Ha llegado a mis manos, a través de un compañero que lo adquirió recientemente en el rastro de Santa Cruz, un ejemplar de febrero de 1935 de la revista  “Natural History. Journal of The American Museum of Natural History”. En él se publica un artículo de Carleton S. Coon titulado “The people of the Rif. The White Tribes of the Mountains of North Africa” en el que explica el interés que los naturales del Rif (región montañosa del noroeste de África) tenían en ese momento para la ciencia, pues muchos de ellos eran rubios. Este hecho, aunque exagerado a menudo, era sin embargo real, pues  menos de la mitad de la población tenía el cabello negro aunque el de la mayoría era castaño medio u oscuro. Uno de cada cuatro rifeños tenía la barba que podría decirse que era rubia y uno de cada tres la tenía morena. El pelo rubio era del tipo dorado nunca de tonos cenicientos. El 4% tenía el pelo con tintes rojizos que ascendía al 17% si consideramos el de la barba, lo que los señala como uno de los pueblos más pelirrojos del mundo y en su mayoría eran pecosos.  Más de la mitad tenía los ojos azules, grises o verdes, pero muy frecuentemente mostraban manchas de color marrón en un fondo más claro. La combinación de los ojos azulados bajo cejas resaltadas, la barba rubia o rojiza y la piel blanca rojiza los hacen parecer una raza rubia pura.

En este trabajo Coon comenta que los rifeños no son los únicos rubios en el norte de África, aunque son los más numerosos, también los guanches en época de la conquista eran frecuentemente rubios; pero a través del norte de África, si consideramos tanto árabes como bereberes, existe un mínimo de individuos rubios, y es imposible encontrar un pueblo donde no haya gente morena entre los rubios y rubios entre los morenos.

En la actualidad, los investigadores opinan que el guanche no debió variar demasiado de las poblaciones mediterráneas, en general, y norteafricanas, en cuanto a la pigmentación de piel, pelo y ojos, y que tampoco debió diferir en demasía de las poblaciones canarias actuales. Así, la proporción de gente con ojos, tez y cabello de tonos claros debió rondar el 10-20 por ciento de la población.

Carleton S. Coon (1904-1981) fue presidente de la American Association of Physical Anthropologist, y sus estudios sobre las razas han sido controvertidos. Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó de espía para los franceses en Marruecos, que estaba ocupado por los alemanes, utilizando los trabajos de campo como excusa; esto  le supuso posteriormente la crítica de sus colegas sobre su ética.  Fue discípulo del también norteamericano E. A. Hooton, quien  realizó uno de los estudios más pormenorizados, integrales y completos llevados a cabo en esta época en Canarias y que fue publicado en 1925 con el título “The Ancient Inhabitants of the Canary Islands”. Sin embargo, Hooton desmintió que el norte de África haya sido un “centro de rubios”.