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Sábado, 15 de Octubre de 2005
Alfredo Herrera Piqué
Publicado en el número 74
Un singular episodio ocurrido en Lanzarote en tiempos anteriores aunque muy cercarnos a la conquista franco-normanda, es el que nos relata Abreu y Galindo en relación con Ico, una joven aborigen perteneciente a la casta gobernante. Además de la leyenda, el autor hace una interesante investigación sobre la veracidad de lo contado por el fraile franciscano.
La historia o la leyenda de Ico han sido corporizadas plásticamente por el escultor y ceramista lanzaroteño Juan Brito, que ha creado un grupo de interesantes esculturas que representan a los protagonistas del acontecimiento. A la vista del lector se encuentran varias imágenes que recogen la representación que Brito ha realizado de un hecho ocurrido en los albores de la historia moderna de Canarias, el cual fue narrado por Abreu en la forma siguiente:
Reinando en Castilla el rey don Juan el primero, hijo del rey don Enrique II, trayendo guerra con el rey de Portugal y el duque de Alencastre de Inglaterra sobre el señorío de Castilla, que decía el duque de Alencastre pertenecerle, por estar casado con doña Constanza, hija mayor del rey don Pedro; hizo el rey don Juan una armada por la mar de ciertos navíos, y puso por capitán dellos a un caballero vizcaíno, que se decía Martín Ruiz de Avendaño, el cual corría toda la costa de Vizcaya y Galicia e Inglaterra, que sería año de mil y trescientos y setenta y siete, poco más o menos. El cual navegando, le dio temporal, que les hizo arribar a Lanzarote, y tomó puerto. Y salió el capitán y gente en tierra, y los isleños lo recibieron de paz, y le ofrecieron refrescos de lo que en la tierra había, de carne, leche y queso, para refresco de su armada; y fue aposentado en la casa del rey, que decía Zonzamas.
Tenía este rey una mujer, llamada Fayna, en quien hubo Martín Ruiz de Avendaño una hija, que llamaron Ico, en este acogimiento y hospedaje; la cual Ico fue muy hermosa y blanca: siendo todas las de mas isleñas morenas, ella sola había salido muy blanca. Esta Ico casó con Guanareme, rey que fue de aquella isla, por muerte de un hermano suyo llamado Tinguanfaya, que fue el que prendió la armada de Hernán Peraza. Tuvo Guanareme en Ico a Guadarfia.
Muerto Guanareme, hubo disensiones entre los naturales isleños, diciendo que Ico no era noble Gayre, por ser hija de extranjero y no de Zonzamas. Sobre esto entraron en consulta, que Ico entrase con tres criadas suyas villanas en la casa del rey Zonzamas, y que a todas cuatro se les diese humo y que si Ico era noble no moriría; y si extranjera, sí.
Había en Lanzarote una vieja, la cual aconsejó a Ico que se llevase una esponja mojada en agua escondida; y cuando diesen humo, se la pusiese en la boca y respirase en ella. Hízolo así, y dando humo en un aposento encerradas, valiose Ico de la esponja, y halláronla viva, y a las tres villanas ahogadas. Sacaron a Ico con gran honra y contento, y alzaron por rey a Guadarfia. Y este fue el que halló Juan de Betancur, al tiempo de la primera venida a esta isla.
Ico debió haber sido hija de Ruiz de Avendaño y de la reina Fayna, según confirma un documentado trabajo del profesor Álvarez Delgado, quien ha estudiado el episodio de la llegada del navegante vizcaíno a Lanzarote y los problemas de la sucesión de Guanareme. Este último debió haber sido hermano de Zonzamas, al que sucedió como reyezuelo de la isla, y casado con Tinguafaya. El párrafo del reproducido relato en que se hace referencia a la unión de Ico y Guanareme fue, en la opinión de Álvarez Delgado, interpolado por el copista de Abreu de 1632 (como se sabe, la copia que ha llegado hasta hoy de la Historia de Abreu Galindo data de 1632, aunque el original fue escrito por el fraile franciscano probablemente a fines del siglo XVI o a lo más a comienzos del XVII).
Guanareme y Tinguafaya fueron apresados por una expedición española (vizcaíno-sevillana) en el año 1393, junto con otros 160 naturales. Su desaparición de la isla provocó desacuerdos en torno a quién habría de sucederle, interrogante que concluyó con la ordalía de la nobleza de Ico. Con esta, en realidad, se sometía a juicio la nobleza de Guadarfía o Guadafrá, hijo de Zonzamas y de Fayna, en cuanto que la falta de casta de Ico (de resultar de la ordalía que no era hija de Zonzamas, sino de extranjero) habría afectado a todos sus parientes.
El extremo de que la blancura de Ico era un detalle de su ascendencia extraña no parece verosímil, como también observa el citado investigador. Es bien conocido que un cierto porcentaje de la población isleña prehispánica tenía el cabello y la piel claros. Incluso en Lanzarote, según los cronistas del Canarien.
#07 es muy bueno pero me gustaria saber de donde sacan la informacion porque a mi hijo no le gusto
#06 La \"Oda al Teide\" junto a \"El juicio de Dios o la reina Ico\" fueron publicados por ediciones Idea en 2004. Salvo la nota introductoria y la contraportada, que reproduce el gravísimo error de confundir los nombres de los vates primigenios de nuestra literatura (\"Carrasco\" por Cairasco, \"Viena\" por Viana), se trata de una edición buena.
#05 ME GUSTARIA SABER DONDE PUEDO LOCALIZAR ESE LIBRO QUE HA PUBLICADO EL CABILDO DE LANZAROTE GRACIAS
#04 El cabildo de Lanzarote publicó un libro llamado Ico, la princesa blanca quién nos cuenta la vida de ella. Recomiendo que lo lean es super interesante.
#03 se invocar a la lluvia
#02 RECTIFICACIÓN AL COMENTARIOS ANTERIOR: el libro de Afonso fue publicado en 1840.
#01 Para el que le interese, existe un libro del doctoral Graciliano Afonso llamado 'El juicio de Dios o La Reina Ico'. Fue publicado en 1940, justo en el momento en que Afonso llega del exilio americano.
Es curioso porque allí, en la 'Advertencia' con la que comienza dicha publicación, Graciliano Afonso impulsa a los canarios a escribir sobre motivos canarios. Daba comienzo, pues, el movimiento romántico en Canarias.
También es atractivo este libro porque presenta, al final del libro, un glosario de términos aborígenes. Y de igual manera, refleja el amor que el doctoral tenía hacia la juventud canaria, para quien (lo dice en muchos libros) traducía libros del latín, del inglés...: para que la juventud canaria se pudiera formar.
Lo triste sigue siendo que todavía no hayamos reeditado, incluso editado por primera vez, las obras de Graciliano Afonso: uno de los autores más importantes en el XIX canario. Así nos va.