Revista n.º 1073 / ISSN 1885-6039

Actos en honor al Padre José de Arce y Rojas. Misionero, jesuita y mártir. Apóstol del Paraguay.

Lunes, 14 de noviembre de 2005
José Guillermo Rodríguez Escudero
Publicado en el n.º 79

Hace unas semanas, en nuestra sección Tornaviaje, dábamos a conocer la vida de este mártir palmero, desconocido por la mayoría de los canarios. La semana pasada se celebraron en Santa Cruz de La Palma unos actos en homenaje a tan significativa persona. BienMeSabe.org, gracias a la labor de su colaborador palmero, te ofrece un pormenorizado testimonio de los actos llevados a cabo, contribuyendo una vez más a la difusión del Apóstol del Paraguay.

Foto Noticia Actos en honor al Padre José de Arce y Rojas. Misionero, jesuita y mártir. 'Apóstol del Paraguay'.




EXTRACTO DE SU BIOGRAFÍA.

Nace en Santa Cruz de La Palma el 8 de noviembre de 1651 en el seno de una familia noble. Realiza sus primeros estudios en el convento de Santo Domingo de dicha ciudad y a los 17 años marcha a Sevilla. Ingresa un año después en el Noviciado de Villagarcía de Campos (Valladolid) y renuncia a sus riquezas en favor de la Compañía de Jesús de Castilla La Vieja.

Llega a América en 1674 con las titulaciones de Filosofía y Artes; termina los estudios de Teología en la Universidad de Córdoba (Argentina), donde imparte clases durante un año. El 7 de noviembre de 1677 es ordenado sacerdote y profesa sus últimos votos el 15 de agosto de 1686. Inicia entonces la tarea evangelizadora entre los indios, llegando a aprender cinco lenguas nativas: chiquita, chiriguana, payaguá, guaraní y guichua. Funda en 1689 el Colegio Jesuita de Tarija y las primeras reducciones entre los chiriguanos: “Presentación de Nuestra Señora” y “San Ignacio”. Su enorme coraje lo lleva a enfrentarse a los poderes sociales, políticos y militares del momento, en especial a los “encomenderos” y a los “paulistas” portugueses, para salvar de la esclavitud a los indígenas. Funda las primeras misiones entre los indios chiquitos (“San Francisco Javier de Las Piñocas”, todavía viva) y cofunda las de “San Rafael”, “San José” y “San Juan Bautista”.

Fue el primero en encontrar el ansiado camino que unía las misiones de chiquitos con las guaraníes por el río Paraguay, lugar en el que encontró su martirio, a manos de los belicosos payaguás, en diciembre de 1715, después de dedicar 41 años a la evangelización entre sus queridos indios.


1.- EXPOSICIÓN EN LA ANTIGUA ERMITA DE “SAN FRANCISCO JAVIER”.

Contigua a la casa del homenajeado, su padre, el alférez portugués Arce y Rojas -Regidor de La Palma-, erigió la ermita con idea de crear en él un colegio para mantener allí a sus dos hijos misioneros: el Padre José y el Padre Juan de Arce y Rojas. No lo consiguió ya que José salió de su casa para no regresar. El oratorio fue desacralizado junto con el de Santa Catalina de la misma ciudad.

Actualmente sirve de sala de exposiciones de la Casa Rodríguez Acosta. En ella, sita en la calle O’Daly, 42, y en horario de 10 a 13 y de 18 a 20 horas, tuvo lugar en estos días pasados, desde el 4 al 11 de noviembre, una muestra acerca de la vida y obra del mártir religioso y del mundo indígena que tanto quiso.


PANELES INFORMATIVOS.

En cuatro biombos independientes y en otros puntos del histórico recinto, se va informando al visitante, tanto en preciosas fotos en color como en textos explicativos contenidos en grandes carteles, acerca de:

- “El Hombre y su Tiempo” (historia del siglo decadente en el que vivió el Padre Arce, la Santa Cruz de La Palma que conoció, la repercusión de la crisis española en América, datos biográficos).
- “Las iglesias de Chiquitos” (su arquitectura, su extensa imaginería, sus afamadas techumbres…).
- Las dificultades que encontró en su largo itinerario por las selvas (los feroces paulistas, la orografía…).
- “Los recursos económicos de las misiones” (sus cultivos -maíz, yuca , el arroz y la caña de azúcar, un producto natural y cultural: la yerba mate-, la división de las preciadas tierras, la caza y la pesca, los talleres de artesanía: carpintería, herrería, ladrillos y tejas…, las labores de hilanderas y tejedoras, escultores y pintores, etc.). Se ofrece una imagen de un restaurador de efigies religiosas.
- Esquemas de las reducciones (su organización, el urbanismo, “la búsqueda de la Ciudad de Dios”).
- “Las primeras misiones chiriguanas” (viaje por los ríos Bermejo y Pilcomayo, itinerario por El Chaco y Los Andenes, fundación del colegio de Tarija -base de la conversión de los chiriguanos, cuatro misiones fracasadas).
- “El inicio de las reducciones en Chiquitos” (un gran mapa de América del Sur donde se marcan ciudades, pueblos, rutas, etc.).
- Las expediciones hechas por el Padre Arce, sus rutas y caminos por la cordillera -ciudades de Tarija y Santa Cruz de La Sierra-, por la cuenca del Paraguay -apertura de un nuevo y gran espacio en la historia de las comunicaciones en la América Meridional-).
- Las misiones de “San Javier” (actualmente con 6.000 habitantes, sus famosos instrumentos musicales, su bella iglesia con grandes claraboyas de cristal) y “San Rafael” (preciosos retablos y campanario de ladrillo con ocho campanas; hermosa imagen del Arcángel).
- Impactantes fotografías y explicaciones sobre la vida cotidiana en el mundo indígena (costumbres, pesca, cultivo de yuca, maíz, maní, calabazas, piñas, etc.). En una de ellas, el misionero jesuita palmero Fernando López (hermano del escultor de la estatua del Padre Arce) convive con una tribu como uno más.
- La labor evangélica en América (“un Dios misterioso y extraño visita la selva”, “el bien, cuanto más universal, más divino”, el papel relevante de las órdenes religiosas, desplazamiento del misionero por colegios jesuitas de la zona).
- “El martirio del Padre Arce” en 1715 (foto de la gran catarata por la que cae la cruz con un misionero amarrado a ella -martirio muy frecuente, aunque el palmero ya había muerto de un fuerte golpe en la cabeza propinado por un bastón de los payaguás); en un cuadro del retablo mayor de la iglesia de San Javier de Las Piñocas se representa, en una de sus cuatro viñetas, el martirio del jesuita.


VITRINAS.

En dos escaparates de cristal y madera dispuestos en el local, se expusieron una serie de curiosos abalorios, bellos adornos de plumas e instrumentos cotidianos de la vida indígena, así como fotografías en color en donde se comprobaba cómo, para qué y dónde se utilizaban.

Junto a ellos se colocaron unos cartelitos informativos con sus nombres y definiciones: “matapi” (trampa que usan los ribereños para pescar), “cocares” (tocados usados por las tribus myki, yanomani…), juguetes infantiles (como una canoa de madera con su remo, arco y flechas), adornos corporales (collares, pendientes, pulseras -tribus nambicuara, kiwaza-) , “borboleta” (brazalete ritual de la tribu de los yanomani), etc.


BIOGRAFÍA.

Se ofrecía gratuitamente al visitante de la exposición un pequeño libro de 39 hojas con la biografía del Padre José de Arce y Rojas. Fue editado hace 6 años por la Parroquia Matriz de El Salvador de la capital palmera, ha colaborado el Cabildo de La Palma y fue impreso en 1999. Su autor es el querido y conocido historiador palmero Miguel Ángel Martín González. Será el mismo investigador el que imparta la conferencia acerca del “pacificador de tribus”.

En su portada se muestra la única imagen del jesuita en La Palma y que se conserva en una pintura sobre lienzo del siglo XVIII, del artista palmero Silva. Se custodia en la Ermita de la Concepción de Breña Alta. En la contraportada, la pila bautismal de mármol de Carrara -de la primera mitad del siglo XVI- donde fue bautizado en El Salvador.

En bellas fotos y en varios apartados, se desgrana la vida y obra de este palmero ejemplar, una de las glorias de la Compañía de Jesús.

En la primera etapa se narra su infancia en Santa Cruz de La Palma; en la segunda, su periplo peninsular; la tercera y última -la más larga- está dedicada a su vida en América.


2.- CONFERENCIA EN EL PALACIO SALAZAR. “LA INCREÍBLE AVENTURA DEL PALMERO JOSÉ DE ARCE Y ROJAS (1651-1715)”. 4 DE NOVIEMBRE DE 2005, A LAS 20:00 PM.

Como hemos dicho, fue el profesor Martín González el encargado de ofrecer una amena y completa exposición de la vida del misionero. Los que allí nos encontrábamos coincidíamos al final en que había sido un rato muy agradable: no nos habíamos dado cuenta de que había transcurrido una hora.

Lucas López Pérez, misionero palmero (y actual Director General de Radio Ecca) que había estado trabajando durante tres años en el Paraguay y conocía muy bien aquella zona, fue el que presentó al historiador ante la sala que estaba abarrotada. Entre la audiencia se encontraban sus orgullosos y emocionados padres, progenitores nada menos que de tres misioneros jesuitas. También don Manuel Lorenzo Rodríguez, arcipreste y párroco de El Salvador, uno de los más importantes impulsores de los actos y del rescate de la figura del olvidado misionero.

Martín hizo, a modo de preámbulo, un somero repaso por el momento de crisis que vivía Canarias en el siglo XVII, las epidemias y hambrunas, la elevada natalidad y mortalidad; la emigración obligatoria, el predominio político, económico y social de la nobleza y la burguesía agraria y comercial, así como el papel de la Iglesia y su protagonismo sociocultural.

Continuó haciendo una entretenida exposición por la vida del palmero, su familia, infancia, estudios y su viaje a Sevilla con 17 años y a Valladolid. Sus dotes personales, los estudios de Filosofía y Artes…

El conferenciante también habló acerca de cómo San Ignacio de Loyola y los “soldados de Dios”, eran, en palabras de Javier Reverte: “rebeldes, a menudo de origen noble, viajeros, disciplinados y duros en su organización, pedagogos, hondamente formados, militaristas, dados a la aventura y altivos en su honda espiritualidad, los jesuitas de los primeros días formaron una especie de orden de caballería que dio a la Iglesia muy brillantes momentos, tanto en su tarea misionera como intelectual”.

Habló del periplo americano, con sus aventuras y desventuras; de su ordenación sacerdotal en 1677 cuando contaba 26 años; del aprendizaje de las cinco lenguas que llegó a hablar con gran fluidez; de su visita a los colegios, comunidades indígenas y misiones guaraníes. Tras enfermar gravemente de tisis, el historiador cuenta cómo se encomienda a su amado San Francisco Javier y cómo sana de sus dolencias. Por este motivo, a partir de aquellos instantes, adopta también el nombre de Francisco: José Francisco de Arce y Rojas. Su padre trae de Sevilla una preciosa imagen del Santo para entronizarla en la ermita que ya había terminado al lado de su casa en la Calle Real del Puerto.

En 1604 se crea la región del Paraguay como una provincia jesuita; Portugal se separa en 1640 de España y se inician los conflictos; los Austrias intervenían en los nombramientos de las autoridades eclesiásticas, usando el pretexto de conquista como empresa evangelizadora.

También expuso lo que significó el Consejo de Indias y la espera de los jesuitas hasta que les autorizasen a establecerse en América.

Inicios de la fundación del colegio de Tarija; comienzo de la leyenda negra: a los jesuitas se les consideraban espías del Papa; fueron pioneros en convertir por la persuasión (la razón) no por la fuerza; se fundan las primeras reducciones en 1689; Arce, “Hombre de Paz”, adquirió gran respeto “por ser hombre de mucho amor” (en palabras del Provincial).

El misionero propone aplacar el hambre de la zona creando pastizales y pueblos, a la vez que continúa con sus agotadores encuentros con las tribus vecinas, con las que congenia. Tanto es así que se enfrenta a las autoridades por querer reducir a los chiquitos. Esto impide las correrías de los españoles en busca de esclavos.

La conferencia transcurre en un ambiente de máxima expectación. Todos los asistentes seguíamos escuchando cómo había creado un ambiente de microcosmos de poder, cómo el Padre Arce vivía de su fuerza espiritual, de su tenacidad, de su disciplina… de sus ansias de acción y de aventura… de servir a Dios con tales padecimientos y sufrimientos, amén de peligros: siempre pendía su vida de un hilo. Una zona como aquélla, en un tiempo donde no existían los escrúpulos, habituado a la sangre y a la muerte…

La mejor arma de Arce era la Palabra de Dios. Su ansia de conocimiento y de sobreponerse al miedo y al peligro lo hacían engrandecerse por momentos, sobre todo en aquellos en los que se le necesitaba. Unos recorridos agotadores en los que cambiaba el paisaje, el idioma, la comida, el clima… vaga sufriendo hambre, enfermedades, abandono.

El 31 de julio de 1691 funda la reducción de chiriguanos “San Ignacio” y cinco meses más tarde la de “San Francisco Javier de Las Piñocas”. Era una estrategia para defender a sus indios amados. Organizaba el espacio alrededor de la iglesia donde se creaba la comunidad. Ésta se nutría de la agricultura, de la ganadería, la pesca, la artesanía… Continuarían las reducciones en una zona donde participó activamente.

Sufrió nuevas amarguras por la presencia de paulistas en 1696. Martín González nos informaba de cómo Carlos II envió en 1689 una circular a los obispos solicitando la suspensión temporal de ordenaciones religiosas, pues apenas quedaban mozos. La falta de soldados y la avalancha de vocaciones religiosas eran dos importantes lacras. Así, religión y política eran los dos brazos de un mismo plan estratégico.

Para refugiarse de los paulistas, Arce agrupó a los indios más lejos, en San Rafael y Santa Rosa; organizó las defensas. Les ayudaron unos 130 soldados llegados de Santa Cruz de la Sierra y unos 500 indios. Tras la feroz batalla se consiguió la anhelada victoria. Murieron unos 130 paulistas y se liberaron unos 1500 indios cautivos. Las misiones se alzaron como atalayas imperiales en las fronteras.

En 1700 habían ya unos 5.000 indios chiquitos reducidos y un nuevo proyecto iba tomando cuerpo: la reorganización de las reducciones y la apertura hacia nuevas rutas en un complejo espacio.

Cuatro fechas importantes importantes: 1706 estaba de cura en San Miguel, Paraguay; en 1708 intenta nuevas expediciones; en 1710 había ya 23.000 indios reducidos en chiquitos; en 1715 tuvo lugar su última expedición para encontrar la ruta que uniera las reducciones guaraníes y las chiquitanas. Por el Río Paraguay llega a San Rafael, unos 200 kms. de terribles experiencias. Miguel decía “lo imaginamos orgulloso de haber vivido y cumplido el destino que escogió”.

Llegó el momento de su martirio a los 64 años. Aquí el conferenciante incluso cambió de tono y se puso más serio, como todos los que allí nos encontrábamos. Los payaguás lo abatieron a golpes y a flechas y más tarde lo ataron a una cruz de madera lanzándolo río abajo, imagen que se presencia en los primeros instantes de la película “La Misión”.

El historiador terminó con las siguientes palabras:

Detrás dejaba una obra evangelizadora monumental, semejante a la de San Francisco Javier en Japón. Intelectual, hombre de acción, dio la cara a la aventura, arriesgando su vida. Empeñado en llevar su fe, su cultura y su amor a los rincones más hostiles de América. No tiene una tumba digna, ni una placa, ni una enciclopedia española que lo recuerde, ni un sitio en la Historia de este país.
Es curioso cómo en Santa Cruz de la Sierra existe una calle a su nombre, pero en Santa Cruz de La Palma, su ciudad natal, es muy triste que casi nadie haya conocido su vida y obra.
Afortunadamente esto va a cambiar. Se le rinde ahora homenaje a un extraordinario ser humano que dio la vida por los demás. Desde hoy quedará para siempre en nuestro corazón y entrará en la brillante historia de nuestra Isla de La Palma.


3.- PROYECCIÓN DE LA PELÍCULA «LA MISIÓN» . SÁBADO 5 DE NOVIEMBRE.

“La Misión” obtuvo una Palma de Oro en el Festival de Cannes a la mejor película. Fue dirigida por Roland Joffé. La música estuvo a cargo de Ennio Morricone y como intérpretes tuvo a Robert de Niro y a Jeremy Irons. Fue escrita por Robert Bolt y producida por Fernando Ghia y David Puttnam.

Estamos ante una película “técnicamente impecable”, como dijera el cinéfilo Juan Velarde. Continúa diciéndonos que “con su fotografía cálida y terrosa ensalza la naturaleza y al hombre en ella”.

El film es recordado por imágenes como la que comentábamos: la del misionero lanzado en una cruz de madera por las cataratas del Iguazú, o la de cuando los indios guaranís rodean al Padre Gabriel (Jeremy Irons) mientras éste toca la flauta, o cuando Rodrigo de Mendoza (Robert de Niro) arrastra por la selva su espada y armadura. Pero tal vez por lo que más recordemos esta película es por la grandiosidad de la música de Morricone. Precisamente será la interpretación de la banda sonora de “La Misión” a cargo del Aula de Saxo de la Escuela Insular de Música de La Palma, la que pondrá broche final a los actos en honor del jesuita palmero, tras la inauguración de la estatua el día 8 de noviembre frente a la casa que lo vio nacer. Su partitura logra describir a la vez, lo grande y lo pequeño. La época de unos personajes en un majestuoso mundo amenazado por las guerras, y los miedos, las dudas, etc. de los protagonistas.

Robert de Niro es Rodrigo de Mendoza, un ex mercenario, ex traficante de esclavos y asesino. Jeremy Irons es un jesuita, el Padre Gabriel. Los dos van a luchar por defender la misión. El primero con el poder de su espada, el segundo con la fuerza de su fe. En estas coordenadas se mueven los personajes de ”La Misión”: la utilización o no de la violencia aunque sea por una causa justa. La historia está basada en los hechos reales acaecidos en la frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay, cuando españoles y portugueses se repartieron el mundo y también a los indios, cuya única defensa fueron las paredes de las misiones.

El director Joffé se enamora de sus personajes, comprendiendo al bruto Mendoza y al reflexivo Padre Gabriel. Haciéndonos humanos, matizando sus caracteres e iluminando los claroscuros de la América Española, desplegados en una variedad de grises, sin caer en los estereotipos comunes al hablar de la conquista española. Una película grande para hablar de temas grandes como la libertad, el racismo, la fe o la redención.

“En la profundidad de la selva de América del Sur, dos hombres llevan la civilización a una tribu de indígenas. Ahora, después de años de luchas juntos, se ven divididos por posturas opuestas en una dramática batalla por la independencia de los nativos. Uno confía en el poder de la oración. El otro cree en la fuerza de la espada”.


CELEBRACIÓN DE LA SANTA MISA EN SU HONOR Y POSTERIOR INAUGURACIÓN DE SU ESTATUA EN LA CALLE LEMUS.

El pasado 8 de noviembre de 2005 (354 aniversario de su nacimiento) tuvo lugar una solemne Misa concelebrada por seis sacerdotes y presidida por el Provincial de la Compañía de Jesús para Andalucía y Canarias, el jesuita palmero Padre Francisco José Ruiz. En el altar mayor se había entronizado la imagen de “San Francisco Javier”, traído especialmente desde el vecino templo de Santo Domingo y que era la talla titular del oratorio homónimo erigido por el padre del misionero junto a su domicilio.

Tal fue la devoción de Arce por este santo que, tras enfermar de tisis en América y sanar tras invocar su protección, tomó el nombre de José Francisco en su honor.

Una vez concluida la Función Religiosa, se procedió a la inauguración de la escultura del mártir en la Calle Lemus, frente a la casa Arce y Rojas que le viera nacer. Fue realizada en bronce por el artista palmero Antonio López Pérez, hermano de una saga de jesuitas, Fernando, Elías y Lucas, que están desplegando su impagable labor por distintos rincones del Planeta, como el Amazonas, el África profunda, etc. Lucas está actualmente dirigiendo la Fundación Ecca en Las Palmas. Su fundidor fue Antonio Higinio Rodríguez Sosa (“Funcho Esculturas”) y su altura es de 1,42 cms.

Entre las autoridades presentes cabe destacar al Presidente del Cabildo, al Alcalde de la capital y a varios miembros del consistorio, así como autoridades religiosas, etc. Numeroso público y medios de comunicación se congregaron en torno a la tarima levantada al efecto.

El arcipreste don Manuel bendijo la escultura tras retirar dificultosamente una gran tela negra que la cubría y varios fueron los que tomaron la palabra: el Provincial jesuita, el Alcalde, Lucas López. Tras las alocuciones, el Aula de Saxo de la Escuela Insular de Música interpretó el tema central de la célebre banda sonora de la película “La Misión”, Palma de Oro en el Festival de Cannes al mejor film.

Santa Cruz de La Palma rendía así un sentido homenaje al jesuita José de Arce y Rojas, quien trabajó más de 40 años en la promoción de la fe y la justicia entre los desfavorecidos indígenas, labor y personaje que quedarán perpetuados para siempre en nuestra memoria histórica.


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