La sociedad lanzaroteña tradicional concibió siempre el agua como un bien otorgado por la naturaleza que debía ser compartido. Su escasez obligó, tanto a la solidaridad como al ingenio, a forzar a los conejeros hasta no hace tanto tiempo a idear fórmulas para su almacenamiento, conservación, manipulación y distribución. Todavía hoy es digna de admiración la inteligencia con la que se dibujaron sobre el paisaje insular gavias, acogidas y maretas, obras de ingeniería civil que mantendrían intactas sus posibilidades de uso en caso de que fuera necesario.

Para la elaboración del libro, que recoge esta sabiduría ancestral, se ha analizado la situación de los depósitos y tomado muestras de agua para su análisis. El resultado refleja que la mayoría de los depósitos han sido privados de acogidas y que ninguna muestra de agua resulta apta para el consumo humano. Un elevado número de fuentes, rezúmenes, maretas, aljibes, tanques y pozos permanecen hoy sin uso útil, subsistiendo en el paisaje como confirmación del sediento pasado insular.

Según aclara el consejero de Política Territorial, Medio Ambiente y Patrimonio Histórico del Cabildo, Carlos Espino, “el libro no aspira a convertirse en manual para resolver la falta de agua en la isla, pero sí nos enseña la importancia de atender a esta realidad con un enfoque integrador desde el punto de vista social, económico y cultural, en estos tiempos en los que la crisis del agua se ha convertido en un problema a nivel planetario”. En este sentido, Espino recuerda que la construcción de gavias, nateros o traveseros protegió el suelo, evitó la desertificación, rentabilizó la captación del agua de lluvia y contribuyó a la producción de alimentos y por tanto, al autoabastecimiento de la Isla.

El libro La cultura del agua en Lanzarote será una de las aportaciones de Lanzarote a la Expo Zaragoza 2008, dedicada al Agua y el Desarrollo Sostenible.