Revista nº 1041
ISSN 1885-6039

Los trigos de Tenerife.

Domingo, 29 de Enero de 2012
Desirée Afonso Morales
Publicado en el número 402

El cultivo del trigo ha sido uno de los principales motores de la agricultura de subsistencia en las Islas, asociado a una enorme riqueza cultural y patrimonial. Los estudios hasta ahora realizados han demostrado además la gran diversidad y singularidad de muchas de nuestras variedades tradicionales.

 

El cultivo del trigo ha sido uno de los principales motores de subsistencia en las Islas, asociado a una enorme riqueza cultural y patrimonial. En este reportaje hacemos un repaso a la historia de este producto, desde su aparición, en el período prehispánico, hasta nuestros días. Igualmente queremos hacer hincapié en el programa de recuperación de las variedades locales, iniciado en el año 2005 por el Centro de Conservación de la Biodiversidad Agrícola de Tenerife.

 

El trigo se conoce en las Islas desde la época aborigen, apareciendo junto con otros cereales como la cebada y alternando su cultivo con leguminosas corno las habas y guisantes. Así, en Tenerife se sabe del consumo de trigo en frangollo y el aprovechamiento del afrecho para encurtir pieles. Aún no se conoce si estas variedades cultivadas por la población aborigen se conservaron posteriormente, siendo lo más probable que los nuevos pobladores trajesen sus propias semillas o incluso ambas hayan podido coexistir a lo largo de los siglos.

 

Tras la Conquista, el trigo se va a seguir cultivando, aunque su importancia aumenta con respecto al periodo prehispánico. Del tueste y molienda de sus granos se obtenía el gofio, alimento que cobró una gran relevancia hasta llegar a la actualidad. Se consumían también los granos enteros en los caldos de trigo. El aprovechamiento de la paja para los animales ha sido uno de los usos más importantes, siendo actualmente su principal utilidad en algunos agrosistemas.

 

El trigo se ha utilizado como moneda de cambio para la obtención de otros productos mediante el trueque e incluso en compras, préstamos o contratación de servicios de artesanos. Al igual que en otros cultivos como la papa o la viña, el trigo ha tenido un marcado carácter social: grupos de vecinos y familiares se reunían para las labores de siega y trilla. Los hombres iban delante segando con ayuda de las hoces, detrás las mujeres recogían la paja y formaban los mollos. Todo ello acompañado de versos y cantares que hacían la jornada más amena. Muchas de estas tareas que antaño se hacían manualmente se llevan a cabo hoy en día de forma mecanizada.

 

 

El trigo como componente de los agrosistemas. En épocas pasadas podíamos encontrar trigo desde la costa hasta la cumbre, pero hoy en día se encuentra relegado a determinadas zonas de tradición cerealista. Así son importantes la zona de Los Rodeos, que incluye los municipios de La Laguna y El Rosario. Más al Norte destacan la zona de Icod Alto, en Los Realejos. San José de Los Llanos, en El Tanque, y El Palmar en Buenavista del Norte. En el Sur de la isla, a pesar de la tradición histórica del cultivo, actualmente son pocos los agricultores que aún lo conservan. De todas formas, todavía podemos encontrarnos trigo cultivado en los altos de Fasnia, Arico, Adeje o Vilaflor.

 

El trigo ha jugado un papel fundamental en el mantenimiento de los principales agrosistemas de la isla en los que se ha combinado de forma equilibrada el cereal, las leguminosas y el ganado. En Los Rodeos e Icod Alto, la rotación trigo-chochos ha contribuido al uso sostenible de la tierra. Del trigo se obtiene el grano para elaborar el gofio y la paja para los animales; de los chochos, la cama de ganado, el grano para la alimentación y el abono verde que aporta el nitrógeno ayudando a mantener la fertilidad del terreno. También la rotación con papas, millo y otros cereales como cebada, centeno o avena forman parte del policultivo de secano típico del norte de la isla.

 

El intercambio de semillas es una práctica frecuente que los agricultores han mantenido y que ha permitido conservar el vigor de las simientes. Los agricultores saben además qué tierras son las más adecuadas para producir el cereal: tierras de barro y tierra en polvo difieren en cuanto a producción y calidad de las semillas.

 

Variedades locales de trigo: un ejemplo de adaptación. El doble aprovechamiento que el trigo tiene en la isla, tanto para grano corno para paja, ha posibilitado que los agricultores prefieran las variedades locales de porte alto y buena producción de grano, frente a las variedades más modernas. Estas últimas, si bien pueden producir más grano, al ser de porte bajo producen muy poca paja para los animales si las comparamos con nuestros cultivares.

 

Ha existido una gran diversidad de variedades locales de trigo, tanto de trigos duros como harineros. Muchas se han ido perdiendo, sobre todo en los trigos duros, conservándose las variedades harineras, adaptadas y con un buen equilibrio entre producción de grano y paja. Así, cultivares como el raspinegro, duro canario, arisnegro o pelón se encuentran prácticamente desaparecidos.

 

En el Sur de la isla podíamos encontrar el trigo blanco, poco productivo pero de muy buena calidad, o el trigo pelón, sin plagana. Pero sin duda el más importante fue el trigo morisco, apreciado tanto por su calidad corno por su resistencia al viento y a la sequía. En el Norte se cultivaba el trigo marsello, variedad predominante en municipios como Tegueste. Otras variedades son el trigo di alto, colorado o jallado en la zona de Los Rodeos hasta Tacoronte. El trigo marrueco es apreciado en el Suroeste de la isla y los agricultores recuerdan el trigo raposo cultivado en las tierras de Icod Alto. De entre todas las variedades es el trigo barbilla o barbilla el que mejor se ha mantenido hasta hoy por su gran rusticidad y por ser capaz de producir tanto grano como paja de buena calidad. En la actualidad, los cultivares de trigo duro prácticamente han desaparecido quedando algunas variedades como el plaganudo o español en Los Rodeos.

 

El trigo: un cultivo tradicional con muchas posibilidades. Algunas variedades han desaparecido y otras presentan un alto riesgo de erosión genética. Por ello, el Centro de Conservación de la Biodiversidad Agrícola de Tenerife inició en 2005 un programa de recuperación de las variedades locales. Se han podido rescatar cultivares tanto de trigo duro como trigo harinero, prácticamente desaparecidos en la actualidad. La caracterización o descripción morfológica de las variedades ha corroborado la existencia de una gran diversidad, con poblaciones heterogéneas que en muchos casos conforman en su conjunto una misma denominación. Éste es el caso del trigo barbilla o el marrueco, donde podernos encontrar espigas tanto coloradas como blancas pero que en su conjunto tienen una única denominación y que puede ser motivo también de su rusticidad y adaptación.

 

En colaboración con el Proyecto Interreg III-B: Germobanco Agrícola de la Macaronesia se ha llevado a cabo la caracterización agronómica que permitirá conocer las variedades más productivas y que mejor se adapten a nuestras condiciones. El análisis molecular que se ha llevado a cabo ha contribuido a la identificación de sinonimias y homonimias así corno a establecer las relaciones de filogenia con trigos procedentes de otras regiones geográficas. El estudio de calidad del grano que se está realizando junto con la Universidad de La Laguna permitirá identificar las variedades más aptas para la elaboración de productos derivados, como pueden ser harinas o pastas, además de los usos tradicionales.

 

La conservación de los cultivares por parte de los agricultores es otra de las líneas que se vienen desarrollando. Se ha multiplicado y repartido semilla local saneada, recuperando así la variedad y fomentando la producción local de la misma. El agricultor ha cultivado el trigo tradicionalmente sin aplicar productos fitosanitarios o herbicidas, las rotaciones han mantenido la fertilidad del terreno y el producto obtenido está muy próximo a ser ecológico. Por tanto, el trigo podría tener en la agricultura ecológica un nicho donde desarrollarse y conseguir productos ecológicos y de calidad.

 

El cultivo del trigo ha sido uno de los principales motores de la agricultura de subsistencia en las Islas, asociado a una enorme riqueza cultural y patrimonial. Los estudios hasta ahora realizados han demostrado además la gran diversidad y singularidad de muchas de nuestras variedades tradicionales. El conocimiento de las mismas es el primer paso para una adecuada conservación y valoración de nuestra biodiversidad agrícola.

 

 

¿Un cultivo olvidado? El trigo ha pasado de ser uno de los principales cultivos de subsistencia de la isla a encontrarse confinado en determinadas zonas productoras. Si bien ha sido tradicionalmente el cereal más cultivado, en 2002 el trigo pasa al tercer lugar, después del millo y la avena. En 2005, de 537 has cultivadas de cereales de grano, 123 has eran de trigo. El descenso en el consumo de gofio y la elaboración del mismo con trigo importado ha provocado una disminución importante en la superficie cultivada. En muchos casos el manejo orientado a una producción exclusivamente ganadera ha traído como consecuencia la pérdida de la calidad de la semilla, con una importante mezcla de centeno en algunas zonas. La sustitución del trigo por la avena al ser de más fácil manejo también es otro factor a tener en cuenta. Muchas veces la orografía de las parcelas no ha permitido una mecanización adecuada que ofrezca al agricultor una mejora tecnológica en sus fincas, siendo necesaria la adquisición de maquinaria adaptada a nuestras condiciones particulares.

 

 

Desirée Afonso Morales pertenece al Centro de Conservación de la Biodiversidad Agrícola de Tenerife (CCBAT). El artículo fue publicado previamente en el nº 2 de la revista Mundo Rural del Cabildo de Tenerife.

 

 

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