Revista nº 1040
ISSN 1885-6039

Se presentaron las exposiciones que abren su programación de este año.

Sábado, 30 de Enero de 2016
Redacción BienMesabe.
Publicado en el número 611

Se inauguró este viernes, a las 20.30 horas.

 

El Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) de Las Palmas de Gran Canaria inauguró ayer viernes, a las 20.30 horas, las dos exposiciones con las que arranca su programación de este año. Se trata de la colectiva Iconocracia. Imagen del poder y poder de las imágenes en la fotografía cubana contemporánea, coproducida con Artium Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo, y la muestra individual Glenda León. Cada Respiro, en el CAAM-San Antonio Abad, en la que colabora Matadero Madrid. 

 

Ambas exposiciones, presentadas hoy a los medios de comunicación, se podrán visitar hasta el día 22 de mayo en el horario habitual de este centro de arte, dependiente del Cabildo de Gran Canaria, de lunes a sábado, de 10.00 a 21.00 horas, y domingos, de 10.00 a 14.00 horas.

 

Iconocracia. Imagen del poder y poder de las imágenes en la fotografía cubana contemporánea es una gran exposición, comisariada por Iván de la Nuez, que reúne 70 obras de más de una treintena de artistas procedentes de Cuba que han desarrollado su trabajo en las últimas tres décadas. Es un proyecto expositivo que agrupa, alrededor de la fotografía y del vídeo, a creadores que, pese a su diversidad biográfica, estética o directamente política, coinciden en su desafío hacia lo que se ha asimilado y extendido como Fotografía Cubana.

 

Se trata de artistas que han sido capaces de deglutir esa iconografía, con el firme propósito de armar, más que una imagen, un imaginario diferente desde sus posiciones individuales y sus particulares miradas.

 

CRÓNICA PIONERA

 

Recuerda Iván de la Nuez que en el año 1957, Herbert Matthews publicó en The New York Times el primer reportaje de alcance mundial sobre la revolución cubana, realizado en Sierra Maestra, durante la lucha guerrillera. Y aquella crónica lo convirtió en un pionero. Tanto de la fascinación occidental por aquel proyecto como del lanzamiento universal del entonces joven líder del mismo. Fue tal el impacto de este reportaje que un libro de Anthony Depalma llegó a definir a Matthews como “el hombre que inventó a Fidel Castro”.

 

La realidad, sin embargo, fue otra: tanto el reportaje como las fotografías que lo ilustraban encajaron perfectamente en los planes de un programa político que, desde el principio, había enfocado su estrategia en dos direcciones. Una, hacia la historia. Otra, hacia la imagen. Por esa razón, de cara al mundo, la revolución cubana jamás necesitó un departamento de propaganda, pues este siempre estuvo siempre bien cubierto: lo mismo por Cartier-Bresson (‘el ojo del siglo’) que por Barbara Walters; por Time o por la CNN, o por un nutrido grupo de fotoperiodistas como Korda, Corrales, Salas o Noval.

 

PRIMERA REVOLUCIÓN TELEVISADA

 

La cubana fue pues la primera revolución de su tipo en el uso extendido de la televisión y, a diferencia de otros países comunistas, no fueron las estatuas gigantescas, sino la fotografía, la encargada de expandir la iconografía oficial.

 

Esto describe el origen del término iconocracia, un modelo de gobierno que, entre sus muchos poderes, sostuvo el enaltecimiento de su imaginario a través de la imagen fotográfica. Y eso es lo que explica que el arte cubano posterior no sólo se viera obligado a lidiar con esa tradición fotográfica mayúscula, sino también con su mitología y con la necesidad de gestionar y traspasar tanto su discurso estético como sus mitos.

 

Esto es, precisamente, lo que recorre la exposición Iconocracia, tal y como destaca Iván de la Nuez. “No se trata de una empresa fácil, habida cuenta de que estos nuevos ‘fotógrafos’ –y las comillas ya hablan del uso problemático del término- se han visto obligados a bregar con una tradición iconográfica en la cual la imagen se constituía como reflejo y documento del imaginario colectivo de todo un país.

 

CAPÍTULOS

 

La exposición se plantea como un ensayo visual desplegado a través de cinco capítulos:La jaula de agua, Del Nosotros al Yo, No hay tal lugar, Iconofagia, Apoteosis; además de un prólogo y un epílogo.  

 

Las obras de Iconocracia responden a una estética menos representativa que somática,  en la que el cuerpo –y no la imagen del cuerpo-, la ciudad –y no la arquitectura de la ciudad-, la naturaleza –y no la reproducción de la naturaleza-, así como la humanidad –y no el humanismo- son magnitudes que atraviesan de manera conflictiva términos tales como revolución, democracia, patria, exilio, identidad, individualidad, género, etnia, globalización…

 

Pero Iconocracia es, también, una exposición que explora los propios límites del hecho fotográfico. De ahí que persiga una ubicación distinta de la mirada del fotógrafo y una remoción radical de lo que suele considerarse como objeto fotográfico. Si sus antecesores de los años 60 llegaron a establecer la fotografía bajo las prescripciones del Agitprop, los artistas de Iconocracia han conseguido licuar el Agitprop en las reglas del arte. Es lo que corresponde, ya metidos en el siglo XXI, a unos constructores de imaginarios, llamados a transmitir algo más que el destello de un flash en esta ‘era de la imagen’.

 

‘CADA RESPIRO’

 

En el espacio CAAM-San Antonio Abad, el museo presenta la exposición Cada Respiro,de la artista cubana Glenda León, considerada como una de las artistas más relevantes de su generación. La muestra, comisariada por Christian Domínguez Dietzel, reúne cuatro obras de videocreación, que se exhiben en las dos plantas del centro. En concreto, en las salas de la planta baja se muestran tres piezas de vídeo destacadas de su producción:Intermitencia (2000), El enemigo (2007) y Líbido (2001), y en la planta alta se exhibe la gran videoinstalación, Cada Respiro (2015), creada específicamente para Matadero Madrid, que da nombre a la muestra. 

 

Esta pieza audiovisual, Cada Respiro, muestra en cinco grandes pantallas imágenes del mar, el fuego, la tierra o el cielo, que se mueven de forma sincronizada al ritmo de una respiración pausada, e interactúa con el visitante con una poderosa fuerza de provocación participativa. Es una obra que busca no solo dar la idea de la conexión entre las personas y el mundo en el que viven, sino también el potencial que los seres humanos llevan dentro de transformar el mundo, y propiciar así una dosis de optimismo.

 

Glenda León (La Habana, Cuba, 1976) es una artista reconocida internacionalmente, cuya obra ha recibido premios como The Pollock-Krasner Foundation Award y residencias como las del Couvent des Recollets, en París y la Fonderie Darling, en Montreal. Varias de sus creaciones forman parte de destacadas colecciones públicas como las del centro de arte George Pompidou, el Museo de Bellas Artes de Montreal o el Museo de Bellas Artes de Houston, Estados Unidos.

 

La artista ha participado en la XII Bienal de La Habana, Cuba, de 2015 (Biblioteca Nacional); en la Bienal de Santa Fe, Estados Unidos, en 2014, (Santa Fe Museum), o en la  55º edición de la Bienal de Venecia, Italia, en 2013 (Pabellón de Cuba, en el Museo Archeologico Nazionale di Venezia, Palazzo Reale), entre otras citas internacionales del arte contemporáneo.

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