Católico militante y activista político, sería falangista de primera hora y se presenta como voluntario cuando comienza la guerra en 1936. Marcha primero, como corresponsal de guerra, al frente de Madrid. Pero se alista voluntario en la Legión y es herido en el frente del Jarama (1937). Participa en la defensa de Toledo y como alférez provisional se le encarga la formación de la milicia de Tenerife. Pero de nuevo se halla en Madrid, con el grupo de tiradores de Ifni, y muere en acción de guerra. En ese mismo año de su muerte, o tal vez al año siguiente, se publicaría su único libro, Ardiente voz de guerra, con un prólogo de Andrés de Lorenzo-Cáceres*. Contiene una serie de prosas, anteriores a 1936; también otras prosas (arengas, discursos y otros) y poemas (sonetos, romances, baladas) del tiempo de la guerra, marcado todo ello por el ardor guerrero que caracterizó al personaje y por la constante presencia de la muerte, que lo siguió a lo largo de su corta vida.

Foto: cabecera del periódico Amanecer (1937), en el que participó el autor