Revista n.º 1073 / ISSN 1885-6039

El Encuentro Azul

Sábado, 23 de octubre de 2004
Yeray Rodríguez
Publicado en el n.º 23

En el encuentro de las tradiciones canaria y cubana del punto cubano está la tradición. Que se asimile el estado de la décima en Cuba por parte de los verseadores canarios no es algo nuevo. Así siempre ha sido; pese al ancho océano

Yapci Bienes, el verseador más joven de Canarias y el mítico Indio Naborí, genial improvisador y premio nacional de literatura de Cuba.


Desde principios de los años noventa se han venido desarrollando en diversos lugares del mundo diferentes encuentros que han tenido como objeto el fenómeno de la poesía improvisada. Este tipo de acontecimientos, que sin duda alguna han servido para relanzar en cada lugar del mundo las tradiciones particulares, han cumplido otra labor no menos importante que es la de señalar las semejanzas y las diferencias entre las distintas formas de improvisación que existen en el mundo. A la mayoría de estos festivales ha acudido una delegación canaria que ha realizado muestras de nuestra más característica forma de improvisación: el punto cubano. A esos festivales ha acudido en la mayor parte de los casos alguna delegación cubana que a su vez ha mostrado su forma característica: el punto cubano o punto guajiro.

Y es que es precisamente esta circunstancia una de las que más llama la atención no sólo a cubanos y canarios, que, sobre todo en el caso de los canarios ya conocen esta coincidencia, sino a los que, desconociéndola, acaban deslumbrados por el hecho de que dos lugares tan alejados geográficamente como el Archipiélago Canario y la Isla de Cuba, compartan tan íntimamente un género que forma parte del alma de sus pueblos. Es evidente que no son los dos únicos lugares donde se dan coincidencias. No debemos olvidar la más grande de las similitudes dentro del mundo hispánico que no es otra que el hecho de que los territorios americanos y Canarias compartan primordialmente una misma estrofa en su improvisación, la décima; pero cada territorio acompaña peculiarmente esta estrofa. Es verdad que se dan coincidencias musicales pero, hasta donde yo sé, en territorios colindantes, como sucede, por ejemplo en Uruguay y Argentina con los payadores. Salvando esta circunstancia, y salvando toda la anchura del Océano Atlántico, Canarias y Cuba, por supuesto con sus especificidades, andan igualmente enamoradas del punto cubano.
Yapci Bienes, el verseador más joven de Canarias y el mítico Indio Naborí, genial improvisador y premio nacional de literatura de Cuba. Dos generaciones, dos espacios juntos. Como siempre.

Esta reflexión que hago con ustedes no busca dar respuestas al eterno interrogante del origen del punto cubano como género (asunto que podríamos debatir en otro momento y sobre el que tengo mi particular opinión) sino analizar, en cierto modo, la particular influencia que en los últimos años ha tenido la presencia de improvisadores profesionales cubanos en nuestra tierra. Ésa quiero que sea la reflexión conjunta que hagamos. Aunque no lleguemos a desentrañar el fenómeno desde sus primeros tiempos, sí es interesante, antes de acercarnos a nuestro presente, hacer un poco de historia.

Creo que un punto de partida sobre el que estaremos de acuerdo es la estrechísima relación que existe entre estos dos territorios y que viene marcada por las constantes idas y venidas de isleños y cubanos obligadas, en la mayoría de los casos, por la triste historia de la emigración. Mucho se ha escrito en torno a esto y a veces con demasiada idealización. La emigración, lo vemos a diario, siempre es traumática y aunque transcurrido el tiempo recojamos frutos dulces, al principio sólo brinda amarguras. La marcha de los canarios a Cuba, iniciada siglos atrás, con mayor o menor intensidad, se mantuvo hasta las primeras décadas del siglo pasado. Los emigrantes o los hijos de éstos retornados, si bien siempre estuvieron presentes en la historia de Canarias, nos son más familiares, precisamente, en los últimos años.

Pues bien, teniendo en cuenta esta crónica constante de viajes de ida y vuelta, asunto que tratamos en la última entrega de esta sección, regresemos al punto cubano. A mi juicio, la interrupción en un momento determinado del siglo XX de los viajes de ida y vuelta entre Canarias y Cuba, marca el particular desarrollo del punto cubano en una y otra orilla del Atlántico. Parto de la idea de que desde Cuba, donde el punto cubano estuvo, al menos en los últimos tiempos, más asentado, con un mayor número de practicantes y también de seguidores, llegaban noticias de cómo se desarrollaba en cada momento este género. Así, en Canarias a principios del siglo XX, la velocidad del punto y el canto de las tonadas serían relativamente paralelos a las que en ese momento se desarrollaban en la Perla del Caribe. En ese instante los canarios que iban y venían traían noticias de cómo se desarrollaban en Cuba las canturías. La mayoría de esos indianos que volvían a su tierra provenían del campo cubano y se dirigían al campo canario y entre las noticias de Cubita la Bella se hacían hueco las décimas y las generosas gargantas de muchos indianos trajeron no sólo décimas aprendidas que se instalaron en la memoria de los canarios sino diferentes tonadas para el canto y en algunos casos la nueva velocidad en el acompañamiento musical. Y con estos emigrantes que actualizaban sucesivamente el desarrollo del punto cubano en Canarias también vinieron discos.

Muchos campesinos de mi pueblo me han hablado por ejemplo de Martín Silveira, “el que cantaba por las estrellas”, y que fue un célebre artista cubano que llego en ruedas de vinilo a Canarias. Estos canarios aficionados a la décima, emigrantes o no, que tenían relación con el punto quizás a través del entorno o del seno familiar, alimentaban su pasión escuchando a los indianos que cantaban o frente a la gramola donde daban vueltas los discos de Silveira y de Chanito Isidrón o el Jilguero de Cienfuegos. Esta circunstancia que apunto, esta constante evolución de las tonadas y el acompañamiento musical del punto en Canarias a la luz de lo que sucedía en Cuba, no es difícil de corroborar.

Evidentemente cada verseador tiene su tonada y cada laudista acompaña de un modo diferente, pero no es difícil que vengan a la memoria sobre todo del público palmero, verseadores que cantaban de maneras diversas y algunos que aparentemente innovaban la tonada y laudistas que también fueron introduciendo otras modalidades de acompañamiento. A esta circunstancia hay que añadir otra y que es la presencia en Canarias de verseadores oriundos de las islas que estuvieron en Cuba y regresaron. Éstos verseadores, entre los que podemos citar a los fallecidos José Hernández Negrín (gomero), Gregorio Rodríguez Martín (palmero de Tijarafe) o al todavía vivo Antonio Herrera (nacido en Matanzas pero actualmente residente en Gran Canaria). La presencia de estos verseadores y su particular interpretación de la décima, creo que corrobora el razonamiento que vengo haciendo: No cantaba igual, por ejemplo, José María Cáceres que el propio Gregorio Rodríguez como tampoco tocaba igual Pancho Calambre que el recientemente fallecido Melquíades García. Y lo más grande de esta circunstancia es que no se debe y no se puede decir que unos canten o toquen mejor que otros, sino que cada cual lo hace acorde al tiempo que le ha tocado vivir, al lugar donde ha nacido y al entorno que ha acompañado su vida.
Tomasita Quiala, genial repentista cubana que nos ha visitado en distintas ocasiones. Foto tomada del libro ¿Quién soy? Editado en Tenerife 1996 por la Imprenta Graficolor con la colaboración de la Asociación Cultural de Las Islas Canarias.


Pues teniendo en cuenta esta realidad podemos afirmar que la llegada de improvisadores cubanos a Canarias a partir de la década de los noventa, donde fue decisiva la iniciativa de José Luis Martín Teixé, Manuel Morales y Artemio Hernández, ha servido para que éstos cumplan, si cabe de un modo más evidente, el papel de aquellos emigrantes retornados. Estos improvisadores que han recorrido la geografía del archipiélago han actualizado el punto cubano que se hacía en Canarias, y esto es algo que no debe hacernos sentir traidores de nuestra propia tradición sino más bien lo contrario. Como vimos más arriba siempre fue así.

Lo grande es que Canarias haya logrado que sus verseadores lleven al punto cubano el discurso íntimo de su pueblo y a la vez den testimonio constante de la naturaleza migratoria de nuestro pueblo canario. Precisamente en los años en los que el contacto entre las dos orillas se enfrío, la décima en Cuba experimentó un desarrollo espectacular tanto en lo musical (canto y acompañamiento) como en lo textual, fundamentalmente a partir de la figura del gran Jesús Orta Ruiz, Indio Naborí. Es por eso que las visitas de repentistas cubanos como Adolfo Alfonso, Orlando Laguardia Omar Mirabal, Jesusito Rodríguez, Raúl Herrera, Roberto Pérez, los hermanos José Enrique y Luis Paz...(me dejo muchos atrás) han servido para que tanto los verseadores como los oyentes canarios se acomodaran a la nueva realidad de la décima. Además de grandes repentistas nos han visitado músicos que igualmente han colaborado de forma decisiva en este proceso Israel Pérez, Miguel Valerino, Pedro Sánchez, Erdwin Wichot y sobre todo Fernando Murga.

Y como digo, el encuentro fue inmediato. Los verseadores canarios y los repentistas cubanos compartieron escenario y compartieron músicos sin mayores complicaciones. Ahí quedan múltiples testimonios en escenarios y otros en grabaciones en estudio como las realizadas por Bernardo Gutiérrez y Orlando Laguardia, Pepe Rocha y Roberto Pérez o Yapci Bienes y Adolfo Alfonso. También es necesario anotar la iniciativa llevada a cabo por tres ayuntamientos Tijarafe, Puntagorda y Garafía para realizar un taller a mitad de la década pasada realizado por el repentista Adolfo Alfonso y por el laudista y también repentista Fernando Murga.

El festival de Tijarafe, el más importante de Canarias y que se celebra el primer lunes de septiembre, se vio enriquecido, por supuesto sin desmerecer las ediciones previas, desde que se realizaron cruces entre cubanos y canarios. Por tanto, los repentistas cubanos en Canarias han realizado, en primer lugar, una clara revitalización del género, puesto que se han multiplicado los espacios en los que se han desarrollado canturías de tal manera que no sólo la isla de La Palma, la fiel guardiana de esta tradición, ha escuchado punto cubano en estos últimos años. A esto hay que unir la celebración en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria de dos festivales internacionales de improvisación organizados por el Catedrático de la Universidad de Las Palmas Maximiano Trapero en 1992 y 1998, donde además de el Punto Cubano han tenido cabida manifestaciones de improvisación provenientes de distintos lugares del mundo.
Raúl Herrera (centro) y Orlando Laguardia (derecha), dos poetas que han visitado canarias en diversas ocasiones. Los acompaña el guitarrista grancanario Sergio Hernández


Centrándonos en las influencias ejercidas por los repentistas cubanos en los últimos años, yo pondría como primer ejemplo el de Miguel Rocha Martín, hijo de Tinizara y conocido por todos como Pepe Rocha, verseador que, a mi juicio, marca un cambio de rumbo en la improvisación en Canarias al entrar en contacto con el estado de la décima en Cuba. Pepe Rocha, junto con José Bienes y Pancho Arteaga constituye una generación intermedia (a juicio de ellos mismos) entre los verseadores mayores (Bernardo, Pancho, Sabino, Eremiot) y los más jóvenes (Yapci Bienes, Rodolfo Hernández y quien les habla). De su generación me atrevo a destacar a Pepe Rocha puesto que Pancho Arteaga, verseador gomero de gran hondura y sinceridad y provisto de la mejor voz que he oído a un verseador canario, no se ha prodigado tanto en los escenarios y José Bienes, según él mismo comenta en una entrevista publicada también en esta sección de Bienmesabe, no se ha visto influido por los poetas cubanos). Pepe Rocha, cantando directamente con ellos o escuchando infinidad de cintas ha sabido llevar a su décima, en la medida en que le ha sido posible esta otra forma de improvisación más tendente a la metáfora y no tan relativa a las referencias explícitas.

Evidentemente, este cambio de rumbo no ha resultado fácil. Nombré antes a una generación joven integrada por Yapci Bienes, Rodolfo Hernández y yo mismo. Fundamentalmente Yapci Bienes y yo hemos tenido la oportunidad en los últimos años no sólo de entrar en contacto con repentistas cubanos y cantar con ellos sino que se nos ha ofrecido la posibilidad de versar con improvisadores de otros países. También hemos tenido la suerte de nutrirnos con la audición de controversias entre cubanos no sólo de nuestro tiempo sino de otras épocas donde el repentismo cubano también brilló (como siempre) a gran altura. Si como dije más arriba en otro tiempo los referentes fueron por ejemplo Martín Silveira o Chanito Isidrón, para nosotros lo han podido ser Alexis Díaz Pimienta u Omar Mirabal. A los dos el apego a la décima nos llega desde el seno familiar pero debemos muchísimo a los repentistas cubanos.

Vuelvo a repetir, aún a riesgo de ser pesado, que no pretendo situar ninguna generación de verseadores canarios por encima de las otras: cada generación se sitúa en un tiempo determinado y en contacto con un determinado estado de cosas. Lo que sí quiero dejar claro es que tanto en cuanto al texto como a la tonada y la velocidad del punto, si ahora se canta de esa manera en la que han podido oírnos a nosotros, no supone una rendición a la modalidad cubana, ni un gesto de sumisión sino una manera de ser fieles a la continuidad de ida y vuelta que ha caracterizado el desarrollo del punto cubano en Canarias.

Lo cierto es que en este tiempo, el punto cubano además de en los escenarios se ha prodigado con canarios y cubanos más que nunca en los medios de comunicación, lo que ha supuesto un empujón decisivo. Lo cierto es que el futuro nos llama a encontrarnos, y no sólo entre canarios y cubanos sino también entre improvisadores, y nos llama a amar cada vez más esta tradición que pertenece a todo el que la ame y respete, sabiendo que el punto cubano es más importante que los verseadores y que el pueblo necesita que nos comuniquemos con él, sea en los escenarios, en las bodegas o en los bares, pero en un diálogo que es casi obligatorio. Y lo cierto es que debemos pelear porque surjan nuevos cultivadores y apoyarlos con pasión.

Luchemos por el futuro del punto cubano en Canarias porque si no sólo será pasado. Por último cabe preguntarse, y es la pregunta que lanzo para el comentario, cuál hubiera sido el presente del punto cubano en Canarias sin la visita de los repentistas cubanos en los últimos años.
Glosario: Pie Forzado
En el último artículo publicado no incluí esta sección cuya filosofía es, después de las dos primeras entregas donde profundicé en asuntos generales, responder a los términos propuestos por los lectores. En esta ocasión incorporo un término que resulta cada vez más familiar para los oyentes de punto cubano en Canarias. El pie forzado señala el verso impuesto al improvisador para que cierre su décima, para que le de cohesión con los otros nueve que debe improvisar.

En Cuba y Canarias suele usarse puntualmente, solicitado por el público; pero por ejemplo en Puerto Rico es habitual pautar la improvisación con un pie forzado impuesto a cada pareja de trovadores. El término pie forzado se ha generalizado habitualmente para referirse a todo verso impuesto para la improvisación (aunque por el hecho de llamarse pie entendamos que únicamente se refiere al último).

Nuestros Verseadores

Juan Ramón Rodríguez.
Majorero de Tiscamanita, Tuineje, nació en mayo de 1922. Su vida, atravesada por innumerables ocupaciones, es la de tantos y tantos canarios heroicos que se dejaron el sudor por sacar adelante a los suyos. Improvisador inicialmente de cuartetas se inició tarde en la décima pero también la ha logrado acomodar a su tino y su original y característica voz. El Cabildo de Fuerteventura, el Ayuntamiento de Tuineje y la Fundación Manuel Velázquez Cabrera publicaron parte de su creación en el volumen Décimas y cantares (mayo de 2003) cuya foto de portada se muestra a la derecha.

Escuchamos una décima suya cantando con el grancanario Antonio Herrera y acompañado por Feluco Tejera (laúd), Pedro Miguel González (guitarra) y Miguel González (claves). Extraido del CD Antología del punto cubano (CCPC).
Escuchar audio.


La décima en Nuestra América
Argentina, Uruguay y Sur de Brasil Los payadore argentinos Jose Curbelo y Martha Suint acompañados de Paulo de Freitas
En el sur de América Latina se asienta una tradición, la de los payadores, que es quizá de las más reconocidas dentro del mundo de la improvisación. Armados con su guitarra y a imagen del Martín Fierro de José Hernández, los improvisadores de las zonas descritas perpetúan una tradición profundamente apegada a la figura del gaucho. La décima es la forma estrófica favorita (no olvidemos la importancia de la sextilla hernandiana) y se interpreta en diferentes estilos: cifra, milonga, estilo...

Al sur de Brasil, con algunos matices, como el hecho de que los payadores de ese país reciten sus décimas mientras otro los acompaña, vive una misma tradición. Escuchamos al uruguayo (descendiente de canarios) José Curbelo y a la argentina Martha Suint en una milonga grabada precisamente en Brasil, extraida del cd Payadores de tres patrias. En la foto aparecen estos dos payadores junto con el pajador brasileño Paulo de Freitas (dcha).
Escuchar audio.
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