Revista nº 1037
ISSN 1885-6039

La Reserva Mundial de la Biosfera La Palma obtiene el Premio César Manrique 2006.

Viernes, 02 de Junio de 2006
redacción BienMeSabe/ Mundo La Palma
Publicado en el número 107

El jurado del Premio César Manrique 2006 ha resuelto otorgar el galardón de este año a la Reserva Mundial de la Biosfera de La Palma, “por su dilatada y ejemplar trayectoria desde su creación en 1983, y posterior ampliación en 1998”.



A juicio del jurado, la Reserva de la Biosfera de La Palma obtiene este premio “porque se ha convertido en un modelo de desarrollo sostenible, a trasladar al resto del Archipiélago, donde se han puesto en práctica acciones que combinan la conservación y el desarrollo, apoyándose en los conocimientos y en la participación activa de la población local”.

El Consejero de Medio Ambiente y Ordenación Territorial del Gobierno de Canarias, Domingo Berriel, que dio la enhorabuena al gerente de la Reserva de la Biosfera, Antonio San Blas, y al presidente del Consorcio, José Luis Perestelo, ha destacado la labor de la Reserva "en el sentido de que ha sabido encajar armoniosamente la pareja progreso/ sostenibilidad, combinando el desarrollo rural con el económico, de una manera modélica, referente no sólo en Canarias, sino también referente estatal e internacional”.

El jurado del premio estuvo compuesto por el director general del Medio Natural, Juan Carlos Moreno; la directora de Televisión Española en Canarias, Ángela Navarro García; el catedrático de Zoología de la Universidad de La Laguna, Alberto Brito Hernández; el delegado de Medio Ambiente de TUI España, Alejandro Hidalgo Pérez; el jefe del servicio de Medio Ambiente del Cabildo Insular de Gran Canaria, Víctor Montelongo, y el representante del departamento de Biología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Ricardo Haroun.

El gerente del Consorcio, Antonio San Blas, señaló que “recibir este premio es un orgullo para la Reserva de la Biosfera La Palma, y para el conjunto de ciudadanos de la Isla, en el que se reconoce ese hacer armonioso entre progreso y sostenibilidad, y al mismo tiempo es una responsabilidad que nos invita a seguir trabajando en defensa de nuestros valores ambientales, culturales y de modelo socioeconómico”.

La isla de La Palma fue la primera entre las Islas Canarias en contar con una Reserva de la Biosfera.

La finca “El Canal y Los Tiles”, ubicada en el noreste de la isla y con una superficie de 511 hectáreas, fue adquirida por el Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ICONA) en el año 1977, estableciendo, mediante Resolución de 16 de noviembre de 1982 las Normas Especiales para la protección del monte El Canal y Los Tiles, quedando prohibida con carácter permanente la explotación con fines económicos de cualquiera de sus recursos naturales.

Con posterioridad, el 30 de junio de 1983, la UNESCO declara la finca como Reserva de la Biosfera de El Canal y Los Tiles, integrándose en la Red Mundial de Reservas de Biosfera del programa MaB (Man and Biosphere).

El objetivo de protección de la originaria Reserva de la Biosfera El Canal y Los Tiles era la Laurisilva Macaronésica, y sin embargo, el papel de las Reservas de Biosfera evolucionó vertiginosamente para convertirse en referentes pioneros del desarrollo sostenible.

Por lo que pronto, a pesar de los indudables valores del espacio y de la escuela que supuso esta Reserva de la Biosfera en Canarias para la conservación e investigación de estos hábitats, el territorio designado se convirtió en un corsé que impedía cumplir adecuadamente con las tres funciones que el programa MaB encomienda a las Reservas de la Biosfera (conservación, logística y desarrollo). Sólo parcialmente dos de estos aspectos podían abordarse de manera adecuada con el reducido espacio de la primigenia Reserva de la Biosfera.


Caldera de Taburiente.

Ello lleva a que en los años 90 del pasado siglo se proponga una ampliación del espacio protegido, y que en 1997, el MaB aprobara esa primera ampliación, con lo que la Reserva de la Biosfera pasó a comprender un territorio de 13.931,15 hectáreas (19,67 por ciento de la superficie insular), 27 veces mayor que aquel emblemático espacio de la finca El Canal y Los Tiles.

De hecho, las 511 hectáreas de la primera declaración permanecen como zona núcleo de la Reserva de la Biosfera, pero el ámbito protegido abarca ya una comarca completa, desde la cumbre al litoral.

La Reserva de la Biosfera experimenta un cambio nominal, ya que pasa a denominarse “Reserva de la Biosfera Los Tiles”, pues al ampliarse el territorio deja de estar asociada únicamente al nombre de la finca sobre la que se había articulado la primera declaración.

En el contexto del nuevo territorio aparece ya una gran representación de los hábitats de la isla de La Palma, con toda la diversidad que aporta el tránsito desde la costa hasta la cumbre, y muy especialmente entra en juego el papel de los habitantes de la zona como artífices de un nuevo modelo de desarrollo integrado en los fines de la Reserva de la Biosfera

Desde que en 1983 se declararon aquellas 511 hectáreas, la sociedad insular ha madurado hacia una mayor valorización del medio natural y una progresiva concienciación sobre el uso de los recursos, donde, en paralelo, se ha incrementado de forma espectacular el nivel de participación ciudadana y los canales de información sobre los objetivos de las Reservas de la Biosfera.

Dentro de este marco, este efecto beneficioso se proyectó al resto del territorio insular, y, así, en Sesión Plenaria del Consejo Internacional de Coordinación de la UNESCO, celebrada en París el día 6 de noviembre de 2002, se acordó la aprobación del expediente de ampliación de la Reserva de la Biosfera Los Tiles a la totalidad del territorio insular y se toma nota de su nueva denominación “Reserva Mundial de la Biosfera La Palma”.


Costa Suroeste de La Palma.

Esta declaración de un territorio insular completo como Reserva de la Biosfera supone desde luego un cambio de perspectiva, respecto a las primeras declaraciones, en la medida que se entiende que en este tipo de lugares de reducido tamaño, amplia fragilidad y complicada convivencia de la conservación y el desarrollo socioeconómico, no se puede fragmentar el territorio nuevamente para la conservación, sino que es necesario articular una respuesta integral a una situación tan compleja.

La práctica internacional ha demostrado que esta es evidentemente una de las características de las pequeñas y medianas islas, donde los territorios y las actividades humanas se interrelacionan de forma constante y cambiante, resultando muy difícil abstraer de la insularidad espacios de cierta magnitud.

Además, en el caso de La Palma, los avances en materia de gestión y desarrollo generados en el ámbito de la nueva reserva, así como la estrategia del Programa MaB, comenzaron a influir rápidamente en el resto del territorio insular.

De hecho, en los últimos tres años, se produce un proceso de asimilación en el que las estrategias e iniciativas orientadas al desarrollo sostenible, generadas o no en el seno del actual ámbito de la Reserva, adoptan la formulación de iniciativas, planes y programas coincidentes con la estrategia trazada para la Reserva de Biosfera.


De camino a Marcos y Cordero.

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