Revista nº 1041
ISSN 1885-6039

Imposturas intelectuales ante nuestro pasado.

Domingo, 13 de Marzo de 2005
Ernesto Martín Rodríguez (Profesor Titular de Prehistoria. ULPGC) y Javier Velasco Vázquez (Doctor en Prehistoria por la ULPGC)
Publicado en el número 43

El debate sobre nuestra prehistoria sigue en marcha. En BienMeSabe consideramos que la discusión es uno de los elementos necesarios para que una cultura esté llena de vida. En este sentido, los estudios en torno a la prehistoria de Canarias se presentan de total actualidad en nuestra página. Este periodo de nuestro pasado se torna reflexión en el presente con la mirada puesta en el futuro de nuestra cultura. Bienvenidas sean, por tanto, estas nuevas palabras que contestan al último artículo del Dr. Jiménez González publicado en BienMeSabe.



Más de una persona habrá quedado sorprendida por el número de intervenciones que ha suscitado el trabajo de Teresa Delgado, no porque no las merezca sino por el talante de las mismas. Por ello creemos necesario ofrecer algunas explicaciones que permitan situar el tema en sus justos términos, como una forma de contextualizar un debate que está lejos de ser un intercambio de pareceres más o menos virulentos.

En los textos que han tenido la oportunidad de leer se ponen de manifiesto dos formas distintas y enfrentadas de entender el conocimiento de las sociedades prehispánicas canarias y de la construcción de las explicaciones que sobre ellas se proponen. Nos explicamos.

A estas alturas a nadie se le escapa que la mejor forma de conocernos pasa, entre otras cosas, por echar una mirada al pasado y valorarlo cómo fue y no cómo nos hubiera gustado que fuera. Aproximarnos al apasionante mundo de la prehistoria de Canarias significa hacerlo con criterios científicos, con la capacidad de reconocer que disponemos de unos conocimientos que están continuamente en proceso de construcción, revisión y mejora. Únicamente será así como podremos pertrechar de historia ese pasado que compartimos desde el presente y que tiene un innegable carácter emancipador. Emancipador, desde el momento que nos libera de tópicos, parciales visiones costumbristas carentes de fundamento y construcciones interesadas dispuestas a servir al mejor postor. No creemos, como sí parece hacerlo el Dr. Jiménez, en el fomento de los principios de autoridad como sucedáneo de la explicación histórica. No estimamos lícitas las posturas que propugnan el discurso único -como el que desea que prevalezca el Dr. Jiménez-, porque no tienen nada de construcciones científicas y mucho de relatos desmovilizadores.

Como decíamos, se trata de dos posturas y también de dos formas de entender el compromiso totalmente antagónicas. Más aún cuando una se complace en ejercer una crítica cómoda a partir de notas de prensa, y así evitar sumergirse en la dificultad de la construcción del dato empírico. También opuestas porque los abajo firmantes pensamos que no puede abordarse nuestro pasado a partir de pretendidos modelos teóricos importados, con más recurso a la intertextualidad que al razonamiento, donde la realidad arqueológica se encaja con calzador (soslayándola cuando no se ajusta al apriorismo). Diametralmente incompatibles desde el momento en el que las construcciones -como las esgrimidas por el Dr. Jiménez- permanecen inmutables e infalibles en esencia a lo largo de las décadas. Preferimos, acaso por ser imperfectos, que la generación de conocimientos avance con el enriquecimiento de la información arqueológica disponible, corrigiéndonos cuando es menester y reconociendo las lagunas que deberán ser salvadas en futuros trabajos. Irreconciliables porque no optamos por la postura cómoda de criticar a los demás lo que nosotros también hacemos.

Quizá un pequeño ejemplo ilustre lo dicho: cuestiona el Dr. Jiménez, entre otros asuntos, la representatividad de la muestra sometida a estudio por Teresa Delgado. Sin embargo no dice que en su afamada Gran Canaria prehistórica utiliza para postular sus teorías estudios de restos humanos (sobre piezas dentales precisamente) mucho menos significativos en su casuística y forjados al amparo de unos planteamientos que hoy no se consideran los más adecuados. Cuando me interesa lo uso y cuando no, lo evito. No puede admitir que se hayan incluido en el trabajo de Teresa Delgado restos humanos recuperados en intervenciones arqueológicas recientes y para las que, además, se dispone de nuevas referencias radiocarbónicas. Le cuesta asimilar que la investigación arqueológica en Gran Canaria haya seguido avanzando desde que él defendió su tesis doctoral y, sobre todo, que aquella no haya reconocido su pretensión de ser el abanderado del pasado insular.

A estas alturas todos debemos tener claro que el tiempo no pasa en vano y si no actualizamos constantemente nuestros conocimientos corremos un serio riesgo de quedarnos en el camino. Dos posturas que, insistimos, están lejos de encontrarse porque la del discurso único del Dr. Jiménez prefiere decir que Teresa Delgado "atendió con esmero su instrumento mientras otros movían la batuta". Opta por tal descalificación porque le es más cómodo no consultar la tesis doctoral y, especialmente, porque es incapaz de concebir un trabajo en equipo en el que exista un aprendizaje mutuo y enriquecedor. De un plumazo, pone en duda la libertad individual, posiblemente porque prefiere ser esclavo de la sinrazón. Reprocha que no nos hayamos identificado como los directores de la investigación que pretende criticar, pero lo que oculta es que la forma que tiene de entender el trabajo no concibe que lo que nos movió a pronunciarnos es nuestra experiencia conjunta como compañeros y como amigos. Esa forma de trabajar, a la que nosotros nos oponemos, sigue pensando que sólo pueden existir las relaciones jerárquicas entre "maestros" y "alumnos", sin imaginar siquiera que no sólo estamos orgullosos de haber acompañado a Teresa Delgado hasta la culminación de su tesis, sino que también deseamos seguir siendo partícipes de sus futuras aportaciones.

El alejamiento de la investigación real obliga al Dr. Jiménez a seguir creyendo en un mundo plagado de siniestras sombras en el que imagina ser único portador de la luz.

Planteamientos que son del todo desiguales, en su forma y en su contenido, porque mientras que nosotros pensamos que aún nos queda mucho por aprender, el Dr. Jiménez se mantiene en el inmovilismo más conservador. Obsérvese si no como frente a la lapidaria frase del Dr. Jiménez que dice: "Ya Gran Canaria prehistórica se encargó de demostrar que eso no era cierto", Teresa Delgado, en las conclusiones de su trabajo, prefiere afirmar que "las propuestas planteadas no deben considerarse explicaciones únicas e inmutables, sino que los futuros trabajos de investigación vendrán a enriquecer, matizar o refutar lo recogido en estas páginas". No sólo es una cuestión de talante personal, sino de actitud ante la construcción científica de conocimientos.

Por ello, pese a que el Dr. Jiménez esperara un enfrentamiento a degüello, estimamos que no merece la pena dar una respuesta punto por punto a su triste monólogo pesudoarqueológico y paracientífico. Ciencia y pataleta nos resultan francamente incompatibles.

Nosotros, por nuestra parte, no damos por concluida nuestra participación en este debate, para otros polémica, pues pensamos que forma parte de nuestro compromiso evitar la proliferación de imposturas intelectuales como las que encarna el Dr. Jiménez.


P.D.: Como el Dr. Jiménez se resiste a comprender la validez del término Bioantropología, invitamos a las personas que visitan esta página a consultar, vía correo electrónico, lo que la Real Academia de la Lengua dice al respecto. Sabrán quién es el campeón del concurso de patinaje.


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Comentarios
Domingo, 13 de Marzo de 2005 a las 13:59 pm - perera

#01 Hay determinados aspectos de este texto, y a la luz de los anteriores (tanto los de una parte como los de otra), que me gustaría destacar, y que -me parece- ponen luz a este debate.

El más claro es que, según se nos dice y entiendo, las diferentes posturas (amén de las 'fachadas' de una de las partes) son -casi- radicalmente opuestas. He aquí una de las razones (y la que debe importar a la hora de debatir) principales para que la prehistoria de Canarias sea tema de debate en estos últimos días.

Es decir, el trabajo de una de las partes (por simplificar lo digo así, que seguro habrá más de dos corrientes en este tema) sigue una línea de estudio (fíjense en la importancia de los términos) EMANCIPADORA (en tanto en cuanto está dispuesta a romper con las teorías clásicas si éstas ya no alumbran tanto o, simplemente, no sirven), COMPROMETIDA (es imposible hacer estudios aportando nuevas ideas si no se siente y se vive de lleno, si no 'nos toca' la realidad que estudiamos: en este caso Gran Canaria y su prehistoria) y EN CONSTRUCCIÓN (principio básico de la hermenéutica filosófica, ya desde el siglo XIX: la vida es histórica, cambiable, como modificables son las interpretaciones que de ella se hacen; y esto es algo positivo: el hecho de que las nuevas generaciones -o nuevas interpretaciones- enseñen otras perspectivas del tema en concreto. Es, aunque parezca contradictorio, un homenaje y un aprecio a la tradición. Mantener lo tradicional sin que esto ya sirva, es una manera de echar pestes a esta misma tradición).

Esto hace que no nos guiemos sólo por 'modelos teóricos importados' que se aplican sin más a nuestra realidad. No. Hay que conocer lo que se va haciendo en otros lugares, pero no se pueden aplicar unas ideas o unos métodos sin tener en cuenta la realidad concreta que se estudia; pues toda realidad concreta y sus particularidades (la prehistoria de Gran Canaria aquí) también marcan la idiosincracia del método a seguir.

En fin, y qué voy a decir de la ruptura entre 'profesor' y 'alumno' y del trabajo en grupo: me parece que es por donde hay que ir. A nadie se le escapa que esta dicotomía entre 'profesor' y 'alumno' ha escondido, en la mayoría de los casos, un esquema de poder de arriba hacia abajo, similable socialmente a las sociedades totalitarias donde la lección ya estaba de antemano aprendida: se trataba, simplemente, de cumplirla.

No creo que hayan cambiado tanto las cosas. Por eso me parece importantísimo el método de trabajo y el punto de vista utilizados por este grupo de personas, cosa que desde ya hace algún tiempo se empieza a ejercer en algunos ámbitos.

Totalmente coherente, por tanto, el final del artículo: no cierran el debate (si como real debate se sucediera) porque el enfrentamiento de ideas es la dinámica de un trabajo EN CONSTRUCCIÓN. Y, sobre todo, porque el sentirse comprometido con lo que hacen genera una actitud activa y 'militante' ante las posturas incomprensibles de algunos. Y eso hay que 'señalarlo' y decirlo.

Con gente así en nuestras universidades, aunque sean individualidades 'grupales', merece seguir manteniendo algo de confianza en ese ámbito tan alejado, por lo general, de la realidad cotidiana de nuestras gentes.