Revista nº 1040
ISSN 1885-6039

Los mayores alojados en las residencias herreñas aprenden a trabajar el barro.

Domingo, 10 de Septiembre de 2006
Redacción BienMeSabe
Publicado en el número 121

El Cabildo de El Hierro está impartiendo un curso sobre artesanía del barro para los mayores alojados en las tres residencias de ancianos que gestiona en la isla: la de La Frontera, El Pinar y Valverde.



El curso corre a cargo de la artesana local Ana Teresa Molina con más de 20 años de experiencia.

“Creemos que esta es una actividad muy interesante para nuestros mayores ya que les permite encontrar una actividad placentera que le aporta, además, un necesario ejercicio para mejorar la movilidad de sus manos”, explica la consejera de Servicios Sociales, Belén García.

Ana Teresa Molina llegó a la artesanía por casualidad en 1978 tras asentarse en El Hierro (nació en Venezuela) tras casarse con un herreño. De alumna pasó muy pronto a profesora. De sus manos salen los famosos braseros, tostadores, ollas y jarretas de la artesanía insular.

Los mayores alojados en la residencia de El Pinar reciben el curso los jueves de 11 a 12:00 horas; en Frontera, los miércoles de 10 a 12:00 y en Valverde, los martes de 10 a 11:15 horas.

Actualmente, El Hierro cuenta con tres hogares residenciales para la tercera edad, ubicados en las localidades de La Frontera, El Pinar y Valverde. El Cabildo de El Hierro atiende a un total de 76 mayores de la isla en esos centros.

En ellas se trabaja la promoción de la salud, prevención de riesgos, rehabilitación y mantenimiento de facultades físico-sensoriales y psíquicas, en constante coordinación con los servicios médicos, explica la consejera.

Sus objetivos son atender la necesidad social que demandan los mayores de la zona, mejorar la calidad de vida de los mayores que no pueden permanecer en sus domicilios, crear un ambiente agradable y acogedor, aumentar la autoestima del usuario y lograr que éste se sienta útil y querido, entre otros.

“Intentamos con acciones como ésta que nuestras residencias se conviertan en verdaderos hogares para nuestros mayores y, a su vez, en centros que faciliten su participación en la sociedad, favorezcan su desarrollo cultural y les ayude a prevenir posibles incapacidades”, afirma García.

Dentro de cada centro se celebran los cumpleaños, se hacen fiestas y bailes, juegos de mesa, manualidades, se fomenta la lectura, ejercicios de psicomotricidad y gimnasia preventiva, ejercicios religiosos, entre otros que se suman a las actividades fuera de las residencias como los paseos, excursiones, participación en fiestas patronales, intercambios con otros colectivos de mayores, etc.

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