Recorrer los campos y ciudades de la Isla significa encontrarse, diariamente, entre abanderados mástiles y serpenteantes banderillas de papel. Pero en cada lugar habrá un motivo, próximo o lejano, que defina la fiesta, que la justifique, que le dé carácter y personalidad, que la haga distinta, original...
Estamos en el pórtico de agosto, cuando la silenciosa Villa y Puerto de Garachico comienza a vestirse de gala para celebrar las fiestas de San Roque. Se ha dicho muchas veces que Garachico despierta, en este mes, con el bullicio de la popular y típica romería y los cantos musicales y poéticos de la Fiesta de las Tradiciones. Pero yo diría que la callada Villa y Puerto sueña... Sueña bajo el sol, que baña los ocre tejados, cual picudos sombreros que protegen los inmaculados frontispicios de las vetustas casonas. Sueña despierta -eso sí- tal vez más despierta que el resto del año, en su pasado. ¿Nostalgia? ¿Tristeza? ¿Qué hay en ese sueño? ¿Añoranza, tal vez, de épocas esplendorosas? ¡No! No hay nostalgia ni tristeza, ni añoranza...¡Hay evocación y esperanza! ...Evocación, porque nada se ha perdido del pasado, porque la fiesta de hoy es la misma que la de 1606, porque el motivo de celebración sigue siendo el mismo ...Y hay esperanza, porque, cada año por esta época, tal vez pensando un poco en lo que fue, Garachico se ve obligado a mirar hacia el futuro. Y el futuro de Garachico está en el silencio y heroico trabajo de sus hijos, que lo supieron rescatar, en una ocasión, de las cenizas del volcán, y en la fe y confianza depositadas en su Santo Guardián: "El francés", como cariñosamente se llama a San Roque en los pueblos de la comarca.
Garachico se rompe ...estalla de amor en estos luminosos días agosteños. Las carretas de la romería van cargadas de amor ... Y es amor, que no vino, lo que llevan los magos en las botas ...Y de amor son las folías, las isas y las saltonas ... Y son de amor los caminos que conducen a la pequeña y recoleta Ermita... Y de amor es lo que plasma el poeta en sus versos:
La noche que va cayendo
deja a la Villa en silencio.
De la Ermita están fluyendo
fuerte aromas a incienso...
Al pie del Santo, postrados
hay numerosos romeros;
sus ojos al cielo alzados...
en sus manos los sombreros...
La Villa y Puerto levanta su más fina y rica copa para brindar, en estos palpitantes días, por tí forastero. Y brinda con el mejor vino salido de sus toneles. Con la sangre que brota la tierra, de sus entrañas, a través de la rica malvasía. Es el mismo dulce licor que se hizo famoso por todo el mundo en los siglos XVI y XVII; el que en otras épocas, corrió sobre los manteles de las ricas cortes europeas; el que cruzó mares y océanos; el que ayudó a descubrir nuevos mundos... El mismo que canta el laureado poeta tinerfeño Emeterio Gutiérrez Albelo en este soneto:
Empapada de amor de oscuros limos,
otra vez -con sus fértiles barrenas-,
por tu costra de lavas y arena
reclamaba aéreos arrimos.
Otra vez te dio el Sol todos sus mimos,
sus preseas de luz a manos llenas;
y encendiendo la sangre de tus venas,
estalló el caudal de tus racimos.
Y otra vez, por ocultos avatares,
fuiste hirviente volcán en tus lagares,
fuiste lava muy dulce en cada copa.
Y otra vez te sirvieron tus toneles,
tus panzudos toneles, de bajeles,
De bajeles fragantes hacia Europa.
Once de Agosto de 1606-Once de Agosto de 1968. La fiesta ha comenzado. En la noche, tiemblan las estrellas en lo alto. El mar acaricia la recoleta plazuela de San Roque. La Atalaya se recorta en el Cielo, apuntando hacia arriba sus volcánicas estalagmitas. Más hacia lo alto, las puntiagudas copas de los pinos parecen competir por alcanzar el estrellado firmamento. Sube, raudo, dejando atrás su estela multicolor, un cohete. Una ola se rompe contra una roca, una columna de espuma se esparce en el aire... Todo parece dirigirse hacia arriba, hacia lo alto, en esta hermosa noche estival. Y que Garachico se eleva sobre sí misma para dar culto a San Roque y a la Tradición.
Una pareja de magos campesinos pone en su lenguaje la nota pintoresca y típica. En su filosofar constante está la gracia del retorcido lenguaje; el alma del pueblo rural que hunde sus manos, diariamente, en la fértil tierra, pródiga de vides, trigales y plataneras, la integridad del viejo labrador, o la parsimonia del misterioso lobo de mar. En las coplas que se pierden en el aire está la gracia del chiquillo que corre entre los romeros, la mirada inquieta de los mozos, o la dulzura de la mujer isleña, callada, laboriosa, siempre sonriente...
Garachico es un pueblo de fuego. Hecho entre llamas y candentes lavas. De un fuego, visible o invisible, que le ha dado el calor de la vida. Entre llamas rebosan, se abrasan de calor los corazones garachiquenses. Es el calor espiritual que les mantiene unidos, que les da constancia, y que, sobre todo, les predispone ala esperanza...
Dieciséis de Agosto de 1606-Dieciséis de Agosto de 1968. Todos los caminos que conducen a la vieja Villa y Puerto son caminos de romería. Por el mar, las barcas, meciéndose en las olas, bordan el océano con hilos de blanca espuma. Arriba, en lo alto del "Antepecho de esmeraldas" -como dijera Abreu Galindo-, los campos se visten de doradas mieses. Una espiga parece escaparse de un surco para posarse en el sombrero de un romero o en el corpiño de una moza. Por El Lance, por Viña Grande, por La Atalaya, por Daute, por carreteras y caminos bajan los romeros. Todas las sendas de la Isla llevan en este día a un solo lugar: a Garachico. Y, atravesando montañas, mares y océanos, se unen, también, con su pensamiento, todos los garachiquenses que se encuentran lejos de su patria chica.
Garachico rebosa de amor y hospitalidad en estas fechas. Abre sus brazos y corazón para hacer gala una vez más, de la letra de esta conocida copla popular:
Garachico, puerto rico, tiene su mejor blasón, que cuando tiende la mano da, también, el corazón.
Agustín González Velázquez
Pregón de las Fiestas de San Roque
Agosto de 1968
Publicado en el Programa de las Fiestas Lustrales de la Villa y Puerto de Garachico 2005.