Revista n.º 1073 / ISSN 1885-6039

San Martín de Tours. El festejado santo de noviembre.

Viernes, 10 de noviembre de 2006
José Guillermo Rodríguez Escudero
Publicado en el n.º 130

En la noche del 10 de noviembre, en su víspera, se abren las bodegas para jurar las pipas y degustar los nuevos caldos y los añejos. Se hacen impresionantes hogueras donde se queman los muebles y objetos viejos y obsoletos. Los estudiantes se fugan de clase. En Tenerife es famosa la Fuga de San Diego, y en La Palma la Fuga de San Martín. En cuanto a la relación de un santo con los mostos, en Tenerife se hace por San Andrés, a finales de noviembre, y en El Hierro por San Simón, con particular devoción en Sabinosa, a finales de octubre.

Hoguera de San Martín, en la isla de La Palma.



Mujeres hermosas y apuestos galanes, reunidos fraternalmente en sus hogares, improvisan festivos versos o recitan estrofas de nuestros poetas clásicos y entablan diálogos llenos de animación y de viveza de colorido local en los que se chispea la gracia, y se juntan las manos para aplaudir el calembour que, como arma de doble filo, recorre el perímetro de la sala...

Viera y Clavijo.



El antiguo patrón de los caballos y las ocas era San Martín de Tours, nacido entre el año 317 y el 326 en Panonia, actual Hungría. También ejercía su patronazgo sobre los jinetes, soldados, mendigos, sastres, peleteros, vendedores de paños, curtidores, bebedores y los borrachos (porque uno de sus milagros consistió en haber convertido el agua en vino).

En las iglesias y ermitas dedicadas a este santo milagroso y caritativo, había herraduras prendidas en la puerta: eran las ofrendas de los dueños, a modo de exvotos. En el interior de los templos llegaron incluso a ser de oro y metales preciosos. Es precisamente este santo obispo de Tours y Apóstol de las Galias -cuyo atributo llegó a ser después del Renacimiento una oca o pato silvestre (su fiesta, el 11 de noviembre, coincide con el vuelo migratorio de estos animales)- al que, en ciertas comarcas, es invocado contra las enfermedades de los animales domésticos.

Es esta una fiesta de marcada raigambre popular en toda La Palma, directamente relacionada con la apertura de las bodegas para probar el vino nuevo.

En esta Isla, desde el siglo XVI, la onomástica de San Martín marcaba el ciclo agrícola de la vid. El santoral católico señalaba los períodos contractuales agrarios en la Isla. Mientras el arriendo de tierras de cereal lo marcaba San Juan, las del vino y vendimia las marcaba San Martín. Era la fecha escogida por los vinateros palmeros para apreciar el resultado de los mostos.

Las personas congregadas en una casa, para festejar el Santo, que se negasen a pronunciar brindis en prosa o en verso o a tomar de los distintos vinos que están en botellas sobre la mesa -los cuales son ofrecidos galantemente al bello sexo por muchachos de quince hasta los cincuenta abriles-, serán objeto de los más agrios reproches por parte de los que invitan…

En el trabajo de la periodista y abogada llanense Mª Victoria Hernández sobre las tradiciones y fiestas palmeras se cita una costumbre generalizada que consistía en regir la duración de los contratos y obligaciones por los ciclos festivos del calendario litúrgico y San Martín era uno de ellos. El escribano Domingo Pérez recogía el 9 de diciembre de 1546 que doña Isabel Borges, mujer de Pedro Hernández de Buenavista (…) pagará por el día de San Martín, primero siguiente.

Actualmente no se conoce a nivel nacional una celebración de este Santo relacionada con el vino nuevo pero sí con la “matazón de cochino”. En algunos países europeos sí existe esta relación.

Lagar tradicional de la isla de La Palma.
Lagar tradicional.

La fiesta de San Martín el 11 de noviembre, que conmemora sus exequias, era muy popular. Y señalaba el comienzo del invierno. Ese día se comía la oca de San Martín, se bebía el vino nuevo llamado el vino de San Martín y se encendían fuegos de fiesta, como el día de San Juan. En un país de viticultores, los santos más populares son aquellos que se interesan por las vendimias. San Martín (en francés Martin) rima con vino (vin). Da fe de ello un proverbio de la Edad Media.

San Martin boit le bon vin
Et laisse l’eau courre au Moulin
(San Martín bebe el buen vino
Y deja que el agua corra al molino).



El escritor lanzaroteño Isaac Viera estuvo en la Isla Bonita a finales del XIX y fue testigo ocular de las celebraciones o “Sanmartines”, que ya se llamaban costumbres inmemoriales. Nos decía: el pueblo de La Palma tiene su hermosa noche de San Martín, noche de luz, de amor y poesía, porque corre la sangre de Cristo en los hogares, comunicando fuego pasional y vida al corazón . Otra redondilla del mismo autor continuaba: Y se ven guiños de ojos/ de sanas, tuertas y mancas/ y descomunales trancas/de sanos, tuertos y cojos…

No existe en todo el territorio insular ningún San Martín de Tours al que hacerle alguna romería o procesión, aunque es uno de los santos más celebrados. En la noche del 10 de noviembre, en su víspera, se abren las bodegas para jurar las pipas y degustar los nuevos caldos y los añejos. Se hacen impresionantes hogueras donde se queman los muebles y objetos viejos y obsoletos. Los estudiantes se fugan de clase. En Tenerife es famosa la Fuga de San Diego, y en La Palma la Fuga de San Martín. En cuanto a la relación de un santo con los mostos, en Tenerife se hace por San Andrés, a finales de noviembre, y en El Hierro por San Simón, con particular devoción en Sabinosa, a finales de octubre.

Todos se unen a la celebración.

Los palmeros pobres y ricos se dan cita al ocultarse el sol tras los empinados montes, para celebrar la fiesta de Baco, no con pan ázimo ni coronando su frente con los pámpanos de las vides, a usanza de los antiguos griegos, sino escanciando varias copas de lo blanco y de lo tinto en la intimidad de las familias. La gracia, la donosura y la agudeza de ingenio se derrochan en esas veladas, que recuerdan los regocijos de las bacanales helénicas…

Al festín se suma el pescado salado, el cochino a la brasa de carbón vegetal, las castañas, las hogueras, el sonido de los bucios mientras se cantan las populares coplas anónimas: Saran Martín/ tirin tintín/ fuego a la castaña/ y mano al barril… Todos los palmeros, desde pequeñitos, cantábamos estas estrofas mientras rodeábamos corriendo las diversas hogueras que se nos antojaban gigantescas. Varios días antes los vecinos habían trasladado desde sus casas los muebles y trastos viejos para hacer la pira. Muchos de nosotros hacíamos bailar las latas llenas de teas encendidas en torno al fuego. Cuando ya las brasas hacían su aparición, era cuando saltábamos sobre ellas, demostrando a nuestros aterrados progenitores cómo habíamos crecido… Ya éramos unos hombrecitos orgullosos y contentos por la proeza… aunque con la consiguiente regañina de nuestros padres porque nos recordaban que íbamos a orinarnos en la cama por jugar con fuego. Y así era en la mayoría de las ocasiones.

Gentiles señoritas de oído detestable, que no poseen ni un átomo de voz, y que por lo mismo jamás cantan en público ni en privado, en la noche de San Martín, inspiradas por los vapores del tintillo, gritan hasta enronquecer isas y rondeñas, contrastando notablemente con las armoniosas voces de otras jóvenes, que con los gorjeos arrulladores de su privilegiada garganta deleitan al auditorio…

En Villa de Mazo, por ejemplo, al ser una tierra muy vinculada al cultivo de la vid, esta festividad adquiere un significado especial. Se ha rescatado afortunadamente la celebración después de haber sufrido una decadencia. Una hija del pueblo, doña Pancha “Rastera”, lo nombraba en sus ingeniosos versos:
Comida típica que se suele utilizar en las festividades canarias, por ejemplo, en la de San Martín de Tours de La Palma.
Ya no se matan cochinos
El día de San Martín
Ya no se empina el barril
En casa de los vecinos.
Ni se van probando vinos
Ni un solo bucio tocar;
Ni las canciones cantar
Porque ninguno te invita
Muchos van a La Bajita
A ‘Casa de Goyo’ a cenar.


Es precisamente en este bello municipio palmero donde se ha recuperado esta placentera y relajada fiesta, en la que se bebe, se come, se canta…; en la que los vecinos se relacionan, se liman asperezas, se enamoran o discuten y los forasteros se sienten como en su casa… en las que se sigue tocando el bucio (caracola marina), anunciando los nuevos caldos, el jolgorio, las hogueras, las parrandas, las alegres veladas en pajeros y bodegas dispersas por toda la geografía insular donde se guardan las pipas de vino y se improvisan versos, cánticos, juegos, chistes… Una celebración que ha alcanzado cierta identidad en todos los pueblos de San Miguel de La Palma.

En Mazo, concretamente, se organizaban grandes verbenas en la plaza del Ayuntamiento. Así, en el Acta de Plenos de octubre de 1946, por ejemplo, se autorizaba el baile en el llamado Verano de San Martín.

Una época en la que las familias cenaban en la víspera en las bodegas y al día siguiente se solía obsequiar a las amistades con fruta del tiempo y vino. También Viera decía que desde el día en que se abren las bodegas, el mismo cosechero que le negó a su mejor amigo un racimo, le hace regalos de vino por garrafones y barriles…

Existía una gran competencia en guardar la mayor cantidad de mosto que existía entre los viticultores palmeros, lo que les llevaba a encerrar celosamente el fruto de sus parras. El que reciba un racimo de un viticultor palmero, tiene que ser muy íntimo de éste.

Se aprovecha a hacer la matanza del cerdo, definido en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua como sanmartín. También es muy frecuente el dicho: A todo cerdo le llega su sanmartín.

Cochino asado, frecuente en las celebraciones de San Martín de Tours, en la víspera del 11 de noviembre en la isla de La Palma.


En definitiva, los patronos de las cosechas y ganaderías están relacionados con aquellos Santos invocados a favor de la lluvia o contra las tempestades, sequías, pedriscos y plagas del campo. Cada comarca o lugar acostumbra a tener su abogado especial con motivo de venerar allí reliquias o de tener una ermita dedicada. Sin embargo, en el caso de San Martín, esto en La Palma no se cumple. El santo invisible del que nada se sabe es tan sólo un pretexto para cumplir con la tradicional fiesta, tan anhelada por el pueblo palmero.

Esta es la fiesta canaria,
La fiesta canaria, la del ventorrillo,
La que huele a carne en adobo
Y a vino tintillo.
Donde se baila y se canta
La isa del campo alegre y valiente
Y entre el sonar de guitarras
Cantando estribillos repite la gente (…)
Tras el Santo, un campesino
Paga una promesa con muda plegaria,
Mientras, lejano, un timplillo
Repica y pregona la fiesta canaria.

(Canción popular canaria)


Bibliografía.

Acta de Plenos del Ayuntamiento de Villa de Mazo, sesión de 26 de octubre de 1946.
HERNÁNDEZ MARTÍN, Luis Agustín. Protocolos de Domingo Pérez, escribano público de La Palma (1546-1553), Caja General de Ahorros de Canarias, 1999.
HERNÁNDEZ PÉREZ, María Victoria. La Isla de La Palma. Las Fiestas y Tradiciones. CCPC, 2001.
MARTÍN TEIXÉ, José Luis. Las décimas de doña Pancha. Edición del autor con la colaboración del Ayuntamiento de Villa de Mazo, La Laguna, 1992.
REAU, Louis. Iconographie de l’Art Chrétien, PUF, Paris, 1950.
RODRÍGUEZ ESCUDERO, José G. «Algunas advocaciones palmeras y su relación histórica con la ganadería, el hombre y el medio», El Pajar, Cuaderno de Etnografía Canaria, II época, nº 18, La Orotava, 2004.
VELÁZQUEZ RAMOS, Cirilo. Historia General de Villa de Mazo, CCPC, Ayto. Villa de Mazo, 1999.
VIERA, Isaac. Costumbres Canarias. Imp. y Lit. A. J. Benítez. Santa Cruz de Tenerife, 1916.

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