Revista nº 1037
ISSN 1885-6039

Entrevista a Antonio Quintero López

Jueves, 07 de Julio de 2005
El Baleo, Sociedad Cooperativa del Campo La Candelaria, nº 27, abril de 2005.
Publicado en el número 60

El próximo fin de semana tendrá lugar la romería de San Benito Abad. En este artículo publicamos una entrevista realizada a Don Antonio Quintero López, que nos habla de los orígenes de la romería lagunera.

Nació en el barrio lagunero de San Benito hace sesenta y seis años porque sus abuelos se asentaron allí, donde en la actualidad se encuentra su casa familiar, una de esas pequeñas casitas de teja que bordean la plaza de la iglesia de San Benito. Aunque su profesión ha sido la de zapatero artesanal -lo cual merece un amplio reportaje- hemos centrado nuestra entrevista en la Romería de San Benito Abad, ya que don Antonio ha sido vecino del lugar desde su nacimiento y ha conocido la evolución y el declive de la misma, una fiesta de gran significado para este municipio.

Los mejores recuerdos están centrados en su infancia y juventud, cuando la romería estaba organizada por las personas del barrio, las cuales se implicaban en la realización de las distintas tareas que requiere un evento de este tipo: mi abuelo era mayordomo de la iglesia de San Benito, en esa época era una autoridad (...).

Con anterioridad a la década de los cuarenta, la festividad de San Benito Abad se celebraba con la procesión del sábado; y, al día siguiente, domingo, se realizaba una pequeña romería alrededor del barrio y poco más; también se procedía a la bendición del ganado, que gustosamente llevaban los ganaderos hasta el Santo.

Para explicarnos el auge de la romería propiamente dicha, don Antonio nos habló de un personaje de gran relevancia en la zona, don Cirilo Hernández: era una autoridad, vivía cerca de la plaza, frente a donde hoy está la 'boutique' del pan, hasta allí llegaba el cartero, dejaba todas las cartas para que después cada uno las recogiera; fue donde se puso el primer teléfono, tenía un almacén de comestibles, despacho de racionamiento, un molino de gofio: ¡los gorgojos era terrible!, era una época que (...); cuando tostaban el millo pal gofio, a los niños nos daba un puñado de f/ores del millo, lo que hoy llaman cotufas (...). La importancia que había adquirido este personaje en el barrio fue tal que el dinero recaudado en la iglesia se le llevaba a don Cirilo sin que don Antonio tuviera claro por qué o vacío: Una tía mía trabajaba con don Cirito y limpiaba la iglesia y me mandaba a mi llevar la alcancía de las limosnas que la gente ponía, tanto el sábado como el domingo (....). Se hacían unos panes pequeños, redonditos, y las cestas de panes se dejaban en la casa de mi madre; se repartía el pan en la misa del sábado y la gente ponía alguna perra en la alcancía, yo la llevaba a la casa de don Cirilo para que estuviera vacía para el domingo, a veces estaba muy pesada.

EL AUGE DE LA ROMERÍA. Antonio Hernández Arón, hijo de don Cirilo Hernández, fue el impulsor de la Romería de San Benito en la década de los años cuarenta: se hizo un recorrido mayor, por las calles de La Laguna; en esa época fue cuando se empezó a traer rondallas de fuera, esto era muy difícil, venían de otras islas (...). Las parrandas locales estaban formadas por cantadores y tocadores del lugar, gente del pueblo que, sin ser profesionales, cantaban y tocaban con su sentir, sólo para divertirse, salir de lo cotidiano y pasar un buen rato: a las parrandas daban gusto verlas, hoy van todos derechitos (...). En esa época existía un grupo de danza organizado conocido con el nombre de «La danza de San Diego», procedente de ese barrio lagunero: la danza de San Diego bailaba en la procesión del sábado, le hacían un homenaje al Santo (...).

El mayor esplendor de la romería lo adquirió en esos años, cuando los vecinos organizaban toda la festividad, adornaban las calles: todos colaboraban, unos en poner banderas, otros en poner papelitos (...), hoy hemos perdido el gozar de la vida, esos pequeños detalles como el olor de los ventorrillos, asando carne, que se ponían a lo largo de toda la calle (...), la loza se lavaba en los baños, no era higiénico, pero nadie se moría (...), hoy no hay sino perros calientes (...).

La organización de la procesión del domingo quedaba de la siguiente forma: no había tantas carretas como hoy, eran unas tres o cuatro. Las cabras, ovejas, burros... iban de/ante, luego las carretas y la gente, el Santo y detrás de él muchas vacas, era una preciosidad ver tantas vacas cerrando la romería (...).

EL SANTO. La zona de San Benito era campo, a sus habitantes los llamaban «los peludos»: todo esto era zona agrícola, habían cuadras de vacas, trilladora, se plantaban papas, de todo (...) y de La Concepción parriba ya era ir al pueblo. Sin embargo, la principal fiesta de este barrio se convirtió en fiesta municipal: adquirió tanta categoría que a San Benito lo dejaban en La Concepción, lo llevaban en la procesión del sábado y el domingo la romería salía de allí, bueno, realmente se partía desde San Benito, pero el Santo salía desde La Concepción.

Fue con el paso del tiempo -al plantearse la restauración de la iglesia de San Benito- cuando lo trasladaron a La Concepción y permaneció en ese lugar hasta la terminación de la obra: cuando restauraron la iglesia se encontraron con muchos restos humanos en el piso, antes enterraban gente allí (...) por eso tardaron tanto. El cura se colocaba en uno de los laterales de la plaza, el ganado pasaba por delante y recibía la bendición: hoy lo hacen pero es diferente, no se lo hacen a todos sino al primer grupito que pasa.

LOS ANIMALES. Uno de los apartados más interesantes en las romerías es, sin duda, la presencia de animales, sobre todo en una época en la que buena parte de la economía familiar dependía de ellos. Su presencia en este tipo de eventos, estaba relacionada con la bendición del Santo, para ello los animales venían limpios, las reses vacunas con los flecos recortados, bañadas... El lucimiento del animal era muy importante entre los ganaderos, de ello dependía la valoración pública de sus animales, como consecuencia, de las personas que los atendían: venían de forma voluntaria, querían recibir la bendición del ganado, ahora vienen por, dinero (...). El guayero se vestía como podía, con su ropa normal, no uniformados como vienen hoy, la gente venía a ver el ganado, no cómo se vestía la persona sino lo que traía (...). Se repartían estampitas de San Benito y se las ponían en la cinta del sombrero. Hoy la mentalidad ha cambiado, antes todo el mundo se conocía; habían otros valores.

LA VESTIMENTA. En relación con este apartado, don Antonio nos comentó lo siguiente: Cuando veo pasar la romería, parece un desfile de carnaval. Nuestros antepasados no tenían tantos trajes. Mi abuela tenía su ropita de casa y la de los domingos; la gente del campo no vestía así, con tanto colorido (...) yo era pequeño y no entendía bien la importancia que tenían las enaguas, en casa, se planchaban y almidonaban, era lo más importante, para que fueran estofaditas. El pañuelo se ponía en la cabeza y un sombrerito, a lo mejor no iban tan guapas como hoy, pero iban bien vestidas (...). El traje de vestir de mi abuela era una falda canela, blusa blanca, una chaquetita corta, a la cintura, canela o negra, era las que tenía y un pañuelo; para vestir los domingos no se ponía ni sombrero ni delantal. Esa era la ropa que antiguamente se llevaba a la romería, la misma que se usaba los domingos para ir a misa.

LAS CARRETAS. Hoy hay más de cuarenta carretas, pero antes, como mucho, salían cuatro. Don Antonio se refirió no sólo a la cantidad, la calidad de las mismas, al mensaje que éstas daban al público asistente.

Realmente, la romería comenzaba con la decoración de las carretas puesto que se reunía un grupo de amigos, se organizaban para la composición de los motivos elegidos, pasaban un buen rato juntos haciendo el trabajo común y, al final, como resultado de ese esfuerzo, salía en la romería y lo pasaban bien: en una ocasión alquilamos una carreta y estuvimos un mes trabajando en ella; el tiempo en el que el grupo de amigos estuvimos trabajando formaba ya parte de la romería (...) la decoramos con granos, parecida a las que se hacen en Tegueste. Las carretas eran muy elaboradas, al gusto de la gente; se ofrecía el campo al pueblo. Eran carretas con un mensaje muy claro, se recreaban tareas y elementos agrícolas como: un lagar, trillo, la cogida de papas... haciendo llegar a la gente lo que era el campo.

En cuanto a las comidas con que los componentes de las carretas brindan al público asistente, don Antonio nos comenta que no eran muy abundantes, más bien escasas: a veces no tenían ni pa ellos mismos.

EL DECLIVE DE LA ROMERÍA. Como cualquier celebración de fiestas populares, la vida se las da el pueblo, personas que sienten y respetan sus tradiciones. Desde que éstas pasen a Instituciones Públicas, se deterioran, progresivamente se van convirtiendo en otra cosa, uno de los ejemplos más claros lo representa la Romería de San Benito Abad; con esta claridad lo expresa don Antonio: esta romería la organizaba la gente del barrio, fue el momento de mayor esplendor. Después que el Ayuntamiento la cogió y la organizaban los concejales, que no sentían esto, se fue dejando y empezó a diluirse (...), hay más carretas que no dicen nada, sin significado (...).

Hasta que la romería no vuelva a manos de su gente, mientras forme parte de la programación municipal, no será popular, no tendremos la auténtica Romería de San Benito.
Comentarios
Martes, 21 de Octubre de 2008 a las 07:55 am - Un admirador de 49 años...

#02 Ha sido, es y será un caballero en todos los sentidos. Siempre, o al menos con mi persona me ha tratado con mucha educación y simpatía. Y eso que nos vemos poco. Y su voz en el Coro del Orfeón La Paz, destaca. Que Dios te de vida muchos años. JGA

Martes, 15 de Mayo de 2007 a las 18:51 pm - YO MISMA

#01 ES MAGNIFICO QUE SEPA TODO LO QUE CUENTA LO CONOZCO HACE MUCHOS HAÑOS Y ME ARREGLA LAS BOTAS DE MAGA ES UN MANITAS Y ES CURIOSO YO TAMBIEN LO APRECIO Y QUE AYUDE CON TANTA INFORMACION UN BESOTE