Revista nº 1040
ISSN 1885-6039

Icod: cantares corridos y adivinas.

Viernes, 16 de Mayo de 2014
Edmundo Delgado, Agustín Díaz y Carlos Ramírez
Publicado en el número 522

El cantar corrido, redescubierto en la zona alta de Icod de los Vinos, es un canto más de trabajo (como lo eran el canto del boyero, la recogida de higos...) que se encuadra dentro de la amplia gama de éstos, tan poco estudiados, por otra parte, dentro del folclore canario.

 

 

La importancia que los cultivos de secano (trigo, cebada, centeno) tuvieron en Tenerife (esta Isla es la más fértil de todas, en cuanto al trigo (Tenerife), y desde este punto de vista, es una madre o una nodriza para todas las demás en tiempos de navidad, decía en Descripción de Las Islas Afortunadas, Thomas Nichols (1583), hizo que gran parte de la población campesina estuviera dedicada a estas faenas agrícolas: La cosecha de cereales era importante en Tenerife pasados los primeros años de implantación, sus vecinos estuvieron autorizados, desde 1512, a exportar hasta un tercio de lo recogido, siempre y cuando la isla estuviera abastecida (Historia General de las Islas Canarias, Volumen III, Agustín Millares Torres).

 

Baste señalar la extensión de terrenos que era dedicada a tal fin en épocas relativamente recientes:

 

 

En contraste con este antecedente se aprecia actualmente el franco retroceso del cultivo de los cereales, y cifras actuales (recogidas en la Cámara Agraria de Icod) nos lo demuestran:

 

 

Estos eran los principales cultivos de secano en el término de Icod. Asociados a estos últimos hubo una serie de faenas agrícolas consiguientes a los mismos y un enriquecimiento del acervo cultural del pueblo canario con cantos de trabajo, costumbres, creencias, etc., desde que tenía lugar la siembra hasta la transformación del producto para su consumo posterior.

 

En Icod se comenzaba la siembra en los meses de noviembre y diciembre por Santa Catalina. El sembrador provisto de una alforja, que era confeccionada de lana, con dos depósitos, uno delantero y otro a la espalda, se dedicaba a su labor regando la semilla en los surcos. Cuando las semillas contenidas en el delantero se acababan, se cambiaba por el que se llevaba detrás. A continuación se tapaban con la llamada corredera de palo, consistente en una tabla tirada por una bestia, que iba emparejando la tierra a manera de aplanadora y tapando la semilla.

 

Con respecto a estos cultivos, fueron recogidas por nuestra parte unas coplas en las que en forma de controversia se reflejan las características de estas plantas farináceas:

 

 

Zancas vanas
zancas vanas
pronto espigas  
tarde granas.
(Cebada).

 

Cállate viejo barbudo
que a tus faltas bien te ayudo,
que aunque soy chiquita y nana,
también doy mis buenas fanegadas.
(Cebada).

 

  

Como se puede comprobar, los cereales se personifican y se establece una disputa en relación a su productividad; en primer lugar la cebada se dirige al centeno, al cual llama zancas vanas, es decir, por su espiga que es la más alta, pero en relación con los demás su rendimiento es menor. En la segunda estrofa, la cebada dirigiéndose al millo, viejo barbudo, hace mención que llegada la época de escasez de este cultivo se le mezclaba con la cebada para obtener una mayor rendimiento del gofio. En este segundo verso hay también una descripción de la propia cebada: (chiquita y nana) y de su rendimiento (también doy mis buenas fanegadas). Por lo que se nos dijo existía una tercera estrofa en la que el trigo se dirigía a los demás para decirles que él era más importante debido, entre otras cosas, a su consagración en la misa (la hostia).

 

La siega se efectuaba en verano, concretamente en julio; posteriormente existen en las mismas fechas del estío la trilla. En relación a esta última tenemos las siguientes coplas:

 

 

Santiago patrón de España
se celebra el 25 (de julio)
y Santa Ana el 26 (julio)
patrona de Garachico.

 

 

El proceso de la siega consistía en que una vez recogidos los cereales eran amontonados en la huerta en gavillas o moyos, luego eran cargados a lomo de bestias o en carretas y llevados a la era. La trilla tenía lugar cuando las condiciones climatológicas eran adecuadas, y si excepcionalmente llovía era postergada para otro día. Si hacía mucho calor se realizaba por la noche bajo la luz de la luna y las estrellas.

 

Archivo de la Fedac

 

Los cereales eran extendidos por la era, menos el centeno, que se golpeaba contra el trillo para separar el grano de la paja, sin deteriorar ésta, que era utilizable para la confección de diversos útiles domésticos (balayos, albardas, techos para las casas campesinas, sombreros…). Pasado el trillo sobre ellos se juntaba la paja (emparbar), del lado que viniese el viento; cuando no había se esperaba días y semanas hasta que se hiciera su presencia. Esto era debido a que el proceso de aventar el grano el viento era fundamental, puesto que éste, al ser más pesado, quedaba en la era, mientras que la paja, al ser más liviana, era empujada por el viento. Con relación a estas dos últimas faenas hemos encontrado los llamados cantares corridos (propios de la zona de Icod), es decir, corrido como sinónimo de copla dicha por mujer u hombre, seguida de otra contestada por el sexo contrario del primero que la dijo:

 

 

Vete, bobo consentido,
                            pensabas que te quería,            ( Mujer).
era por pasar el rato
que yo mi novio tenía.

 

No seas tan orgullosa
                          que no eres ningún encanto,       (Hombre).
he visto muy buenas mozas
quedar para vestir santos.

 

 

Se improvisaban los cantos; si te decían bien, se contestaba bien y a la inversa.

 

 

Tú enamorarte de mí,
                           eso no lo pienses niño,             (Mujer)
mira yo tengo en La Habana
todo mi amor y cariño.

 

Mira que ese de La Habana
                                     no es mejor que yo,                  (Hombre)  
yo tengo casa y terreno
que mi padre me dejó.

 

 

Los cantares se decían a palo seco, sin ningún instrumento musical propiamente dicho. Los instrumentos eran los sonidos del trabajo, los cueros para darle a las bestias, ruido de la hoz al cortar el trigo… En la siega el canto se ejecutaba acompasado al ritmo del trabajo: Cuando más se cantaba era trillando, que era cuando más descansado se estaba porque la yunta tiraba de la gente que iba encima del trillo, mientras se arriaba a los animales.

 

El cantar corrido, redescubierto en la zona alta de Icod de los Vinos, es pues un canto más de trabajo, que se encuadra dentro de la amplia gama de éstos, tan poco estudiados, por otra parte, dentro del folclore canario:

 

 

Cántame un cantar corrido,
yo te lo responderé,
que aunque soy niña y pequeña,
atrás no me quedaré.

 

 

Como así mismo lo eran el canto del boyero, la recogida de higos, etc. Una peculiaridad del canto era que no se mencionaban las labores del campo que estaban realizando en el momento de cantarlo. El cantar corrido tenía a su vez una picaresca que quedaba reflejada en muchas coplas. Quizás el motivo de que el corrido tuviese esta característica sería debido a que estos trabajos, siega y trilla, contaban oportunamente con la presencia de ambos sexos.

 

Otro apartado del folklore de esta sociedad campesina eran las denominadas adivinas, que no son otra cosa que acertijos. El fin de estos sería el entretenimiento cuando se interrumpían las faenas diarias. Los lugares y circunstancias en los que se planteaban eran diversos, tales como velorios, ventas, casas particulares… Estas adivinas aparecían junto a juegos como el del Anillo (consistía en poner un anillo entre los manos, dos manos como rezando, y se les iba pasando a todos por dentro de éstas, hasta que se le daba a uno que los demás jugadores no sabían quién era. Había que acertar entre varios quién lo tenía, y el que lo acertaba lo cogía para seguir jugando de la misma forma. Se podía apostar algo: dinero, prendas…); o junto a dichos infantiles como: Pico, pico marorico/ donde queda…, consistente en coger una larva del millo entre los dedos, y preguntarle hacía dónde quedaba un lugar geográfico, y el pico de aquella, según la tradición, se orientaba hacia el lugar en concreto. Este dicho infantil estaba relacionado con las reuniones familiares y de vecinos para desfaginar y desgranar el millo. 

 

 

Más de cinco mil hermanos
entran por un “bujerito”
y al nacer el nombre de hembra
el de varón lo han perdido.  
(El trigo y la harina).

 

 

Las adivinas son composiciones monoestróficas creadas por ingeniosos y espontáneos del pueblo. Es socarrona y picaresca, encierra en sí mismo gran parte del saber popular. Nuestros abuelos de seguro que mataban sus ratos de ocio, bien pocos por cierto, con adivinas, juegos, dichos…, que reflejan la siempre rica muestra folklórica de nuestras Islas. Aún en nuestros campos, lugares escondidos y preservados de la especulación y el cemento, se conserva la pureza de nuestra más inmediata realidad.

 

Imbuidos pues en esta sociedad agrícola se encontraban nuestros antepasados, y de esta relación del hombre con el medio y el trabajo de la tierra surgieron costumbres, tradiciones, supersticiones… que forman hoy parte de nuestra cultura popular.

 

 

Texto publicado previamente en el Cuaderno de Investigación Folklórica que organizó el Colectivo Cultural Bencheque en Icod de los Vinos en 1984. La foto de portada es de Imeldo Bello Baeza (tomada de http://www.rinconesdelatlantico.es/num5/3_fernando.html).

 

 

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