lo recibe en Roma y le obsequia con diversas reliquias para que fueran veneradas en las nuevas misiones, así como un retrato de la Virgen, copia del original - que se custodia en la capilla Borghese de la Basílica de Nuestra Señora La Mayor de Roma-, atribuido al pincel del Evangelista San Lucas.

Ignacio recorre Madrid, Valencia, Barcelona, Medina del Campo, etc. En Portugal visita Évora, Coimbra, Braga. En todas estas zonas iba alistando voluntarios.

El día 3 de mayo de 1570 concentra en Val del Rosal a los 77 misioneros en la fiesta de la Santa Cruz. El día 2 de junio, cerca de Lisboa, en Belem, escribe ya en el galeón Santiago al General de la Compañía de Jesús.

Don Luis de Vasconçelos y Meneses había sido nombrado gobernador del Brasil, disponiéndose a zarpar en una flota compuesta por siete navíos. En tres de ellos, se habían instalado los misioneros jesuitas, llegando a mediados de junio de 1570 al puerto de Funchal (Madeira). Un poco antes, había salido de La Rochela, en el sur de Francia, el hugonote francés Jacques Souris, al mando de sus navíos, ávidos de encontrar algún botín. Llega al puerto de la isla portuguesa pero es rechazado por la artillería del castillo de San Lorenzo y de los cañones de las naves de Don Luis Vasconçelos, cuya flota aun se hallaba anclada en la bahía.

Es curiosa la narración de Guillén de Lugo de Casaus, de quien se dice que inició el fabuloso joyero de la Virgen de Las Nieves-, en el acta del cabildo palmero de 28 de julio de 1570, cuando denomina al pirata francés “Capitán Curi”, asemejándose este nombre a la pronunciación francesa de “Souris”.

El galeón Santiago zarpó del puerto de Funchal con rumbo a Santa Cruz de La Palma el 7 de julio de 1570, aprovechando que los piratas habían abandonado finalmente la isla. A bordo iba el Padre Ignacio de Acevedo con 39 misioneros más y algunos pasajeros, amén de la tripulación. Estuvieron a punto de ser abordados por los cinco navíos de Sourie. Un fuerte viento se levantó repentinamente, lo que dispersó a los barcos, al aproximarse a La Palma. El galeón de los jesuitas tuvo que guarecerse rápidamente en el puerto de Tazacorte. Una vez anclado el galeón, saltaron a tierra los misioneros, quienes fueron acogidos por la familia Monteverde, establecida allí desde hacía algunos años. Se dio la circunstancia de que Melchor de Monteverde y Pruss se había educado junto con el Padre Ignacio en Oporto.

El 13 de julio de 1570 celebró el Padre Ignacio de Acevedo su última misa en tierra, en la iglesia del Patrón de La Palma, San Miguel Arcángel de Tazacorte.

Se cuenta que, en el preciso instante de que el jesuita sumió el cáliz, tuvo una revelación de su próximo martirio. Esto le provocó una tremenda impresión, lo que hizo que con sus dientes produjera una melladura en el borde del cáliz. En las crónicas del alcalde constitucional de la capital palmera Don Juan Bautista Lorenzo Rodríguez, queda recogido ese momento de la siguiente forma: “en un sagrario muy decente se guardaban, con mucha veneración, el cáliz y patena, regalo de San Pío V, con que habían dicho la misa, el cual conservaba una confusa melladura hecha con los dientes incisivos, al tiempo de sumir el linguis, atribuyéndose entonces este hecho a la revelación que en aquel momento había tenido dicho padre de que iba a padecer martirio”. Se cuenta que el Ilmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Tenerife Don Luis Folgueras y Sión, en la visita que hizo a La Palma en 1831, se llevó esta reliquia y la envió a Roma.

Las reliquias entregadas por el Papa fueron desembarcadas y entregadas a su amigo Melchor, como muestra de agradecimiento por su acogida, y quizá, para que no cayesen en manos impías, según su visión. El caballero las depositó en la ermita de San Miguel. Este cofrecito se guarda aun hoy en esta parroquia.

En la madrugada del 14 de julio de 1570 zarpa el galeón Santiago rumbo a Santa Cruz de La Palma, por la parte sur de la isla. El mar, por este lado de poniente, se hallaba en calma ese día, lo que obliga al galeón a avanzar costeando la isla para mejor aprovechar el “terral”, la ligera brisa que le llega de tierra.

El corsario Jacques Sourie, a bordo del navío de guerra “Le Prince”, pudo interceptar al galeón de los jesuitas cuando éste se aproximaba a la Punta de Fuencaliente, aprovechando los vientos favorables que le venían del mar por la parte del naciente. Esto sucedió al amanecer del día 15 de julio. A los disparos de intimidación por parte de los piratas, les siguen los intentos de abordaje. Mientras tanto, los otros navíos del pirata se iban acercando al galeón “Santiago”. A la orden de Sourie, de los cinco barcos franceses saltaron salvajemente sobre el galeón portugués, unos piratas armados ávidos de sangre y riquezas. Nada pudieron hacer los tripulantes y los jesuitas. Todos iban sucumbiendo ante tal atroz ataque. El Padre Acevedo alentaba como podía a sus compañeros y compatriotas. Un capitán calvinista lo hiere en la cabeza con una espada. A duras penas seguía exhortando a los suyos a perdonar a los verdugos, mientras abrazaba con fuerza el pequeño cuadro de la Virgen, obsequio de Pío V. Herido de muerte por tres golpes de lanza, cayó al suelo sin vida.

Los piratas lanzaron por la borda a los cuerpos, algunos moribundos, hasta que los vieron hundirse en el mar. Los martirizados fueron dos sacerdotes, siete alumnos del Escolasticado, ocho hermanos coadjutores y veintitrés novicios.

Tan sólo se le había perdonado la vida al hermano cocinero, un joven que era sobrino del capitán de la nave. No satisfecho con su destino, decide vestirse con el hábito religioso y se declara jesuita. Fue degollado.

Después del martirio, los asesinos llegan a San Sebastián de La Gomera en son de paz. Al paso de los días se fue divulgando la espeluznante noticia. El Conde de La Gomera, Don Diego de Ayala y Rojas, recaba de Jacques
Sourie la entrega de los 28 miembros de la tripulación y pasajeros lusitanos que tenía prisioneros el corsario francés. Una vez llegados estos hombres a Funchal, relataron minuciosamente al jesuita Padre Pedro Díaz lo ocurrido a bordo de la nave portuguesa. Todo fue recogido en “La Relación del martirio del padre Ignacio de Azevedo y sus compañeros”.

Como premonición del acontecimiento que iba a vivir, uno de los mártires, el vizcaíno Padre Esteban Zurara (o Zuzayre, como lo llama el mencionado alcalde en sus “Noticias…”), antes de partir de Plasencia, donde vivía, para ir al Brasil, dijo al Padre José Acosta, su confesor, que “partía alegre y contento por tener la certeza de alcanzar el martirio".

El Papa Benedicto XIV en su Bula de 21 de septiembre de 1742, reconoció el martirio de los cuarenta jesuitas “conocidos por antonomasia con el nombre de Mártires de Tazacorte y S.S. Pío IX en el año de 1862, día de Pentecostés los canonizó”.

Santa Teresa de Jesús, que tenía entre los mártires a un sobrino suyo, Francisco Pérez Godoy, de Torrijos – Toledo- , comunicó en Ávila el mismo día haber participado en su oración de la gloria con que el cielo había coronado a aquel invicto escuadrón de mártires misioneros.

El 11 de mayo de 1854 el Papa Pío IX los beatificó y en el santoral católico aparece reflejada esta festividad el 15 de julio. Se celebra anualmente en Tazacorte, tras la solemne función religiosa concelebrada en honor a los Beatos Mártires, la procesión con la talla del Beato Ignacio de Acevedo y la arqueta con las reliquias, las cuales también son expuestas.

En la actualidad se han colocado en el fondo del mar, donde se cree que fueron arrojados los jesuitas, cuarenta cruces que recuerdan tan triste episodio. A pesar de que “se trata de uno de los hechos históricos y religiosos más importantes que ha tenido La Palma y Canarias”, lamentablemente pocos palmeros y canarios conocen esta festividad ni tampoco esta historia.

Se está considerando la posibilidad de nombrar al Padre Ignacio de Acevedo alcalde honorario y perpetuo del municipio. También se estudia el proyecto de acondicionamiento de las cuevas del Time, en el Barranco de las Angustias, para destinarlas a un centro temático que recuerde a estos misioneros. Éstos estuvieron en estas oquedades haciendo penitencia.

 

III. LOS CUADROS
 
La plasmación del Padre Acevedo y los llamados mártires del Brasil – mártires de Tazacorte entre nosotros-, tiene al menos, en el Archipiélago Canario, tres representaciones conocidas, que han sido objeto de estudio por la profesora Carmen Fraga desde 1977.

Estas tres pinturas nos reflejan el instante del trágico y sangriento suceso acaecido en aguas próximas a Fuencaliente, al sur de La Palma, el 15 de julio de 1570. El recuerdo de este martirio se llegó a borrar con el paso del tiempo, como narró el Padre Alonso de Andrade, en misión en Canarias entre 1631 y 1633. Por aquel entonces, tan sólo algunos ancianos tenían noticia del asunto. Se decide entonces plasmar en un lienzo el heroico y santo gesto de los jesuitas. Se pinta al Padre Acevedo, capitaneando al grupo de misioneros, con la imagen de la Virgen en la mano, “como a caudillo”.

 

1.- DESAPARECIDO

El cuadro se colocó - como nos indica Escribano Garrido- en la suntuosa Parroquia de El Salvador de la capital palmera, con un rótulo grande al pie que declaraba su martirio, el número y los nombres de todos. Esta fue la primera representación de esta tragedia, en el siglo XVII. Lamentablemente no se conoce el paradero de este lienzo. Se conocen, eso sí, las tres representaciones posteriores, versiones del original desaparecido, y que fueron ejecutadas por la misma época. Estas telas son las que se custodian en los templos de San Miguel de Tazacorte- Patrón de La Palma-, El Salvador de Santa Cruz de La Palma y el Museo Diocesano de Arte Sacro de la Catedral de Santa Ana de Las Palmas.

 

2.- EL SALVADOR
 
El cuadro de Juan Manuel de Silva (1687-1751) - pintor, escultor y dorador palmero-, fue inventariado por primera vez en la Iglesia Matriz de El Salvador el 15 de enero de 1719: “Item una pintura pequeña del P. Axeuedo y sus compañeros varones ilustres de la compañía de Jesús que esta en el baptisterio”. Con posterioridad, en 1721, consta en las cuentas de fábrica un gasto de 10 reales por “retocar el quadro de los Venerables Padres Jesuytas Martires, que esta en la Iglesia”.



 

Estamos ante un lienzo apaisado (104 x 75 cms), donde figura el retrato de ocho jesuitas atravesados por cuchillos, hachas y espadas, instrumentos de su martirio. El Padre Ignacio de Acevedo lleva en sus manos el pequeño cuadro de la Virgen que le había entregado el Papa Pío V en Roma antes de emprender rumbo a Brasil. El profesor Jesús Pérez Morera nos indica que “su rostro reproduce los tipos acostumbrados en Juan Manuel de Silva. Un cuadro de análogo asunto y composición existe en la iglesia de San Miguel de Tazacorte, contemporáneo o quizás anterior a éste de El Salvador”. La profesora Gloria González, a pesar de que la cita como “obra anónima del siglo XVII, repintada en 1721”, nos aclara la inscripción que lleva en la faja inferior del cuadro “EL V P YGNACIO DE ACEBEDO CON 39 CONPÑEROS DE LA CONPÑIA DJESUS FUERO/MARTRISADOS EL DA 15 D JULIO POR LOS HEREJES, ENEL MAR ABISTA D TSACORTE AÑO. DE 1570.” El marco en madera de 13 cms de ancho parece del siglo XVIII: laterales pintados en verde y cartelas centrales en rojo con representaciones de paisajes y formas vegetales. Esquinas doradas con follaje grabado. Actualmente se custodia en la Sala Capitular del mencionado templo capitalino.
 

3.- MUSEO DE ARTE SACRO DE LAS PALMAS

El cuadro que se guarda en el Museo Diocesano de Arte Sacro de la Catedral de Las Palmas, es un óleo sobre lienzo de 217 x 136 cms de autor anónimo del siglo XVIII. Tiene también una leyenda que reza: “El venerable padre Ignacio de Acevedo con 39 conpañeros de la compañía de Jesús /fueron martirizados por los Hugonotes en 1570 a 15 de julio, a bista de Tazacorte en la Isla de La Palma”. A diferencia del cuadro de Silva, éste que nos ocupa, más grande, muestra doce jesuitas de negro riguroso y de tristes semblantes. Aparecen cuatro puñales, dos alfanjes y un hacha que se clavan en las cabezas y pechos de siete de ellos. En el centro, el Padre Superior sujeta el cuadro de la Virgen. Dos ángeles sobrevuelan la escena con dos coronas de flores cada uno.




Esta obra sufrió considerables deterioros en la segunda mitad del siglo XX, cuando el edificio donde se ubicaba la Casa de la Compañía de Jesús en Vegueta fue abandonado. Se restauró en 1971 en los talleres de la Casa de Colón. Existen algunas hipótesis acerca de la autoría de este cuadro. Tras la mencionada intervención, la pintura fue afiliada a Cristóbal Hernández de Quintana, un artista orotavense fallecido en 1725. Sin embargo, otros investigadores, como don Carlos Rodríguez Morales, afirma que “no puede atribuirse en modo alguno al artífice tinerfeño”.
 

4.- IGLESIA DE SAN MIGUEL DE TAZACORTE

La tercera tela se guarda en la Iglesia del Arcángel San Miguel de Tazacorte, siendo ésta contemporánea a la de El Salvador. Tiene un texto más extenso que los anteriores:

Abiendo salido el padre frai Inacio de Acebedo con 39 conpañeros a predicar la fe y padecer martirio por ella llegaron a este lugar de Theçacorte y habiendo saltado en tierra y dicho misa el padre frai Inasio y dado la sagrada eucaristía a sus conpadres bolvieron a enbarcar y enfrente de la punta de (perdido) nabio de franceses hugonotes y fueron martiriçados por ellos, a (perdido) de julio de (perdido)”.




Estudiosos en esta materia han acertado a afirmar con rotundidad que, tanto la tela grancanaria como las dos palmeras parecen “corresponder a la misma época, esto es, principios del siglo XVIII… podemos inferir que una de ellas imita a las otras dos, o bien que las tres representaciones emulan, remedan a una pintura anterior, quizá aquella primigenia colocada en el templo del Salvador”.
 


Bibliografía

ESCRIBANO GARRIDO, Julián. Los jesuitas y Canarias (1566-1767). Universidad de Granada, Granada, 1987.
FRAGA GONZÁLEZ, María del Carmen, «La pintura en Santa Cruz de La Palma», Homenaje a Alfonso Trujillo, Santa Cruz de Tenerife, 1982, p.366
LAVANDERA LOPEZ, José. La Huella y la Senda: [exposición, Catedral de Santa Ana, Las Palmas], Viceconsejería de Cultura y Deportes. Gobierno de Canarias: Diócesis de Canarias, VI Centenario, D.L. 2003, p. 578.
LORENZO RODRÍGUEZ; Juan-Bautista. Noticias para la Historia de La Palma, Santa Cruz de La Palma, 1985. P. 121.
MILLARES PEREZ, Salvador, «Los Mártires de Tazacorte», El Día de La Palma, 9-IV-1986.
PROGRAMA. Festividad de los Beatos Mártires de Tazacorte. Parroquia de San Miguel Arcángel. Tazacorte, 15-VII-1999.
«Se pide la creación de un centro para recordar a los Santos Mártires de Tazacorte», El Día, ( 4 de septiembre de 2003).
PEREZ MORERA, Jesús, Bernardo Manuel de Silva, Viceconsejería de Cultura y Deportes, Gobierno de Canarias, 1994, p. 134.
RODRÍGUEZ, Gloria. La iglesia de El Salvador de Santa Cruz de La Palma, Madrid, 1985, p. 55
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