Revista n.º 1064 / ISSN 1885-6039

La Mujer Canaria en la Cultura y la Música Tradicionales.

Miércoles, 8 de marzo de 2006
Amarca (Princesa Aborigen)
Publicado en el n.º 95

La presencia de la mujer en el ámbito de la Cultura Tradicional, y más concretamente en nuestra música, está fuertemente arraigada; no como un proceso individual o vital aislado de gestación, nacimiento, crecimiento y muerte, sino más bien como un proceso social vinculado a distintos aspectos de nuestro acervo cultural. Históricamente, ha estado fuertemente presente en la sociedad canaria. De hecho, en nuestra cultura aborigen son muchos los ídolos femeninos, o representaciones artísticas de órganos sexuales femeninos, que aún hoy en día podemos contemplar y que fueron creados como cultos a la fertilidad femenina.

Foto antigua en blanco y negro de mujer aruquense



Cualquier análisis social y crítico de la mujer canaria estará condicionado por la estructura ideológica que ha impuesto la religión y su incidencia en la moral y en la sexualidad de cada persona.

Este análisis pretende ser una reflexión crítica antropológica y etnográfica del papel de la mujer canaria en nuestra música, y no tanto una exaltación de sus cualidades femeninas.

El ciclo de la vida tiene su génesis en la gestación y, en este sentido, antiguamente se tenía la creencia de si se quería tener una niña la cabecera de la cama debía estar orientada hacia la cumbre. En caso contrario, evidentemente sería varón .

Hasta mediados del siglo pasado, con el nacimiento de la niña o el niño se celebraban las Fiestas de 5 a 9 días, que se llamaban Bailes de la Paría o Velas del recién “parío”, hasta el día del bautizo donde ya se hacía el Baile de Última. Eran noches de fiesta y música, de brindis con anís, ron, vino de la tierra, libras de chocolate, bizcochos lustrados, “juegos de prenda”, piques entre sexos y Aires de Lima. En este entonces estaba generalizado en Canarias la figura del zorrocloco, en la que el marido de la parturienta se acostaba al lado de su mujer o en una habitación cercana, simulando estar enfermo para llamar la atención. Era normal en aquella época darle al zorrocloco agua de polvos de helecho con leche que llamaban aguamanes. Cuando nacía la niña o el niño, el Zorrocloco ordenaba: “Cho, tú que eres la partera tira un puñado de mostaza sobre el tejado, o mejor coloca unas tijeras abiertas en forma de cruz debajo de la cama pa´espantar a las brujas pa´que no se lleven a mi niña”. Así se hacía hasta ser bautizada, mientras el zorrocloco repetía:

Monte mostaza
sobre el tejado
que en esta casa
nada ha pasado.



En las faenas agrícolas de las descamisadas, en los cantos de trabajo, de amorío en los molinos, en los piques, eran fundamentalmente las mujeres las que cantaban, porque de esa manera mantenían el ritmo de trabajo y alegraban la rutina y las fatigas de la faena con sus cantares pícaros.

En estas actividades no sólo se cantaba para “matar el tiempo” durante los quehaceres, sino que se aprovechaba para promover los contactos amorosos. De ahí también que al sirinoque se le llame tradicionalmente Canto de Relaciones.

Este tipo de piques no sólo se realizaba con los cantares, sino también en el baile, con la aceptación o no de bailar con la pertinente autorización maternal, con el movimiento del cuerpo, con la colocación o no de la “retranca”; y en ello el ejemplo más elocuente es el papel activo de la mujer en el Baile del Vivo, donde con sus gestos pantomímicos se insinúa y juega con el hombre. Es uno de esos pocos casos en la Música Tradicional Canaria donde la mujer sale como triunfadora, ya que el baile siempre acaba cuando ella le tira el sombrero al hombre.

Otro aspecto fundamental del papel de la mujer en la música canaria es el papel de algunas solistas que fueron bandera de nuestra música en las islas y fuera de ellas. Hay autores o compositores cuyas obras están vinculadas a una solista femenina, por ejemplo nuestro Néstor Álamo y Mary Sánchez. También hay otras grandes solistas que han desempeñado su trayectoria musical de forma más o menos individualizada como Mary Sánchez y Los Bandama, Olga Ramos y Los Zebenzuí, o María Mérida, Lita Franquis...

Otro fin social que sigue vivo en nuestras costumbres es la veneración a la Madre en sus formas cristianizadas como Vírgenes. La preeminencia espiritual de la Madre -las divinidades femeninas frente a las divinidades masculinas- es otro elemento contrapuesto entre la cultura popular canaria y las culturas europeas que han transitado por el Archipiélago. De hecho las siete Islas tienen siete Vírgenes como Patronas Insulares.

El Romancero Tradicional Canario presenta fundamentalmente una visión masculina de los hechos narrados: es la mujer vista a través de la perspectiva del hombre. Aún así parece obvio el papel absolutamente predominante que la mujer ha tenido sobre el varón en lo relativo a la transmisión del romancero oral. Las mujeres suelen desempeñar el papel de víctimas del varón. Son mujeres insatisfechas, malas o perversas, ultrajadas o inducidas al incesto. Incluso sus rasgos físicos son definidos normalmente a partir de los gustos masculinos, de ahí lo de joven y hermosa. Se dice que “hablar de mujer es hablar de amor”, y ese carácter sentimental de amor o desamor, de deseo... se encuentra presente en el corpus de nuestro Romancero.

Todas las culturas responden a la relación madre-hijo/a, no sólo como un proceso individual, sino también social. Y este es el caso de Canarias, donde la ideología de la maternidad está fuertemente ligada al ámbito social, como se demuestra en muchas coplas o frases hechas: “Padres puede haber muchos, madre sólo una”; o las abuelas que dicen: “Los hijos de mis hijas mis nietos son, los de mis hijos serán o no”.

El concepto de la maternidad está muy arraigado en Canarias. Nos referimos a “las madres del vino", "salirse de madre", "no sentarse las madres", "Madrelagua", etc. Y todas ellas tienen sentido de esencia, de vida. En cambio, su opuesto no es el de “padre”, sino el de ”macho”. La madre tiene identidad, el padre es la indiferenciación; así es fácil escuchar a alguien que pregunta a un niño “¿De quién eres?“ y el niño siempre contestará: “Yo soy el hijo de Juanita“. Responderá por su relación maternal.

La mujer, en la sociedad canaria, no ha sido sólo “la dadora de la vida” sino también “la gestora de la muerte”. Es decir, no sólo eran comadronas o parturientas, sino también preparaban la mortaja del fallecido. En cambio, no asistían a la conducción del cadáver a la iglesia, ni al cementerio. En Canarias la estructura autoritaria patriarcal ha sido relevante a nivel social y familiar, pero de la mujer canaria siempre se ha dicho que “ha sido antes madre que esposa“.

Todo este tipo de relaciones socio-familiar, ese vínculo materno-filial... se ha visto reflejado en nuestra música canaria, fundamentalmente en las Malagueñas. De ahí el que se le suela llamar Canto a la Madre.

También la vestimenta tradicional ha sido un elemento que ha condicionado la vida social de la mujer canaria a lo largo de muchos años. Por ejemplo en Mácher (Lanzarote) tradicionalmente se diferenciaban a las mujeres solteras con pamela de tela y a las casadas con sombrero de paja.

Otro dato curioso al respecto de los indumentos tradicionales es el hecho de que las mujeres no pueden participar en Las Libreas, uno de los actos más populares en algunos pueblos de Tenerife. Sin embargo, los hombres que danzan salen vestidos con llamativas ropas femeninas.

Hasta hace unas décadas (mitad del siglo pasado), ha habido algunas fiestas populares en las que las mujeres estaban marginadas. Por citar un caso, las de clase media tenían prohibida su participación en la Rama de Agaete.

También hasta hace poco tiempo a las mujeres no se les dejaba participar en Los Ranchos de Ánimas o Pascuas, excepto en el de Tasarte de La Aldea, y su papel se limitaba a atender al rancho y a las cuatro doncellas, supuestamente vírgenes, que doblaban el paño por las cuatro puntas. Ya hoy en día sí participan en algunos ranchos, incluso de cantadores de adelante, como es el caso del Rancho de Arbejales.

En este sentido, el proceso de evolución social, en el que la mujer va obteniendo y ejerciendo nuevos derechos, ha permitido que tenga un papel más autosuficiente, como es el caso de la Fiesta de las Mujeres, llamada así puesto que está organizada por ellas y donde, incluso, ellas mismas cargan a la Virgen en procesión. Dicha fiesta se celebra en septiembre, sin fecha fija, en La Galga de Puntallana, en La Palma.


BIBLIOGRAFÍA.

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. Elfidio Alonso. Folklore canario. Edirca, 1985

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