Esta pequeña isla, de 279 km2 de superficie entró en la historia de la mano de Juan de Betancourt, en el siglo XV, pasando a formar parte del Condado de la Gomera y por extensión de la Corona de Castilla. Sus primitivos habitantes sufrieron la piratería y tan solo su anexión a Castilla les liberó del sufrimiento de la esclavitud y la rapiña. Por tal motivo, los asentamientos de los núcleos de población huyeron de la costa ante su falta de seguridad y, por supuesto, carencia del preciado líquido.
Hoy día sigue siendo la única isla en la que su capital no se encuentra ubicada al lado del mar. El agua ha marcado por tanto la vida del herreño. La isla del Meridiano es el resultado de las erupciones volcánicas y la erosión. Al ser los materiales de la superficie muy recientes, las escorias, las coladas y piroclastos son muy permeables.
Conocida como la isla bizcocho por ser una enorme piconera, se la considera un “manual práctico del vulcanismo”, pues en tan solo 279 km2, podemos encontrar todos los procesos volcánicos: desde las coladas pahoe-pahoe, pasando por la envergadura de una erupción freatomagmática, o la espectacularidad del colosal deslizamiento del Valle del Golfo. Únicamente en las desembocaduras de los barrancos o cuando el material costero es fácilmente erosionable, se pueden encontrar playas con granulometría muy diversa.
No son por tanto las playas uno de los atractivos geológicos de esta isla: los volcanes acaparan el protagonismo. Pero no todo, porque hay que dejar un hueco para los bosques de laurisilva, para las praderas de Nisdafe, para el fayal y el brezal de las paredes del Golfo y para la retorcidas sabinas.
El Hierro es la isla menos poblada del Archipiélago Canario debido a su reducido tamaño y a las dificultades que presenta su medio físico. La escasez de agua ha sido otras de las barreras para el crecimiento, que ha motivado por otro lado que la economía insular se quedara centrada hasta hace poco tiempo en dos actividades casi exclusivas: el pastoreo y la agricultura de secano para autoabastecimiento.
La carencia de agua que han sufrido los habitantes de la Isla de El Hierro se debe a que no han podido disponer de aguas permanentes, teniendo que recurrir al agua de lluvia para sus necesidades domésticas, sin poder destinar ni un mínimo de excedente para el riego, a pesar de disponer de tierras fértiles.