Revista nº 1040
ISSN 1885-6039

... y esta noche, siglos después, estallará de nuevo el volcán.

Domingo, 01 de Agosto de 2010
Redacción BienMeSabe/ C. V. R.
Publicado en el número 324

En Garachico hay Fiestas Lustrales, y el motivo es el estallido del volcán en 1706. Esta noche de domingo 1 de agosto se conmemora con los Fuegos del Risco tal acontecimiento. Rescatamos un texto, Fuegos y Carrozas, del programa de las fiestas para esta ocasión.

 

Fuegos y Carrozas

 

Los Fuegos del Risco, auténtica remembranza de la erupción volcánica de 1706, y más tarde el desfile de carrozas, se convertirán en los números por excelencia de unas fiestas, las del Cristo de Garachico, de las que no dejarán de hacerse eco las páginas de la prensa tinerfeña. En este sentido, el sacerdote Ireneo González, en el artículo que le publica Revista de Canarias en diciembre de 1881, se refiere ya a esta celebración como “la primera, sin disputa, de todas las que se celebran en nuestra isla, y tal vez en nuestra provincia”.


Los Fuegos del Risco prevalecen como lo más destacado de las diversas representaciones que han ido conformando la fiesta a lo largo de su historia. La denominación de este número como tal no aparece hasta 1922, concretamente en la información que sobre la fiesta publica Gaceta de Tenerife en su edición del 20 de julio de ese año; donde vemos por primera la expresión “los inimitables fuegos del risco”.


Es, pues, a partir de estas fechas cuando se comienza a usar y a generalizar tal expresión que se refiere, por antonomasia, al Risco de San Pedro de Daute que hasta principios del siglo XX era, al parecer, el único que se iluminaba. En 1905 ya hay noticias del alumbrado de La Atalaya y en 1907 este alarde pirotécnico parecía estar consolidado a juzgar por lo que comenta el periódico El Tiempo en su edición del 15 de octubre: “Merece especial mención los fuegos de artificio y la iluminación colocada sobre el volcán del puerto y del Risco de San Pedro de Daute, debido a la iniciativa del propietario D. Juan Díaz Jiménez. Este número, que sin duda es el mejor de los festejos, resultó sorprendente, por lo bien combinado de su iluminación y fuegos y por prestarse a ello la topografía del terreno”.


Las crónicas periodísticas reflejan con claridad la propia evolución pirotécnica desde 1881, año en el que las piezas de fuegos artificiales eran elaboradas en el propio Garachico, hasta, por ejemplo, 1932; año en que, por primera vez, como gran novedad, se comienzan a traer de Valencia. El espectáculo pirotécnico de las fiestas del Cristo se completaría, en los años veinte, con la iluminación de El Roque y la famosa Lluvia de Cándido que, atronadoramente, remataba la exhibición pirotécnica de la bahía garachiquense y que estaba a cargo del vecino Cándido Acosta, padre del escritor y poeta Carlos Acosta.


Con respecto al desfile de carrozas una de las primeras referencias que tenemos data de 1911. En 1913 -el año anterior no hubo festejos- aparece el entusiasta y polifacético Ramón Arocha y González, considerado el primer maestro local en este arte, dirigiendo celosamente la confección de tres carrozas alegóricas. La presencia de este elemento característico en las cabalgatas y desfiles de la fiesta se consolida a lo largo de los años veinte y primeros años de la década siguiente, siendo estos últimos (1931 y 1932) los que hasta ahora registran el número más elevado de carrozas elaboradas (seis en cada uno de ellos) cuya realización también se llevaría a cabo en las siguientes ediciones de los festejos.


Numerosos fueron los artesanos locales que, siguiendo los pasos del maestro Ramón Arocha, continuaron practicando y perfeccionando el diseño y composición de estas representativas muestras de la fiesta popular. Su fama y la de sus artísticas carrozas traspasaría las fronteras locales y su buen hacer incluso sería requerido desde otras localidades, como ocurriera en 1955 con la petición hecha por el Ayuntamiento de la capital tinerfeña solicitando la presencia, en el coso de flores de sus Fiestas de Primavera, de alguna de las carrozas que habían desfilado en Garachico el año anterior.

 

C. V. R.

 

 

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