Revista nº 1040
ISSN 1885-6039

Dos libros acerca de las relaciones luso-españolas, de Miguel Pérez Corrales.

Jueves, 30 de Agosto de 2007
Antonio Henríquez Jiménez
Publicado en el número 172

Por lo que cuenta el profesor Pérez Corrales acerca de estos Contos, nos podemos explicar la no existencia de traducción al español de esta obra. Ya es hora de que alguien la haga. En vez de gastar aquel dinero en poner en canario el cuento de Caperucita Roja (¿o azul?), el Cabildo de Gran Canaria debió encargar esta traducción. Dice Pérez Corrales: “A través del diálogo se nos presentan distintas reflexiones sobre los mitos insulares: sobre la Atlántida, sobre las Hespérides, sobre los jardines de Armida y sobre San Borondón (…) Andrade Corvo, a diferencia de ese ejército de viajeros europeos que ha infligido tantas páginas de suficiencia burguesa a la realidad canaria, sabe de lo que habla, llegando a citar a Viera, a Humblodt y en dos ocasiones versos de Viana, en concreto los referentes al gofio y al rey Bencomo'.


Aunque sean dos libros no actuales, de última hora, sí lo son por su sugerente contenido. Por eso les invito a leer los iluminadores y apasionados Pirene dieciochesca y Pirene romántica, obras escritas por el catedrático de Filología de la Universidad de La Laguna Miguel Pérez Corrales. Vienen publicados bajo la marca editorial Argonauta, de Tenerife, en 2000 y en 2003 respectivamente.

La primera parte del título está tomada de la obra de Fidelino de Figueiredo, titulada Pirene. Introducción a la historia comparada de las literaturas portuguesa y española (1935). Por sus páginas asistimos a un paseo por las relaciones, concomitancias, alejamientos, acercamientos, paralelismos y divergencias, etc., de las dos más importantes literaturas de la Península Ibérica durante los dos períodos apuntados.

El punto de vista desde el que están escritas estas páginas está mucho más cerca de las tesis más sensatas del estudioso portugués Fidelino de Figueiredo, que de las agudas, pero marcadas “muchas veces por su reaccionarismo españolista”, de Marcelino Menéndez Pelayo. A cada paso se contrastan las opiniones de estos y otros estudiosos de las relaciones entre los dos países. Se reflexiona, pues, sobre las relaciones culturales y literarias hispano lusas durante los dos períodos citados, en sentido amplio, pues el segundo libro llega hasta los albores del siglo XX. El autor nos va presentando a los principales escritores portugueses de las dos épocas, relacionándolos con los españoles de las mismas etapas. Literatura, historia, corrientes filosóficas, sociales, etc., son analizadas en multitud de autores, descendiendo incluso a la ejemplificación curiosa.

En todo momento se hacen referencias a la posición de nuestros escritores canarios, como Viera y Clavijo, el Vizconde de Buen Paso, Clavijo y Fajardo, Iriarte, etc., dándosenos noticias de las traducciones e influencias de éstos.

A la vista de de los nombres que se citan, recuerdo con cuánto entusiasmo le comunicaba Agustín Millares Carlo a Alonso Quesada, en carta de 15 de mayo de 1914, la noticia de que su libro, El lino de los sueños, coincidiría en su aparición con la revista España y con la traducción de la regeneracionista obra de Oliveira Martins –por supuesto citado en estas páginas– (“con la de una gran revista que será órgano de la Liga de Educación Política, que dirige, como sabes, Ortega y Gasset; esto será dentro de unos meses; tu libro saldrá al mismo tiempo que la Historia de la Civilización ibérica de Oliveira Martins”, dice la carta).

Se analizan las relaciones de Manuel do Cenáculo, José de Mascarenhas, Miguel Lopes Caldeira, António José da Cunha, el conde de Ericeira, Verney, Vieira, con los españoles Mayans y Ciscar, Campomanes, Feijoo, Salvador José Mañé. Por los datos aducidos, la conclusión del primer libro es que la ilustración portuguesa tuvo más alcance que la española. Se deja entrever que comprendían mejor los problemas portugueses los autores periféricos de España.


El segundo libro, Pirene romántica, no es menos interesante que el primero. No se reduce al estricto romanticismo, sino que llega hasta el llamado realismo. Se nos presentan nombres, como Almeida Garret, Alexandre Herculano, António Feliciano del Castilho y una serie de revistas portuguesas en que las dos literaturas se ponen en contacto. El tema de las traducciones en ambas lenguas es apasionante. Otro tema interesante abordado en esta segunda Pirene es el del iberismo, de nuevo puesto a la luz en estos momentos por nuestro huésped José Saramago. Por parte española, aparecen los nombres de Rafael Altamira, Juan Valera, Clarín. Muchos otros nombres podrá encontrar el lector por ambos bandos, a cuales más interesantes. Para no alargar el comentario, me referiré solamente a la recepción de Pérez Galdós en Portugal y, con respecto a la literatura de viajes, al curiosísimo libro de Andrade Corvo titulado Contos em viagem, “fantasias filosóficas de D. Facundo Primigenius”, en el que cuenta el viaje realizado a Tenerife.

Por lo que cuenta el profesor Pérez Corrales acerca de estos Contos, nos podemos explicar la no existencia de traducción al español de esta obra. Ya es hora de que alguien la haga. En vez de gastar aquel dinero en poner en canario el cuento de Caperucita roja (¿o azul?), el Cabildo de Gran Canaria debió encargar esta traducción. Dice Pérez Corrales: “A través del diálogo se nos presentan distintas reflexiones sobre los mitos insulares: sobre la Atlántida, sobre las Hespérides, sobre los jardines de Armida y sobre San Borondón (…) Andrade Corvo, a diferencia de ese ejército de viajeros europeos que ha infligido tantas páginas de suficiencia burguesa a la realidad canaria, sabe de lo que habla, llegando a citar a Viera, a Humblodt y en dos ocasiones versos de Viana, en concreto los referentes al gofio y al rey Bencomo. Naturalmente que le interesa sobre todo el pasado prehispánico, y de hecho su narrador, don Facundo, se presenta como un arqueólogo. Sus simpatías, en línea directa rouseauniano-romántica, van claramente hacia los indígenas isleños, vistos como una raza con 'grandeza de carácter', 'magnanimidade' y 'generosa nobreza de sentimento', sojuzgada por la 'implacável crueldade' de los conquistadores, retratados como 'cubiçosos e implacáveis', realizadores de una 'cruel, devastadora conquista'. Es más: los guanches estarían aún vivos en la población”.


Los dos libros están escritos con un desenfado nada académico deseable en otros escritos de la misma índole. La opinión del autor se ve claramente desde la primera página. Se nos presentan las de los más importantes críticos de ambas culturas, no teniendo el autor empacho al defender las suyas, cuando divergen de los otros, incluso con bastante pasión.

Los dos libros nos sirven para recordar, en unos casos, o para enterarnos, en otros, de la dirección de una serie de escritores de las dos lenguas; y constatar cómo se construyen los cánones literarios. Y para darnos cuenta de cuántos libros interesantes hay por ahí esperando que los leamos.

Al final de Pirene romántica se encuentra un índice onomástico de los dos volúmenes, elemento que avalora la utilidad de la obra.

Parece que no va a aparecer la Pirene novecentista, continuación de estos dos trabajos. El autor aduce estudios ya realizados en esta dirección. Sí sería de esperar, al menos, la visión de los autores canarios de la época con respecto a Portugal, y viceversa, con la misma soltura con que Pérez Corrales nos la ha presentado en estas dos Pirenes.


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