Afortunadamente, este importante instrumento musical, el más antiguo conservado hasta nuestros días y único existente de los llamados “órganos positivos de mesa” u organillos de calle, por cierto, de enorme valor histórico, está siendo restaurado en este año 2005.
Gracias a un proyecto que fue presentado por doña Inés Sánchez Bravo (la primera -o tal vez la única- Profesora Superior de Órgano de Canarias) hace unos años, se está empezando a tener en cuenta el riquísimo legado patrimonial que suponen los órganos palmeros. Esta magnífica iniciativa está dando su fruto y, tal vez, estemos presenciando el inicio de la restauración de todos los fabulosos instrumentos de todos los templos insulares. El Obispado, el Cabildo y CajaCanarias, etc. están haciendo posible el sueño.
También los profesores Álvarez Martínez y Pérez Morera nos informan de que el instrumento que nos ocupa fue originario del monasterio de Santa Catalina de Siena de la capital palmera. Fechado hacia 1620 es el más antiguo del Archipiélago y fue traído presumiblemente desde Sevilla por los fundadores del convento después de 1624, año de su fundación por el capitán don Alonso de Castro Vinatea y su esposa doña Isabel del Espíritu Santo.
OTROS ÓRGANOS ANTERIORES.
Sustituyó a otro anterior “con la caja de madera”, comprado por el presbítero Juan Vélez y Cubilla por seiscientos reales en 1699. Tras la primera desamortización de 1821 recibe el positivo de calle del mencionado cenobio dominico. Envió el primigenio que se tenía a la iglesia de Nuestra Señora de La Luz del término norteño de Garafía por no disponer allí de este instrumento para dar solemnidad a las funciones. El propio mayordomo de fábrica había dicho que éste “no era de tan buenas voces” y por eso quiso desprenderse de él. No lo consideraba apto para la primera ermita de esta banda este de La Palma. En 1854 se “volvió a componer por haber caído agua de lluvia en el secreto” (Inventario de 1855). Actualmente no se conserva.
También se sabe, por el Inventario de la desamortización del convento de Santa Águeda de monjas clarisas de Santa Cruz de La Palma -hoy Hospital de Dolores-, que también La Encarnación tuvo otro organillo procedente de este monasterio franciscano (“un organo de tres cuartas de alto”). En la bella ermita, extramuros de la ciudad, recaló este organito, hoy desaparecido sin dejar rastro, donde se tuvo al menos hasta 1836.
La profesora Álvarez nos informa de que el que actualmente se encuentra en la bella parroquia debió ser construido en la “década de los veinte de la decimoséptima centuria, tanto por sus características estéticas, tímbricas y técnicas, muy relacionadas con las de los órganos de fines del siglo XVI y primera mitad del siglo XVII, como por las fechas de fundación del convento para el cual fue adquirido”. Este cenobio fue fundado el 13 de enero de 1624.
PARTES CONSERVADAS.
Hasta hace unos años, las piezas desmontadas se conservaban en el coro de la iglesia mientras que la caja de madera se utilizaba en el despacho parroquial para guardar algunos enseres eclesiásticos. Se conservan muchos de sus elementos, si no todos. Por ejemplo, de las cuarenta y dos teclas que tenía el teclado, tan sólo existen veintidós. Tampoco se tienen algunos tableros y listones del estrecho pedestal ni están en buenas condiciones algunos de los tubos; aparecen abollados, partidos o doblados. En agosto de 1994, la profesora Álvarez Martínez con algunos colaboradores, limpió las piezas y guardó su tubería en algunas cajas de cartón. Tras una espera de once años, es probable que podamos contemplarlo en todo su esplendor, tras su restauración. En un montaje provisional de las piezas del órgano sobre sus andas, se pudo comprobar cómo era su apariencia original.
La caja, como dijimos, está intacta, y también la madera de los panderetes, de los fuelles y del secreto. También se conservaba el armazón de pino o bastidor rectangular de cuatro patas donde se colocaba el secreto o tabla armónica y los fuelles.
PROCEDENCIA DEL REALEJO.
También es llamado así el órgano positivo de mesa u organillo de calle, dedicado casi exclusivamente para amenizar musicalmente y solemnizar las procesiones que con tanta frecuencia transitaban por nuestras calles.
Diferentes estudios han sugerido que la procedencia de este bello ejemplar haya podido ser Sevilla. En el interior de algunos abanicos de fuelles se han encontrado unos papeles que sirvieron para encalarlos. Y en ellos se repiten muchas veces las dos palabras “En Sevilla”, a modo de ejercicio escolar. Existen otros dos organillos muy parecidos en aquella provincia andaluza, en Osuna y Estepa concretamente, no anteriores a 1626. Otros estudios también apuntan a Flandes como lugar de fabricación del organito palmero. Recordemos las extraordinarias relaciones comerciales que existían entre ambas zonas. Así, el tipo de madera usada en la caja, por ejemplo, y su estética, nos hacen pensar en una probable pieza franco-flamenca. Los forros de papel mencionados bien pudieran ser introducidos en alguna reparación y ser ajenos al órgano. Tampoco hay que descartar la hipótesis de que el constructor fuese flamenco afincado en Sevilla, como aquellos que se afincaron en ella mientras duró la construcción de sus magníficos órganos. La profesora Álvarez encuentra este último supuesto más verosímil.
ALGUNAS CARACTERÍSTICAS.
Este organito de mesa posee una pequeña caja que alberga unos tubos que se asientan sobre el secreto y con el teclado sobresaliendo del frontis. El secreto digamos que es la parte esencial del órgano, formado por una o varias cajas de madera en las cuales penetra el aire a presión. Detrás del secreto se situaban sendos fuelles que eran manipulados alternativamente por el entonador, éste enfrentado al organista. Para ser transportado, el curioso instrumento era situado sobre unas andas, hasta aproximadamente el siglo XIX, cuando se eliminaron de las procesiones.
La caja, cuya función es proteger la tubería, es un bello mueble de roble oscuro con puertas y una cubierta independiente a dos aguas de líneas geométricas. Su decoración es muy sencilla y es probable que se le haya hecho cuando fue reparada hacia 1823. Sus puertas delanteras se cierran “con una sofisticada y curiosa cerradura de hierro, que es la original”. También en palabras de doña Rosario Álvarez, “todo en ella denota un cuidado extremo y un acabado perfecto”.
El teclado es de 42 notas, conservadas tan sólo catorce blancas y ocho negras, todas ellas de roble y numeradas por la parte posterior, “con uñas de marfil las naturales y con chapas de ébano las cromáticas”. Las teclas, hoy sueltas, son muy cortas. Tienen una especie de pequeña cola con las que quedaban fijadas a un listón.
También el estudio de la profesora confirma que el órgano tuvo unos 231 tubos, a pesar de que hoy faltan un juego completo y otros tubos de otros juegos. La tubería está bien trabajada en plomo y con buenas soldaduras, etc.
BIBLIOGRAFÍA.
ALVAREZ MARTÍNEZ, Rosario. «El órgano de la ermita de la Encarnación de Santa Cruz de La Palma, el más antiguo conservado en Canarias», El Museo Canario, LIII, Madrid, 1998.
PÉREZ MORERA, Jesús. Magna Palmensis. Retrato de una Ciudad, CajaCanarias, Publicación 242, Arte 27, 2000.
- Idem. «Documentos para la Historia del Arte en las Islas Canarias II (La Palma)», Instituto de Estudios Canarios, La Laguna.
JAMBOU, Louis. Evolución del órgano español. Siglos XVI-XVIII, vol. I, Ethosmúsica, Universidad de Oviedo, 1988.