Revista nº 1040
ISSN 1885-6039

Maestro Pablo: zapatero y artesano de globos.

Miércoles, 07 de Agosto de 2013
Pedro Socorro Santana (Cronista Oficial de Santa Brígida)
Publicado en el número 482

Este personaje popular construía globos de papel que lanzaba al viento para la delicia de pequeños y adultos. Nacido en la ciudad de Arucas (Gran Canaria) en 1882, Pablo Barrera Guerra se estableció en Santa Brígida a partir de 1918, donde ya residía una hermana.

 

 

Siempre se ha creído que los zapateros remendones tienen alma de filósofos. Y aunque en las ciudades tienden a desaparecer, relegada la horma y la lezna a una decadente condición de piezas de museos, en determinados pueblos aún siguen ejerciendo su soberanía, con esa forma parsimoniosa y severa con que cada día devuelve a los vecinos la compostura en el andar. Santa Brígida tuvo entre sus personajes más populares a Pablo Barrera Guerra (1882-1980), más conocido por maestro Pablo el Zapatero, a quien su pueblo le tributó un merecido homenaje con la inauguración de una escultura –El Globo– en una esquina del Casco Histórico. Acerquémonos hoy a la sencilla biografía de un reconocido artesano que tanto remendaba zapatos como diseñaba, construía y lanzaba el globo de papel más bello que, por un instante, gozaría el aire.

 

Los globos aerostáticos son una de tantas tradiciones que forman parte de la riqueza cultural de Santa Brígida. Un espectáculo vistoso y esperado de las fiestas de esta localidad que se esfumó con el fallecimiento, en 1980, de nuestro personaje. Hoy, prácticamente esta tradición ha desaparecido del cielo satauteño, pues nadie ha seguido la saga del maestro, además del peligro que representan los globos de papel, ya que pueden originar incendios forestales. Pero esta actividad alcanzó una gran popularidad en fiestas locales y verbenas a mediados del siglo pasado gracias a la pasión de este vecino.

 

Uno de los primeros globos de San Antonio de Padua elaborados en Icod de Los Vinos por el artesano Pepe el Capijo,

en la imagen de la derecha, similares a los fabricados en la villa de Santa Brígida por nuestro personaje maestro Pablo (Fondo: José Fernando Díaz Medina)

 

La juventud de Santa Brígida sentada con el maestro globero

 

La tradición de la fabricación de globos de papel ha tenido continuidad en la localidad de Icod de Los Vinos, en Tenerife, gracias a la labor desarrollada por un artesano contemporáneo de nuestro paisano, José Delgado Socas (1904-2000), más conocido por Pepe el Capijo, impulsor de esta tradición en aquella localidad y que hoy continúa su primogénito, Osmundo Delgado Martín, actualmente en posesión del carné de artesano de globos de papel1. Por fortuna, los globos siguen surcando los cielos canarios. El pasado 17 de junio tuvo lugar en aquella localidad de Tenerife el lanzamiento del último globo de San Antonio de Padua.

 

El globo de San Antonio de Padua lanzado el pasado 17 de junio en Icod de Los Vinos

(Fondo: Cronista José Fernando Díaz Medina)

 

Biografía de Maestro Pablo. Conozcamos algunos datos de nuestro personaje. Nacido en la ciudad de Arucas en 1882 en el seno de una familia humilde, Pablo Barrera Guerra se estableció en Santa Brígida a partir de 1918, donde ya residía su hermana Lola. Para entonces estaba casado con Carmen Zerpa García y había tenido a su hijo Simón, primogénito de los siete vástagos que vendrían más tarde. Desde su llegada se ganó pronto el cariño de los vecinos gracias a la práctica de un arte entretenido, volátil, efímero y grato que había aprendido en su ciudad natal; un lugar con larga tradición en este oficio. Pero, también, porque el forastero tenía ese humor socarrón canario al que todos buscaban para que les alegrara la vida.

 

Gozaba de una gran habilidad para plegar globos de papel; y aunque probablemente no había estudiado las leyes de física las aplicaba sin conocerlas a su manera. Había un halo mágico en todas aquellas construcciones que luego dominaban el espacio y se alejaban de las miradas atónitas de los vecinos. Cada año, durante las fiestas, ya fuese para San Antonio de Padua, Santa Brígida o La Naval,  maestro Pablo cumplía con un deber casi religioso, construir un artefacto con gran toque de maestría y hacer volar su obra de ingeniería casera, valiéndose de los vientos alisios.

 

Maestro Pablo el Zapatero pasea por la plaza de la iglesia en una imagen de la década de 1970

 

Los chiquillos disfrutaban de lo lindo con el original espectáculo que contribuyó a introducir a los chavales en los misterios de la ciencia, en la que dos insignes canarios fueron pioneros de los primeros vuelos en España de un globo aerostático. Tales fueron los ejemplos del ingeniero Agustín de Bethencourt y Molina, fundador de la Escuela de Ingenieros Caminos Canales y Puertos y artífice de la primera ascensión el 28 de noviembre de 1783 en Madrid, y del sacerdote canario José Viera y Clavijo, que llevaría a cabo en Madrid días después la suelta de otro globo, concretamente desde los jardines del Marqués de Santa Cruz, una tecnología a la que dedicó mucho tiempo, estudios y escritos2.

 

La suelta o elevación de globos aerostáticos era una costumbre arraigada en los programas de las fiestas populares de los pueblos canarios al menos desde mediados del siglo XIX. Y aparecen progresivamente reflejados en la prensa de la época, traídos en ocasiones desde Barcelona, pero también elaborados de manera artesanal. Aun cuando no es posible saber con exactitud cuándo y cómo inició esta tradición, sabemos que el domingo 23 de agosto de 1896 se elevó en la plaza de León y Castillo de Arucas un globo de tela de color negro, en forma de pera, y con unas dimensiones de 22 metros de alto y 48 de circunferencia, que sería tripulado por Jaime Campany, según relatara en un manuscrito sobre la historia de la ciudad el que fuera sacerdote y cronista Pedro Marcelino Quintana Miranda.

 

A eso de las doce, soltaron todas las amarras, y colgando de él, en un trapecio nada más, subió el director de aquella maniobra D. Jaime Campany, pero subió con la cabeza colgando hacia abajo y los pies trabados en los ángulos inferiores de dicho trapecio. El aeronauta llevaba una gran soga enrollada en la parte superior del trapecio, la soltó y por ella se bajó en las Vegas. El globo siguió volando hacia la montaña de Riquiánez y tomó tierra cerca de la Santidad de Arriba. El gentío que presenció el acto fue muy grande, y no hay para qué contar los llantos de las mujeres y carreras del público cuando vieron al aeronauta por los aires de aquella manera. El globo estaría en el aire de un cuarto de hora a veinte minutos3.  

 

En la villa de Santa Brígida fue común ver volar los globos de papel en 1900, como parte de las fiestas más populares. La ascensión de globos solía servir de colofón a los fuegos de artificio de la gran noche festiva, a modo de espectáculo estrella de los fueguistas o coheteros locales, tal y como puede apreciarse en esta nota de prensa de ese año sobre las fiestas de El Pilar, en el barrio de El Madroñal.

 

El 28 del corriente celebrarán los vecinos del barrio del «Madroñal», de Santa Brígida, la fiesta que anualmente dedican a nuestra señora del Pilar.

El 27 al mediodía habrá repiques de campanas acompañadas de cohetes voladores; por la noche después de los actos religiosos, se quemarán preciosos y variados fuegos artificiales, amenizando el paseo una banda de música; como asimismo habrá ascensión de globos aerostáticos (…)4.

 

Siete años más tarde tenemos constancia de otra ascensión de globos en los tradicionales festejos de La Naval. Las demostraciones de aeróstatos se limitaron, hasta los primeros años de este siglo, a las elevaciones de los típicos globos aerostáticos, en muchos casos pequeños, pero que tanto ilusionaban a los niños.

 

El pueblo de Santa Brígida celebra este año la fiesta de La Naval. El sábado se anunciará el comienzo de la fiesta recorriendo las principales calles una banda de música. Después del novenario, en la noche de este día, habrá paseo con música, fuegos e iluminación. El domingo solemne función religiosa con panegírico a cargo de D. José Martín Morales. Por la tarde procesión, paseo y música. Se elevarán varios globos. A las nueve de la noche baile en la sociedad La Amistad. La feria de ganados se cree que se hallará muy concurrida5.

 

Fue, sin embargo, durante los felices años veinte cuando los globos, cada vez de mayores dimensiones –«gigantescos»–, tuvieron una creciente popularidad en los programas de fiestas gracias a la labor de este hábil constructor aruquense, a veces sin más estímulo que el aplauso de un público entusiasta. La gente de fuera venía a los actos organizados y a las verbenas celebradas en la plaza de León y Castillo, lugar entonces de todas las diversiones populares. La calle principal quedaba cerrada con bidones, tablones y ramas de palmeras y era posible ver variados fuegos de artificio, puestos de chucherías, carburos a todo gas y una gran tómbola cargada de toda clase de chucherías y adosada a la pared de la iglesia. Estamos en las fiestas patronales de 1920. El Diario de Las Palmas anunciaba una noche de alegría, pero también de olores de fritangos de carne de cochino y garbanzos tostados.

 

Desde Santa Brígida

Nos dicen de Santa Brígida que mañana, a las 9 de la noche, y organizada por la Real Sociedad Nueva Amistad, tendrá lugar en la plaza de León y Castillo de aquella villa, una verbena con el concurso de señoritas de la localidad y colonia veraniega, amenizada por bandas de música, organillos, rondallas, luciendo una espléndida iluminación. Se establecerán una tómbola, (todos los billetes están premiados), y diversos puestos de helados y refrescos, cerveza, sándwich, bebidas, churros y café, carajacas, manises y garbanzos tostados, etc., servidos por señoritas; quemándose fuegos de artificio y elevándose globos aerostáticos. La empresa de automóviles de Santa Brígida tiene organizado un servicio de viajes extraordinarios desde las 8 y media de la noche, desde Las Palmas a Santa Brígida y de regreso al terminar la fiesta6.

 

En aquel ambiente satauteño de la plaza, su marco habitual, maestro Pablo se volvía protagonista cada vez que llegaba la hora cero. Al tiempo que el cura párroco comenzaba la misa mayor ya se le veía trasponer hacia los viejos cercados del pueblo, por debajo de la iglesia, para dar comienzo a la aventura. Traía bajo el brazo su recién fabricado globo de papel, hecho a base de una estructura de cañas, palos pequeños, colas y verguillas. La chiquillería le seguía expectante y luego corría entusiasmada hacia la plaza para no perderse el momento mágico del vuelo por los celajes del pueblo.

 

Llegada la hora programada, el pequeño artilugio aerostático comenzaba a hincharse, a tomar cuerpo, hasta que era lanzado al aire mientras la multitud apiñada a un lado de la plaza contemplaba admirada cómo aquel globo evanescente al que mojaba la estopa con petróleo ascendía por el efecto del calor y emprendía la travesía. En ocasiones, los globos se perdían en el horizonte alcanzando rumbos extremos, camino de las Tres Piedras, subiendo por las laderas escarpadas de La Grama o dirigiéndose a la montaña de La Bodeguilla, hacia San Mateo, según fuera la dirección del viento. Alguno que otro, al poco de despegar, seguía una trayectoria muy sesgada o se quemaba por el exceso de petróleo, y entonces el público pronunciaba un colectivo y apenado ¡Aaaaaah!

 

En septiembre de 1959 fue noticia de importancia la visión de numerosos globos que surgieron por los aires de la Vega de San Mateo durante sus fiestas patronales. El motivo de estas apariciones se debía a la celebración de un concurso de lanzamiento de globos, auxiliado por una emisora portátil instalada en el nuevo quiosco de la música7.

 

El monumento El Globo inaugurado en 2009 con motivo de un homenaje póstumo que le hizo el Ayuntamiento (Fondo: Colección del autor)

 

Elaboración artesanal. Maestro Pablo usaba distintos colores de papel de seda que cortaba y pegaba uno con otro con harina y agua. Un ungüento especial en el que a veces tenían cabida trozos de plátanos, usando la vieja brocha con la que unía las suelas de los zapatos. Tenía sus trucos y sus secretos, acerca de los cuales guardaba un silencio absoluto. Debajo de la unión de los papeles recortados ponía una hebra hilera para darle algo de solidez, tratando de no romper la envoltura mientras iba formando los doce gomos, como una naranja, de los que se componía el globo. Sus dedos de obrero se embrujaban de flexibilidades y finuras y poco a poco ajustaba los hilos, sacándolos por la parte alta del molde del aerostático. A modo de colofón, muchas veces al globo se le ponía corbata, es decir, se ataba a su cola un rollo de papel higiénico de los de antes, con más textura, cogido por un pequeño palo que provocaba que, a medida que ascendía, fuera desenrollándose al vaivén del viento.

 

Hubo ocasiones que el lugar de fabricación era la panadería de Jorge, en la Plaza de doña Luisa, sobre todo cuando iba con su espectáculo a otros festejos celebrados en la ciudad o barrios cercanos y fuese menos complicado su traslado. Tardaba varios días en confeccionarlo, pues lo iba haciendo al golpito, colocando la estructura sobre dos tablas panaderas. A veces le ayudaba en la tarea su amigo Juan Caña, otro personaje popular de la Villa, con el que salía de juerga y de quienes Dios cuidaba de manera especial. Pero cuando se trataba del «globo de San Antonio» el taller elegido era la casa habitación de Juan Caña, junto a la iglesia, en la que solía guardar sus rudimentarias herramientas.

 

Con tales virtudes, no había comisión rumbosa o padrino entusiasta que prescindiera de maestro Pablo para sus fiestas. A veces los confeccionaba por encargo, como regalo original de cumpleaños, casi por la fuerza de la amistad o del deber. Tal era el caso de Bernardo Lorenzo, vecino de El Castaño, para celebrar el aniversario de sus hijos, encargándole uno por el módico precio de 25 pesetas en la década de 1970, fecha en la que un médico holandés (Boesman) se proponía seguir el itinerario de la novela de Julio Verne en un vuelo aerostático, con escala en Las Palmas de Gran Canaria8.

 

No siempre sus globos tuvieron buenos vientos, pues a veces fallaba el mecanismo y se contraían echándose de costado, o se incendiaban creándose una esfera de fuego. El zapatero lograba reaccionar contra la tristeza de aquella situación; conservaba la calma y la sangre fría de un corazón aguerrido, pero sin dejar de mascullar algún que otro improperio.   En una ocasión fue a lanzar un globo que había comprado un vecino para alegría de su hijo y le dijo:

¡Mira!, éste va a llegar al cielo.
¿No le parece mucho, maestro? –preguntó el vecino. Pero él, privado con su artilugio, contestó:
¡Tenga paciencia, patrón; ya verás que esto está quedando como la seda!

 

Pero en el preciso instante de la ascensión, la mecha se torció y el globo se quemó en un santiamén. 

¡La madre que lo parió; mal limpriadito globo! Bueno, al menos se murió y subió al cielo –exclamó ante su cliente9.

 

Una vez, recuerda Jacobo González, estaban expectantes ante el momento del despegue de un globo en el parque municipal. Allí estaban las fuerzas vivas del pueblo, con el alcalde Pedro Déniz al frente, el concejal Antonio González y Atilio el Carnicero, entre otros. Mientras hinchaban el globo, el alcalde pidió a Carrillo el guardia que buscara una hebra hilera y un alfiler. Sin que se percatara, ataron el sombrero de maestro Pablo a la cola del globo para divertirse a su costa. Cuando el globo se elevó por los aires, tras varias tentativas infructuosas, se llevó consigo el cachorro de maestro Pablo, convertido en un inhabitual pasajero del viento. Cuentan que en ese preciso instante todos los santos del cielo bajaron a tierra, atormentados de un reguero de maldiciones que profería el artesano enojado. 

 

 

Anecdotario de Maestro Pablo. En la memoria colectiva de los satauteños han quedado grabadas la simpatía y la espontaneidad de este célebre artesano del viento, ocurrente y listo como el diablo; un personaje de la idea-bombilla, esa que se le encendía sobre la testa en casos de oportunidad o apuro. A lo largo de su vida protagonizaría un buen número de anécdotas que hoy día forman parte de la historia oral del pueblo. Una de las más conocidas fue el incidente sucedido en plena posguerra cuando Paquito María, uno de sus clientes habituales, vecino de Los Olivos, pidió a su esposa que le preguntara, cansado de esperar por el arreglo de sus zapatos.

Maestro Pablo, ¿ya me tiene arreglados los zapatos?

 

Cuentan que él sonrió socarronamente y haciendo gala de su gran picaresca tuvo la frase genial:

En ellos ando –dijo sin que la vecina se percatara de que, efectivamente, los llevaba puestos, pero tan bien lustrados, con sus nuevas suelas y una buena mano de grasa de caballo, que no pudo reconocerlos.

 

También era maestro Pablo un empedernido jugador de cartas, uno de sus vicios más confesables. Muchas fueron las partidas que echaba con los amigos, tanto en los salones de La Sociedad como en el bar de Inesita, al comienzo del atajo de Portada Verde, un establecimiento que se hizo habitual para el copeteo en el tiempo que tenía su zapatería establecida en Gran Parada. El bar de Inesita sería, pues, escenario donde protagonizaría otro alegre capítulo de su vasto anecdotario. Se cuenta que una tarde, víspera de domingo, fue convidado por sus buenos amigos Dieguito Martín y Lito Cruz, de Los Silos, a unas partidas de cartas y, entre ronda va y ronda viene, maestro Pablo fue echándose unos pizcos de ron (y algún enyesque de queso, chochos y aceitunas) que le hacían filosofar un rato sobre lo divino y lo humano. El que perdía pagaba el beberío y el comistraje, así que maestro Pablo se extenuaba en las partidas para no tener que pagar después. Hacía rato que las doce habían tocado en el reloj de la Heredad, cuando acabó la última mano y todo el mundo traspuso. Nuestro hombre iba en retirada para su catre, templadito como un requinto, cuando una pareja de la Guardia Civil le salió al paso, de forma inesperada, anunciando el consabido:

¡Alto!, la Guardia Civil de ronda, ¿quién va?

 

Y maestro Pablo, sin doblegarse más de lo que le permitía su templadera, contestó con énfasis ese último rescoldo que le restaba de entusiasmo:

¡Pues la mía gana, que es de Reyes!

 

Ni qué decir tiene que le zumbaron una buena tunda por parte de unos agentes que estaban de ronda, pero no estaban de humor para chanzas.

 

Otro buen día venía maestro Pablo de La Sociedad y llevaba apretado entre los dientes un enorme puro palmero, tan grande como una palma, cuando al llegar a la altura del Ayuntamiento vio al secretario Juan Morales Navarro, o don Juan, como se le conocía en el pueblo, asomado al balcón y fumando uno sus preciados habanos, cual señor. ¡Adiós Pablo!, dijo el perenne secretario a lo que nuestro personaje contestó: ¡Adiós Juan!, pero sin el respetable ‘don’ del que era acreedor este personaje, tío y padrino del historiador Francisco Morales Padrón, que encarnaba uno de los más importantes –si no el más importante– don de Santa Brígida.

¿Qué manera de llamarme es esa Pablo? –reaccionó el pulcro secretario, rebosando indignación. En ese momento el zapatero se vuelve y apurando una nueva calada de su puro, contestó:

¡Hoy todos somos secretarios, Juan!

 

Sin duda era maestro Pablo un vecino singular, un hombre bueno e incapaz de dar una puntada a nadie, salvo en el ejercicio de sus funciones de zapatero experimentado. En el verano de 2009 su pueblo le tributó un merecido homenaje a título póstumo con motivo de las fiestas de San Antonio de Padua. El 10 de junio de aquel año un monumento, hecho en acero cortén, fue colocado sobre una peana de hormigón en una tranquila esquina del casco antiguo, muy cerca de donde había sido su casa y taller. El Globo está formado por ocho láminas unidas al punto de partida de la base y tiene una altura de 2,70 metros. Es una obra del escultor José López González, auspiciada por el que fuera concejal de Cultura Juan Sixto Muñoz y financiada por la Obra Social de Caja de Canarias. Allí, como si hubiera aterrizado en plena calle después de un largo viaje por la atmósfera, El Globo mantiene viva la memoria de un vecino que sabía como nadie por dónde cojeaba el pueblo, pero que también encontraba en los globos los únicos y mejores cauces para que todos conociéramos su verdadera alma de artista.

 

 

 

Esta crónica, aumentada y corregida para su publicación en la revista digital BienMeSabe.org, fue publicada en el programa de fiestas de San Antonio de Padua 2009 de la Villa de Santa Brígida. En la imagen de portada, maestro Pablo en una imagen de los años setenta del siglo pasado. 

 

Notas

1. DÍAZ MEDINA, J. F.: "Los globos de San Antonio, esto es tradición", reportaje elaborado por el Cronista Oficial de Icod de Los Vinos para el periódico Diario de Avisos el 12 de julio de 2012.

2. Canarias 7, 5 de abril de 1991, pág. 34; y La Provincia, domingo, 17 de febrero de 2013, pág. 70.

3. QUINTANA MIRANDA, P. M.: Cuaderno de Notas referentes al pueblo y parroquia de Arucas. Estudio y presentación de Ramón Díaz Hernández. Edición digital a cargo del Ayuntamiento de Arucas, págs. 110 y 111.

4. Diario Las Palmas, 24 de octubre de 1900, pág. 2.

5. Diario Las Palmas, 10 de octubre de 1907, pág. 2.

6. Diario Las Palmas, sábado 15 de agosto de 1920, pág. 2.

7. Falange, 19 de septiembre de 1959, pág. 8.

8. La Provincia, 12 de mayo de 1974, pág. 37.

9. Entrevista al vecino Bernardo Lorenzo, 2 de junio de 2009.  

 

 

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