Revista n.º 1073 / ISSN 1885-6039

El Molino de Las Mercedes La fuerza de voluntad.

Domingo, 15 de octubre de 2006
El Baleo
Publicado en el n.º 126

Subiendo por la carretera de Las Mercedes, a mano izquierda, nos encontramos con un señero molino de gofio, el de Epifanio, como continúa siendo conocido a pesar de que el molinero ya falleció. Hoy lo regentan Tomás Expósito, de 48 años, y su hijo, Tomás Expósito Santana, de 25.

Foto Noticia El Molino de Las Mercedes 'La fuerza de voluntad'.


Hace seis años que se embarcaron en al aventura de no dejar morir el molino y hoy se encuentran muy satisfechos con la labor que desempeñan.

Ellos nos contaron que, cuando el molino se fundó hace unos setenta años, hubo una fiesta popular y los niños de los alrededores se congregaron ante el gran evento. De ese momento tan significativo guardan como recuerdo algunas fotografías antiguas que se exponen en la zona de la entrada. Reza un lema escrito en las paredes del molino, que está patrocinado por la Virgen de la Candelaria; la razón es la siguiente: en aquellos tiempos de tantas penurias, montar cualquier tipo de industria, aunque fuese pequeña, constituía un gran sacrificio y mucha «fuerza de voluntad», por lo que era costumbre, al igual que hoy, pedir ayuda a las creencias superiores, lo que se pagaba después con el cumplimiento de alguna promesa.


Antigua maquinaria


















El molino «La fuerza de voluntad» ha alimentado a numerosas generaciones, proporcionando, siempre recién molido, el gofito de nuestros antepasados, alimento tan completo y saludable que los canarios comimos muchas veces sin tener otra cosa, y del que descubrimos con los nuevos tiempos sus propiedades casi sagradas, debido a la gran cantidad de nutrientes que aporta, a su fácil realización y a la calidad natural de sus integrantes. A pesar de todo ello, el gofio, nuestro gofito, el que cura las penas, es cada vez menos consumido por las nuevas generaciones.


Año 1942, inauguración del Molino «La Fuerza de Voluntad»

Tomás y su hijo muelen todas las mañanas el trigo que traen de Francia, Alemania o España, ya que en Canarias queda tan poco suelo cultivable que no podemos autoabastecernos de este cereal, gastan diez mil kilos al mes.


Gofio con trigo de Tenerife
En los próximos días, la Sociedad Cooperativa del Campo «La Candelaria» llevará el trigo que cultivan los quince agricultores que conforman su ATRIA para elaborar gofio con trigo de Tenerife, que además tiene la garantía de no haber sido tratas productos fitosanitarios. El gofio se empaqueta en bolsas del propio molino, pero tendrá su etiqueta distintiva con el sello de la Cooperativa. Se venderá en las dependencias de la propia Cooperativa y en el Mercado de La Laguna, y a medida que acreciente la demanda, aumentará su producción. Esperamos, de esta forma, llegar a un mercado que no se encontraba cubierto por nadie -el de la elaboración de gofio con ce producidos en el municipio de La Laguna-, personas particulares que molturaban pequeñas cantidades para consumo propio.

El viejo molino ha sufrido algunas reformas, fundamentalmente para adaptarse a las nuevas normativas: sustituir la madera por acero inoxidable, etc.; a pesar de todo esto, se trabaja casi de forma artesanal, permitiendo llevar a cabo un exhaustivo control del producto y conservando toda la calidad.

El camino del trigo al gofio
El trigo se almacena en un silo hasta que va a ser utilizado. De allí pasa a una máquina limpiadora que selecciona el grano y elimina las impurezas, las cuales se depositan en una zaranda.



Posteriormente, el grano, ya limpio, se introduce en un tambor de acero que gira dentro de la tostadora; éste es calentado a 130° por un soplete, que puede regular la intensidad del fuego. Su paso por este tramo es efímero, ya que entra y sale sobre la marcha; de otra forma, el grano se quemaría.

Una vez tostado se conserva en unas milanas de acero inoxidable durante un día, para que se enfríe. Cuando está frío es conducido a unas tolvas que lo transportarán a su destino final: las piedras.

Trigo almacenado en el silo.


Este artículo ha sido previamente publicado en la revista El Baleo, editada por la Sociedad Cooperativa del Campo La Candelaria.

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