Revista n.º 1066 / ISSN 1885-6039

Pregón de las Fiestas de San Nicolás de Tolentino 2007.

Domingo, 9 de septiembre de 2007
Manuel Reyes Brito
Publicado en el n.º 173

EL AMOR AL PUEBLO, a su tierra y a su gente. Por necesidad, por motivos profesionales, muchos aldeanos han tenido que dejar el pueblo, pero nunca pueden olvidar este terruño. El nacimiento en La Aldea imprime una forma de ser, y donde quiera que haya un aldeano se nota y ellos se buscan hasta que se encuentran y se les informa de todo lo que pasa aquí. Todos aprovechan cualquier ocasión para venir al pueblo. Los que viven en Las Palmas, para superar la añoranza, han fundado la Casa de La Aldea, donde se respira el aire aldeano y se canta “Tierra de mis añoranzas…'.

Procesión de San Nicolás en blanco y negro.

Sr. Alcalde y Corporación Municipal. Queridos amigos y amigas de La Aldea de San Nicolás. Buenas noches.

En primer lugar quisiera dar las gracias por el gran honor concedido para pregonar la Fiesta de este año y por las palabras del señor alcalde.

Antes de comenzar la lectura del pregón de la Fiesta de este año de 2007, a modo de introducción quisiera contarles que una noche del pasado mes de junio, sería algo más de la 9, cuando, a través del teléfono, el Sr. Alcalde, me comunica que había pensado en mí para que pronunciara el pregón de las Fiestas de La Aldea de San Nicolás.

Y nada más colgar el teléfono, una mezcla de los más variados sentimientos me inundaron: por una parte, un cierto orgullo y alegría, porque desde La Aldea se habían acordado de mí para que hiciera el pórtico de las fiesta mayores y le hablara a los aldeanos en momento tan solemne como éste; por otra parte, una cierta angustia e intranquilidad por lo que tendría que pregonar a mis amigos aldeanos y aldeanas que no hayan oído ya de boca de personas mucho más autorizadas y preparadas que yo. Y, por otra parte, un sentimiento de agradecimiento, ya que conociéndome, y a pesar de mis humildes condiciones, lo único que podrían justificar la elección de pregonero sería la amistad labrada durante 18 años de convivencia en este pueblo.

Ya puesto a la obra, me pregunté una y otra vez sobre qué tendría que pregonar... Cada casa, cada familia tenía para mí un recuerdo. Lo que me venía a la mente lo fui anotando y así, de varios retales hilvanados, ha salido un tejido de los muchos colores del recuerdo.


Los pregones se utilizaban antiguamente por los ayuntamientos para anunciar y comunicar las cosas de interés para el común vecinal. Me cuentan que aquí en La Aldea, todos los domingos, después de la misa mayor, enfrente de la ermita de San Nicolás, sobre una pared de la finca de La Alameda, juntito a la Cruz de Piedra y bajo la sombra de la Palma de San Nicolás, el pregonero a viva voz iba leyendo ante el vecindario, de orden del señor alcalde, o del señor juez, bandos y noticias.

Los pregoneros municipales desaparecieron por la ley del tiempo y muchos años después llegaron los pregoneros de las fiestas Los primeros años, en los cincuenta, sesenta y setenta, los pregones de la Fiesta de San Nicolás se daban por la radio, a cargo de personas de prestigio que podían aportar datos históricos y sociales. Muchos han sido los pregoneros que desde hace casi cuarenta años ha tenido esta Fiesta.

Y qué les va a pregonar quien les habla, sobre esta fiesta, un cura que párroco fue de esta jurisdicción, que bien podría explicarla desde la perspectiva religiosa, pero que se siente aquí pregonero más que por aldeano que por cura.

Pero no esperen escuchar ningún estudio o investigación sobre la rica historia aldeana, tenemos varios libros especializados en cada tema del pasado y publicados para el conocimiento de todos.

Tampoco les voy a hablar de hijos ilustres de La Aldea, que han destacado en sus profesiones, en el arte, en la política de la gestión pública y privada y que nos sentimos muy orgullosos de ellos aunque, bien es verdad, que también, con ellos, están muchos aldeanos y aldeanas anónimos que todos hemos conocido y que nos han dejado su ejemplo. En fin, hombres y mujeres que viven o han vivido en este pueblo y codo con codo han tejido la hermosa historia de este valle.

Intentaré exponer mi experiencia en La Aldea. Tiene mucha verdad aquello que se dice: “No se valora a las personas sino cuando la pierdes". Eso es lo que me ha pasado a mí. Ahora, cuando estoy lejos, es cuando más me acuerdo de La Aldea. No es que esté a disgusto en Teror, allí estoy bien, la gente es acogedora, pero no es lo mismo. También intentaré pregonar una fiesta desde la dimensión humanística, una fiesta de las relaciones humanas que con la misma suelen estrecharse por estos días, una fiesta cargada de las más puras expresiones canarias como la lúdica, la cultural, la alegre, la de la luz y el color, la de la frescura del alisio benefactor que por septiembre ya nos va dejando.

Procesión de San Nicolás en una imagen reciente.


Empiezo por mi experiencia de este pueblo. Mis primeros conocimientos nacieron en mi casa. El topónimo de La Aldea me era muy conocido por las visitas y comentarios que hacían mis familiares, los que tuvieron que salir de Gáldar a trabajar y este pueblo les acogió y aquí se han establecido.

Por otra parte, desde el año 1928, mi padre, que era músico de la Banda de Gáldar, venía a tocar a las fiestas. Contaba que venían en barco desde Agaete y luego, al llegar a La Ladera, se organizaban y entraban desfilando al son de alegres marchas hasta la alameda, donde les esperaban alegres los aldeanos. Se alojaban en diferentes familias. Ellos tocaban la Rama, la Diana, la Procesión y por la tarde paseo y música o concierto. El nombre de La Aldea en mi casa era algo familiar, como en tantos hogares de esos pueblos del Norte (Agaete, Gáldar, Guía…) La salida natural, primero por caminos de herradura o a golpe del viento sobre las velas de los barquillos, de La Aldea fue hacia el Norte. Los aldeanos pernoctaban en casas de conocidos en El Risco, Agaete, Gáldar… cuando tenían que salir del pueblo. Más tarde, cuando La Aldea se puso rica con los tomateros, recibió a tantos inmigrantes de los pueblos del Norte. Muchos de ellos, una gran mayoría, se quedaron para siempre a vivir en este pueblo y hoy sus hijos, nietos y bisnietos son aldeanos y aldeanas.

Cuando estudiaba en el Seminario, me hablaba mucho de este pueblo mi buen amigo Isidro Ramos Vega. Años más tarde, siendo sacerdote, profesor y formador en el Seminario, estudiando el Bachiller, el joven José Miguel Rodríguez Armas me contaba sus inquietudes y hablamos mucho de la gente aldeana, de sus tradiciones y fiestas. Varias veces me dijo que pidiera venir de cura a La Aldea.

El 29 de Septiembre, día de San Miguel, por la mañana empecé a vivir en La Aldea. La sociedad tradicional se guiaba por las cabañuelas en la mañanita de San Miguel para predecir el tiempo atmosférico del año; no leí en el cielo las cabañuelas de aquel año de 1986. ¿Quién me iba a predecir el largo tiempo que conviví con ustedes?

Empecé a conocer personas colaboradoras de la parroquia: catequistas, cáritas…. Y poco a poco fui conociendo el carácter y la forma de ser del aldeano y aldeana.

Yo me fui integrando en el pueblo aldeano. Por mi labor tenía muchos medios para conocer a la gente: niños, jóvenes, alumnos, padres de familia, novios, bautizos, bodas, visita a enfermos, acompañar en los duelos. Escuchar problemas. Es decir, estar con la gente en los diferentes acontecimientos de las familias y del pueblo.

Y como una gran mayoría de los inmigrantes que, en los años locos del tomate, vinieron del Norte a trabajar a La Aldea, quedándose para siempre en ella, yo pensé lo mismo a lo largo de los años en que aquí viví: quedarme, aquí en La Aldea, como coadjutor porque sabía que otro párroco más joven tendría que ocupar mi puesto, dando clases en el instituto hasta la jubilación; pero no fue así y mucho me costó superar el traslado.

Amigos y amigas, yo quisiera en esta noche pregonar a La Aldea por los valores, por las cualidades de sus habitantes y que durante tantos años he ido descubriendo... ¿Que tienen cosas negativas? Claro que sí… ¿Y quién es perfecto? Que se tapan unos a otros. ¿Quién no lo hace? Que les dicen que el aldeano tiró la piedra y escondió la mano y que sabe guardar los secretos como en Fuenteovejuna. Yo estoy con Vds., porque la ropa sucia se lava en casa.

En el trato con ustedes, fui descubriendo unos valores. ¡Aldeanos!: Sigan ustedes con esa forma de ser, con ese talante que les distinguen entre todos los pueblos de la isla.

- Sigan siendo SOLIDARIOS. Ejemplos: Las campañas anuales de San Juan de Dios, a Manos Unidad, a la Cruz Roja, la donación de Sangre, ayuda al necesitado. Colaboración con la Parroquia, tantas veces manifestada. La tendida mano al inmigrante.

- Sigan siendo ACOGEDORES entre sí y con todos los que llegan a sus casas. Es bonito comentar cuando han pasado las fiestas, las personas que han comido y dormido en sus casas. En sus casas se hacen Jornadas de puertas abiertas y de mesa puesta.

- Sigan siendo luchadores por las cosas del pueblo. Ayer con la lucha del pleito durante 300 años por las tierras. Qué hermosos ejemplos de luchadores por la justicia, más tarde por el agua, las marchas a Las Palmas y las manifestaciones por los tomates o las recientes por conseguir una carretera nueva que respete el medio ambiente, pero que es urgente tenerla.

- No les digo que sigan siendo trabajadores, porque tienen en su sangre ese espíritu trabajador. Me llamó la atención al principio, el ver cómo los estudiantes que venían de Las Palmas iban a las fincas a ayudar a sus padres en los tomateros o los grupos de mujeres con sus cubrepolvos camino a los almacenes. Sé que se están presentando zafras malas, años económicos difíciles que deben superarse diversificando los productos, haciéndose competitivos y teniendo suerte en los mercados del exterior. Hay que prepararse para afrontar el futuro. La simpleza de que con la necesaria carretera nueva se van a curar los males de la economía es un grave error de apreciación del futuro.

- Sigan trabajando por la cultura. ¿Cuántos profesionales de diferentes trabajos y carreras han salido de La Aldea? Hacemos con gratitud un recuerdo para los que aún viven y para los que ya han muerto, fundadores del Colegio y por todos los profesores y maestros que han trabajado y siguen trabajando por la cultura de este pueblo. Un pueblo culto es un pueblo libre. Se necesitan una juventud preparada para que los mejores puestos de trabajo sean ocupados por ella.

A mi manera hay más valores destacados en el pueblo aldeano. Es posible que yo exagere o que por diversas circunstancias no sean tan expresivos o que han ido cambiando con los tiempos o por influencia exógena, pero que están en el ser de un hombre o mujer nacido y criado en La Aldea:

LA FAMILIA: Para nosotros la familia lo es todo. Hemos nacido en una familia concreta y por ella han trabajado nuestros mayores y siguen trabajando.

La gente de la Aldea vive los valores familiares, donde los padres tienen una palabra escuchada, la hermandad y el cariño se comparten junto con el pan y el gofio repartidos en torno a la mesa familiar.

Desde aquí felicito a la familia aldeana y a los mayores, a los maestros y educadores y a todos los que se han preocupado de educar en los valores que no cambian: la honradez, la palabra dada, el agradecimiento, el respeto familiar, la justicia, la cercanía al pobre y al humilde, el compartir lo que se tiene con el necesitado. Son valores y actitudes de cualquier credo y religión, del sentido común del humano, en un mundo nuevo de la competencia, la individualidad, el insulto en las tertulias tan poco formativas de las televisiones del corazón, de la publicidad engañosa y las luchas de las audiencias a costa de la erosión de los valores humanos más elementales que siempre nos inculcaron en la familia y en la escuela.

EL AMOR AL PUEBLO, a su tierra y a su gente. Por necesidad, por motivos profesionales, muchos aldeanos han tenido que dejar el pueblo, pero nunca pueden olvidar este terruño. El nacimiento en La Aldea imprime una forma de ser, y donde quiera que haya un aldeano se nota y ellos se buscan hasta que se encuentran y se les informa de todo lo que pasa aquí. Todos aprovechan cualquier ocasión para venir al pueblo. Los que viven en Las Palmas, para superar la añoranza, han fundado la Casa de La Aldea, donde se respira el aire aldeano y se canta "Tierra de mis añoranzas…" Pero les advierto: esto no significa compartir con el excesivo chovinismo en que a veces se transforma tal añoranza. El amor a la tierra está en los hechos y no en las palabras. Hechos son el trabajo, la obra bien hecha, el respeto por las leyes sean administrativas, sean urbanísticas, sean económicas, hechos son la escrupulosa defensa del medio terrestre y marino.

Y ya que estamos pregonando la Fiesta del Santo Patrón EL FERVOR a San Nicolás de Tolentino, porque como le cantamos en el himno: Eres testigo de siempre en nuestra historia, al aldeano tú lo has visto luchar y defender también lo que lleva tu nombre. El pueblo de La Aldea de San Nicolás todos los años se renueva su amor por la gran participación en las fiestas: La Misa bien cantada por el Coro. En la Procesión se rememora aquella vieja Banda, pero ahora con Los Nuevos Aires de La Aldea. La figura del patrono es histórica, respetada por todos, que la siente cada aldeano, sea creyente o no, cuando al son de las campanas y al estallido de los voladores la mañana del 10 de septiembre asoma por la puerta de la Iglesia camino de la procesión.

En este aspecto de relación con la parroquia, me van a permitir alguna vivencia. Les cuento que parece que fue ayer cuando vine a La Aldea. Cuando digo que estuve 18 años de cura en La Aldea, mucha gente no lo entiende. No han llegado a conocer al pueblo ni a su gente. No han experimentado lo que canta el poeta Berceo: ¡Que descansada vida, la que huye del mundanal ruido, y sigue la escondida senda, de los pocos sabios que en el mundo han sido!

Les voy a confesar públicamente una cosa: Para mí era un martirio todos los años cuando entre los curas se hablaba de traslados. Se pensó en mí para varias parroquias: Cardones, Santa Brígida, Guía, San Isidro de Gáldar, Ingenio. Pero, gracias a Dios, hablaba con el Obispo y sus vicarios y se olvidaban. Para ir a Teror, Don Ramón Echarren no cedió.

Ustedes se preguntarán el porqué ese empeño de seguir en La Aldea, ¿Cuáles son mis intereses? Sencillamente que había descubierto los valores de esta gente y aquí me sentía feliz, me sentía acogido, fui viendo crecer a los niños, hacerse jóvenes y formarse su futuro. Me encarné en la realidad local y me comprometí desde mi situación a trabajar por la persona aldeana, sea quien fuera y a enriquecerme con sus valores, con el máximo respeto a todas las creencias religiosas y tendencias ideológicas y con una visión ecumenista.


Por eso, hoy públicamente quiero dar las gracias:

* A los colaboradores de la Parroquia. Tanto a los agentes de pastoral como a tantos colaboradores del Templo. ¡Gracias por el testimonio cristiano!

* A las Autoridades, tanto a las de antes como a las de ahora. Aquí incluyo a la Policía Municipal, Guardia Civil, Cruz Roja, Protección Civil.

* Gracias a los diferentes profesores y alumnos y personal no docente del instituto. Allí intentamos impartir una enseñanza integral en valores. ¡Felicidades por tan merecidos premios! A los colegios de primaria e infantil.

* A la familia del Proyecto de Desarrollo Comunitario, donde siempre me sentí integrado y de donde guardo hermosos recuerdos.

* En la casa Parroquial nació la Agrupación León Martín y luego Nostalgia Aldeana. Nos reuníamos al atardecer para cantar boleros, trozos de zarzuelas y folclore canario, y no podía faltar las canciones de La Aldea. Le deseo suerte en la nueva época de Nostalgia Aldeana.

* A los miembros del Coro de San Nicolás, que con tanto entusiasmo preparaban y siguen preparando la Misa Solemne en el Día de San Nicolás. Y cuando no había la Banda, también en la Casa Parroquial se ensayaban las marchas de la Procesión. ¡Cuántos recuerdos agradables!

* A los buenos amigos que he dejado en la Escuela de Discapacitados. ¡Qué labor tan maravillosa la de las monitoras!

* A mis buenos amigos mis vecinos de la 3ª Edad. ¡Qué buenos ratos pasamos en diversas fiestas! Los domingos escuchaba la música alegre de sus bailes.

* Gracias a todos y a todas, amigos y amigas, en el anonimato de toda la colectividad. Son muchas las anécdotas y buenos ratos vividos con ustedes. Centrémonos en pregonar la Fiesta de 2007.


Lo festivo es una dimensión de la persona. Nace de la misma entraña antropológica y se dinamiza a impulso de distintas vertientes comunes a todos los hombres y mujeres: la lúdica, la expresiva, la relacional, la comunitaria y otras muchas más, en palabras del que fuera mi querido profesor en el Seminario, el recordado e inolvidable psicólogo Manolo Alemán. Estas dimensiones de lo festivo son, por tanto, comunes a todos los pueblos y culturas aunque en esa universalidad de lo festivo recibe formas, perfiles, rasgos psicológicos propios a influjo de las culturas diferentes. Cada cultura imprime a lo festivo matices peculiares. Cada pueblo, al expresarse en sus fiestas, traduce en ellas su modo de sentir y sus sentimientos concretos y refleja los contenidos de su identidad y de su huella histórica. Y cada persona, en función de su estado de ánimo, cada año, cada momento, encuentra matices diferentes al fenómeno festivo.

La Fiesta de La Aldea, en un momento de cambio en el ciclo anual de las actividades económicas, da un parón en seco al ritmo del trabajo, incluso para quienes están fuera del pueblo y quieren lógicamente disfrutar de ella. Frente al trabajo continuado de todo el año, la Fiesta para los aldeanos y aldeanas se presenta como ese rotura del ritmo. Es una semana o más días, es un tiempo festivo que en su dialéctica de rompimiento con lo cotidiano se hace grito: ¡mis vacaciones las primeras semanas de septiembre! Advierten los aldeanos a sus empresas. Reclama así el usufructo del tiempo que la sociedad trabajo le ha quitado a lo largo del año.

Por tanto nuestra Fiesta rompe el aislamiento de la convivencia y abre las compuertas a la dimensión comunal: el encuentro, el saludo, el agrandamiento del círculo familiar, los abrazos, el cariño, la rememoración de vivencias pasadas y los nuevos intercambios de amistad y de amores.

La Fiesta es el pueblo engalanado, los turroneros, los repiques… Los voladores de hoy, a las 12, anunciaban que San Nicolás ya está en el trono y nos invitan a pasar unos días de convivencia, que yo como pregonero me encargo esta noche de anunciar.

La Comisión de Fiestas ha organizado un variado programa con actos culturales, deportivos, recreativos para niños y mayores. Es la dimensión más lúdica y alegre.

Y tantos pregoneros volvemos a insistir que tres son los ejes centrales de nuestra fiesta, los de siempre: En la víspera del Santo, la Bajada de La Rama. El día principal los actos en honor al patrono San Nicolás de Tolentino. Y la Fiesta del Charco, singular, colorida y alegre que se remonta en el devenir histórico.

Las fiestas varían en formas, espectáculos, aspectos organizativos; pero los tradicionales actos deben respetarse en su más pura esencia. Por ejemplo, si antes eran bailes de taifas o de Sociedad, luego verbenas y ahora conciertos; o si los fuegos de artificio antes se centraban en las ruedas de fuego y ahora en los potentes estampidos que abren en el cielo espectaculares imágenes, todo es lógico, es el cambio, el testigo de cada tiempo histórico para los actos festivos complementarios. Pero esos tres números principales deben mantener su pureza:

Así que pregonamos el bailar la Rama desde el principio hasta el fin, con sana alegría, con efusivos saludos al amigo u amiga que hace tiempo que no se ve, forma parte del ritual. Los demás añadidos sobran.

Invitamos a los actos religiosos: la misa principal, el panegírico, la procesión de San Nicolás de Tolentino, recorriendo las principales calles del pueblo entre el fervor de los ciudadanos y ciudadanas forma parte del tradicional cliché histórico de una advocación de las más antiguas de Canarias, por no decir la más, pues fue a mediados del siglo XIV con los proyectos evangelizadores del papa Clemente VI de Aviñón, lo que articuló la llegada de aquellos misioneros mallorquines que construyeron la primitiva ermita en La Playa de la Aldea.

Y, después de tantos actos, ¡Pal Charco! a la pesca de las lisas y lebranchos, vestidos, en el ritual remojón, precedido del sano jolgorio del almuerzo familiar bajo los tarahales, como parte esencial. ¡Qué sensaciones se experimentan dentro del Charco! Simplemente porque continuamos con el hilo de la historia y la tradición, que no deben romperse con añadidos extraños y masificaciones. No saben lo que experimenté cuando en el año 1995 me lancé por primera vez.

Estos tres números principales se complementan con otros actos que a lo largo de los tiempos han ido evolucionando o añadiéndose. Así tenemos en orden de mayor a menor tradición histórica:

* A la Feria de Ganado, muy popular, que pregonamos como un número a proteger porque forma parte del hilo de la vida con el campo, en recuerdo de aquel labrador ganadero de antaño.

* El Concurso Cultural que nace en los años sesenta y setenta con los cambios democráticos de la sociedad, también ya tiene mucho arraigo y desde este pregón animo a que participen en el mismo, cuidando los organizadores de estructurarlo de forma amena, por la cultura tiene un amplio concepto: es el conocer todo, la tierra, el aire, el pensamiento, la manualidad, la actitud de trabajo en equipo y no debemos confundirla con el desarrollo intelectual. Hace 30 años, que un grupo de jóvenes con ganas de cambios sociales organizaron La Fiesta y pusieron las bases de una organización popular, siendo el Concurso Cultural un gran éxito, en esa perspectiva de valorar la cultura popular. Valga nuestro reconocimiento a aquella generación de la Fiesta de 1977, que hoy ocupa altos puestos de responsabilidad en la política, la enseñanza, la economía… A veces los mayores criticamos a los jóvenes por su impulso a favor del cambio, olvidándonos que también fuimos jóvenes, nada mejor para explicar esa deformada imagen que suele tenerse de los jóvenes por parte de los mayores, con esta expresión encontrada en una
tablilla de barro cocido de la Caldea de Abraham (Mesopotámica), escrita por un anónimo, hace 4.000 años: Nuestra juventud es decadente e indisciplinada, los hijos no escuchan ya a los consejos de los mayores, el fin de los tiempos está cerca.

* Las fiestas de los niños. Cuánto ha cambiado. Se solía hacer en todos los pueblos después de las fiestas principales con carreras de cintas, juegos de sartén, lanzamiento de globos y hoy se ha estandarizado con las nuevas tendencias comerciales del ocio.

* La Romería. Nació estando yo de párroco, hacia 1993, como acto previo en la tarde del Día del Pino, acorde el tiempo de la llegada de los romeros tradicionales procedentes de Tasartico, Tasarte y pagos cercanos de nuestros campos (Linagua, Pino Gordo, Carrizal, Acusa…). Por tanto no se puede entender como un número tradicional. Los tradicionales romeros de todas las fiestas eran quienes venían, días antes de la fiesta principal, de lugares lejanos a cumplir promesas, a mostrar la devoción a los patronos y patronas. Las romerías de hoy se deben entender como manifestaciones modernas aunque se deben aprovechar estas grandes manifestaciones para conjugar con gran armonía nuestras manifestaciones folclóricas. Por todo lo cual pregonamos un desarrollo de nuestra romería más respetuoso con las esencias tradicionales, aprovechando la buena fe y el deseo de la participación colectiva.


Aldeanos y aldeanas:

Desde aquí invito a todos y a todas al encuentro festivo para brindar con la copa de la amistad en todos los números. Les invito a la moderación y al sentido común dentro de la alegría que los define, en el desarrollo de tales actos. Les invito a estrechar las relaciones propias de todos los días de la fiesta a todos los demás días del año.

Alegrémonos todos en la Fiesta de San Nicolás de Tolentino. Que todos estos encuentros sirvan para unir más a todos sus habitantes.

Esperamos con ilusión felicitar con todos los que viven en Tasarte y en Tasartico, en los Cardones y en la Cardonera, en el Cruce y en la Playa, en el Hoyo y en Jerez, en el Pinillo y en Castañeta, a los que viven en los Cercadillos o en el Molino de Viento y en Molino de Agua, los que viven en las Tabladas y en el casco del pueblo…. Y a todos los que por múltiples razones viven fuera de La Aldea.

¡Queridos amigos y amigas! En el escudo heráldico de este hermoso pueblo se lee: Omnes Labores Uniti. Todos unidos en el trabajo, en la tarea por hacer pueblo. Lema que condensa el espíritu laborioso de los aldeanos, a tener en cuenta en estos tiempos de crisis económica.

Ojalá estemos siempre unidos en la tarea de pleitear contra el excesivo consumismo y derroche de lo material cuando en otras partes del globo pasan miserias, contra el fracaso escolar, el paro, la droga, el alcoholismo, el racismo y todo lo que degrada al hombre y a la mujer. Frente a los deseados valores, las buenas actitudes, la solidaridad, el máximo respeto por la persona, por las ideas de cada cual…

Que sepamos pleitear contra el deterioro ecológico y arqueológico y la destrucción de nuestros recursos naturales. Sigamos en alto en la solicitud de la nueva carretera, siendo conscientes de la necesidad de preservar el medio natural y, muy importante, de preparándonos para los cambios que con ella pueden venir al pueblo, que no deben afectar a los valores materiales e inmateriales que siempre hemos tenido.

En fin que haya justicia para todos y todas en el más amplio concepto de la misma.

Quiero terminar con el canto al Valle de la Concha:

La Aldea, por tradición
Hospitalaria y gentil,
Encierra bellezas mil
Cautivando el corazón.

En sus noches estrelladas
Es una perla escondida
Que espera la amanecida
Para ser más admirada.

Y de La Aldea, la Playa;
Nunca se podrá olvidar
El hermoso parque abierto
Que en Canarias no hay igual.

Aldea de mis amores
Se te mima por doquiera,
Por tus hermosas mujeres
Y tu eterna primavera.

Quien tú valle ha visitado
Nunca te podrá olvidar
Pues por algo te han llamado
La Concha, Reina del Mar
Y nosotros te llamamos
La Aldea de San Nicolás.


Amigos y amigas: No termino con el clásico final de "he dicho", porque de tanto que hay que decir de La Aldea, no he dicho nada.

Aldeanos y aldeanas: ¡¡ la fiesta ha empezado !!

Que suenen ya las campanas, que tiren los voladores, que ondeen las banderas, que den rienda suelta a los timbres y a las guitarras, que se oigan las folías, que se descorchen las botellas del ron de La Aldea, porque ya empezamos a brindar por todos ustedes en la Fiesta San Nicolás de Tolentino.

De pie, brindamos:

- Que viva el pueblo de La Aldea de San Nicolás.

- ¡ Que viva San Nicolás Bendito !


FELICES FIESTAS


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