Revista n.º 1068 / ISSN 1885-6039

Los Indianos. La Tradición. El Desembarco. Los Polvos de Talco. Santa Cruz de La Palma.

Lunes, 27 de febrero de 2006
José Guillermo Rodríguez Escudero
Publicado en el n.º 94

La popular parodia que, de forma tradicional, se celebra en Santa Cruz de La Palma cada Lunes de Carnaval (hoy mismo), tiene como único y divertido fin, de forma, eso sí, respetuosa, cariñosa y elegante, el caricaturizar el desembarco de los emigrantes palmeros, “señores muy conocidos con sus esposas y sus hijos vestidos de isleños que regresaban a Cuba al son del ritmo de allí”.

Foto Noticia Los Indianos. La Tradición. El Desembarco. Los Polvos de Talco. Santa Cruz de La Palma.



Era tan significativo y considerable el flujo de pobladores desde La Palma a Cuba, que las comunicaciones entre la Gran Antilla y la canaria eran más importantes incluso que con el resto del Archipiélago a finales del siglo XIX y XX. Como nos recuerda don W. Rodríguez Brito: “En 1900 salían regularmente desde el puerto palmero con destino a La Habana siete servicios mensuales, frente a los cuatro servicios interinsulares o el único que unía a La Palma con Cádiz”.

La pintura de J.B Fierro es “posiblemente el icono más representativo en la pintura canaria sobre la iconografía del indiano, es decir, del emigrante isleño que, después de haber hecho fortuna en América, regresaba al terruño haciendo visible ostentación de su riqueza; y, en suma, el contraste entre el triunfo personal y el atraso secular de la sociedad campesina canaria”. Ya lo dice el Diccionario: “Dícese del emigrante que vuelve rico de América”.

La popular parodia que, de forma tradicional, se celebra en Santa Cruz de La Palma cada Lunes de Carnaval (hoy mismo), tiene como único y divertido fin, de forma, eso sí, respetuosa, cariñosa y elegante, el caricaturizar el desembarco de los emigrantes palmeros, “señores muy conocidos con sus esposas y sus hijos vestidos de isleños que regresaban a Cuba al son del ritmo de allí”.

El Sr. Alcalde Presidente del Excmo. Ayuntamiento de la capital ya lo decía en el prólogo del programa oficial del Carnaval de este año: “Cuando se habla del Carnaval de La Palma, se debe hacer mención expresa a su tradicional Día de Los Indianos, acto que a lo largo del tiempo ha ido calando en nuestra costumbre popular, uniendo, año tras año, a la gran mayoría de los palmeros que, con sus blancas vestimentas y sumergidos en una batalla de polvos, llenan de vida y de júbilo la ciudad. Acto singular y propio que hace diferente nuestro carnaval y que ha despertado el interés y curiosidad de muchas personas (...)”.

Esta escena pictórica ha sido asumida, con acierto, como imagen-símbolo que mejor identifica a “Los Indianos”. Así, el cartel anunciador de ese día de las “Carnestolendas” santacruceras, publicado por el Excmo. Ayuntamiento de esta ciudad, se ha convertido en todo un símbolo de estas fiestas. Numerosos participantes también portaban un alfiler pinchado en la solapa de las chaquetas o guayaberas con esta insignia en metal.

A esta curiosa celebración se unió más tarde la ancestral costumbre de los empolvados, peculiar tradición de los carnavales de Santa Cruz de La Palma.

El contemporáneo de Fierro Van de Walle, Isaac Viera, señala cómo en los días de las Fiestas Lustrales en honor a Nuestra Señora de Las Nieves, discurrían por las calles numerosos “indianos con el indispensable sombrero ‘Panamá’, venidos de Cuba a gozar los festejos que el pueblo palmero consagra a la venerada imagen”, a “La Morenita”.

“Era la época -escribe nuestra querida y admirada periodista María Victoria Hernández- en que los grandes veleros surcaban el Atlántico haciendo la carrera de Indias, tiempos de ensueño, esplendor y riqueza enfrentados a la decadencia de una España que veía desmembrarse su imperio de ultramar. El lema que atrajo a la emigración a América fue la conocida frase ‘cinco años y una fortuna’”, sugiriendo el retorno del indiano a disfrutar de la Bajada Lustral (cada cinco años).

Esta ingeniosa tradición, concebida tal y como la conocemos actualmente con la generalizada denominación del “Desembarco de Los Indianos”, una expresión festiva y una explosión de regocijo popular, una gigantesca cabalgata blanca bajo una nube inmensa de polvo que, en definitiva, es una idea “muy exportable”: es económica y no presenta dificultad alguna.

Es una lástima que el Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma no haya patentado esta idea tan nuestra, por lo menos es lo que tenemos entendido. Posiblemente, al no tratarse de la “Negra Tomasa”, por ejemplo, que sí podría ser patentada -un símbolo físico inseparable de nuestras fiestas blancas-, sino de una costumbre multitudinaria, etc., puede que no sea esto posible.

Por este motivo, se está observando una ascendente proliferación de “indianos” fuera de las barreras insulares. Los Indianos son de La Palma y “punto”, como dicen los más exacerbados, dolidos por las copias que se están viendo “por ahí fuera”. Si algún avispado “patenta la idea” o “registra la propiedad”, como se ha oído estos días, se acabarían nuestras fiestas más multitudinarias y participativas. Para conseguir algo, pensamos que, sería necesario que el Ministerio designara a nuestros “Indianos” como “Fiestas de Interés Turístico Nacional”, o por qué no, “Internacional”, como algo más lógico. Son estas fiestas las que nos hacen diferentes a los otros Carnavales copiados de los de Brasil.

En cualquier lugar del territorio palmero se “corre” el Carnaval, con música y con “polvos de talco”. Auténticas batallas “incruentas y blancas” de miles de kilos de oloroso polvo de talco inundan todos los rincones, especialmente los de la capital durante este “día grande”. Es una de las máximas expresiones de alegría del palmero, a pesar de que arrojar salvados, polvos y harinas se encuentra entre los más antiguos ritos del Carnaval en España desde el siglo XIV. Actualmente no existe otro lugar conocido en el que se lleve a cabo un espectáculo de estas características asumido como propio por un pueblo orgulloso actuando al unísono, sin ningún programa que lo limite. El pueblo comienza a andar por voluntad propia y es cuando empiezan “Los Indianos”.

El arcediano don José Viera y Clavijo es uno de los primeros que escriben en Canarias sobre esta costumbre carnavalera: “Todo son juegos, chanzas, diversiones/ya arrojan al cabello limpios talcos (...)”.

La periodista palmera María Victoria Hernández hace un exhaustivo y completo estudio sobre los “empolvados, huevos rellenos, agua e inmundicias y otras costumbres del carnaval canario”, en su obra, que recomendamos, titulada La Palma. Sus Fiestas y Tradiciones.

También allí se recoge una de las primeras manifestaciones directas de empolvados que conocemos. El periódico El Ómnibus, el 30 de marzo de 1867, publica una crónica fechada en Santa Cruz de La Palma que dice, entre otras cosas: “(...) todos los juegos se reducen á tirar á las ventanas huevos llenos de harina ó polvos de olor (especie de bombardeo); entrar en las casas a empolvar y bailar; máscaras y parrandas por la calle (...)”.

El carnaval de las clases más adineradas se festejaba en los interiores de las sociedades y clubes de Santa Cruz de La Palma. Sin embargo, para el otro carnaval que se celebraba simultáneamente en la calle, las autoridades no cesaban de promulgar edictos y decretos que finalmente acabaron por abolir esta costumbre en todas las islas.

En definitiva, los empolvados eran molestos y había que erradicarlos. El periódico palmero El Tiempo, de 26 de enero de 1928, publicó una nota de la Alcaldía de la capital que decía: “Relacionado con la prohibición hecha por el Sr. Delegado de arrojar polvos y harinas… antigua tradición que no está en consonancia con la cultura de esta ciudad, el Sr. Pérez González nos ha manifestado que está dispuesto a castigar con dureza y energía cualquier intento de desobediencia de esta prohibición.”.

Los vestigios de prensa que han llegado hasta nuestros días, nos relatan incansablemente los intentos del pueblo por recuperar nuevamente la tradición de los empolvados en La Palma, donde sólo se conserva con fuerza. De este auge, nos da muestra el que, de las fábricas llegaban los paquetes de polvo con etiquetas que decían: “Especiales para La Palma”. La Casa Duque, incluso, llegó a traer para su venta, paquetes de hasta 25 kilos.

El periódico palmero Diario de Avisos, el 21 de febrero de 1963 publicaba: “Es la costumbre tan conocida y tan querida por los palmeros y las palmeras de ‘tirar polvos’ (...)”. También el 22 de febrero de 1965 aparecía el artículo “Correr los Carnavales”, en el que un visitante sorprendido decía: “si algo pude saborear fue el contenido íntegro de un saco de polvo… que me largaron encima unos alborotadores juerguistas (...)”.”No hay, a lo largo de todo el calendario canario, festejos que estén más fuertemente prendidos al ánimo de la gran mayoría de los palmeros (...)”. “Algo está pasando con los polvos de talco que antaño nublaban la ciudad que daba gusto verla durante una semana (...)”.

Ya en la actualidad, concretamente de la pluma del querido tinerfeño don Elfidio Alonso, salía un libro en 1985 titulado Estudio sobre el folklore canario, donde, hablando de los empolvados de la Palma, dice: “Los más viejos del lugar creen que esta costumbre de lanzarse polvos de talco tuvo que ver con un hecho ocurrido en el siglo XIX, cuando un barco, que portaba sacos de harina en malas condiciones, dejó en tierra toda la partida (...)”. Sigue narrando cómo los lugareños la usaron como divertimento del Carnaval, que se estaba celebrando por entonces en Santa Cruz de La Palma.

María Victoria también nos informa, además de cómo “la costumbre de arrojar polvo de talco sólo respetaba a la persona que tuviera luto, para ninguna más había indulgencia”.

“El Desembarco de Los Indianos” toma parte oficialmente como tal en el programa de festejos carnavaleros organizados por el Ayuntamiento de la capital palmera desde 1966, denominados entonces “Fiestas de Invierno”. Es aquí cuando se preparan formalmente, donde la comisión de fiestas del “recibimiento de los indianos también celebró asambleas y los residentes desempolvaron los trajes, les sacaron la naftalina o los hicieron.” Los indianos, con su singular vestimenta, “traen a las Fiestas el sabor de la América lejana”.

Desde las diez de la mañana del Lunes de Carnaval comienza en el Atrio del Ayuntamiento “La Espera”, con entrega de “distinciones a Ministros, Embajadores y Cónsules llegados a la isla para tan importante empolve. Se garantiza jolgorio y se requiere rigurosísima etiqueta (...)”. Se inicia la fiesta con recitales de música cubana, degustación de melaza y otros productos típicos en la Plaza de España, actuaciones teatrales, etc. y por fin, el “recibimiento oficial de La Negra Tomasa” (figura emblemática de las fiestas).

Más tarde, después del almuerzo -momento mágico en el que “disfrazados de indianos”, las familias y los grupos de amigos, asociaciones, comparsas, grupos… se concentran en casas, sociedades, bodegas, etc.-, se reparten varias toneladas de polvos de talco gratis en los camiones dispuestos por la corporación municipal justo antes de que dé comienzo el Gran Desfile de Indianos desde la Avenida homónima hasta la Plaza de la Alameda. Es aquí donde tiene lugar la gran verbena del Desembarco.

En el recinto principal de las fiestas comenzarán las verbenas y el festival de música cubana hasta el día siguiente, quedando toda la ciudad blanca y resbaladiza, como después de una gran nevada.

Para concluir, nuevamente nos referimos al excelente trabajo de María Victoria: “en un principio, los polvos de talco estaban alejados de este cortejo decimonónico. En los años ochenta se recupera, con implantación anual, para el programa oficial del Ayuntamiento “La Llegada de Los Indianos”, a la que se entremezcló la vieja tradición de los polvos; hoy, ‘la batalla de polvos de talco y la llegada o desembarco de los indianos’ se ha convertido en el número más representativo del Carnaval de La Palma.

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