Revista n.º 1064 / ISSN 1885-6039

Recordando a Manuel Alemán y su Psicología del hombre canario.

Domingo, 23 de enero de 2005
José Miguel Perera
Publicado en el n.º 37

La publicación de Psicología del hombre canario, hace ya unos veinticinco años, se torna de clara actualidad a la hora de pensar el pasado, el presente y un posible nuevo futuro desde y para Canarias.

Manolo Alemán



Las reflexiones y pro-puestas de Manuel Alemán siguen siendo, hoy, para Canarias, de una importancia crucial, de una inusualidad necesaria; para muchos, difícil de asimilar: tanto les incomoda.

Quien conozca alguno de sus libros (especialmente su Psicología del hombre canario), ¿podrá llegar a decir -aparte de poder no estar de acuerdo con alguna de sus apreciaciones- que ahí no hay nada que rascar? Sospecho que lo que se escondería detrás de esa afirmación -y varias veces la he oído- son, precisamente, muchos de los diagnósticos que en ese mismo libro se leen: saber las causas históricas, más o menos exactas, que nos han llevado a la perspectiva generalizada, política y culturalmente, en la que hoy estamos metidos (de ahí la incólume vigencia del libro), para empezar a romper el miedo de la persona canaria -digámoslo así- de tomar las riendas (activamente) de su vida personal y de su vida en la colectividad. Lo que se soterraría -sigo- sería el no querer apoyar una propuesta de liberación (teológicamente hablando) para Canarias, y desde Canarias; revolución que se pretende -ya, hace un tiempo- en muchos lugares y culturas con una serie de características peculiares (sobre todo históricas) análogas a las singularidades canarias: no sólo en Latinoamérica, sino en zonas de Asia, en África; o en concretos núcleos o grupos pertenecientes, y a la vez exentos, de los que han sido, hasta ahora, los centros de poder occidentales (léase Europa, la gran Europa de las mayúsculas).

Canarias no necesita desarrollarse; Canarias necesita liberarse: peso bien distinto. Quien no sepa de qué se tiene que liberar Canarias, lea el libro (léalo bien). O mire a su alrededor, o a sí mismo. Se necesita todavía bombardear al hombre dependiente que se ha creado en las Islas; desde las estructuras sociales hasta los recovecos psicosomáticos (que van unidos): unas y otros enormemente colonizados y, por ende, (en pos de) colonizantes. Se trataría -y no aminoremos fustigamientos, de nuevo, para manipular- de liberarse de una situación de dependencia secular: una liberación para llegar, en voz de los latinoamericanos (cristiana), al "hombre integral"; una persona que no dependa (borreguísticamente) ni políticamente ni personalmente de nadie. Que no hable (cuando lo dejen) con la cabeza gacha sin darse o dándose cuenta. Para ello es necesario, en palabras de Paulo Freire (recordemos que Manuel Alemán hizo una de sus tesis sobre él: "Praxis y Educación", Caja de Canarias, 1987), una educación concientizadora desde el (injustamente) maltratado, del marginado, del apartado socialmente, para no perder la perspectiva. Más allá de una especialización en un campo concreto, para poder ver más los motivos y las salidas de lo que sucede: una filosofía de la cultura que debe ser (y así lo es en quien nos con-voca) interdisciplinar. Claro que, reiterativamente (y tiene que ser así), reiterativamente, desde la perspectiva -la suya- canaria: desde su concreta idiosincracia: “todo hablar está marcado por un acento propio” (dice el teólogo latinoamericano Gustavo Gutiérrez).

Hablar y actuar; hablar (sus libros, por ejemplo) que es ya un actuar por el cambio (irremediablemente, radical).

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