Revista nº 1040
ISSN 1885-6039

Don Félix González Alonso, Félix el montañero.

Domingo, 09 de Marzo de 2008
El Baleo
Publicado en el número 199

Nació en El Batán, en el lugar conocido como El Peladero (La Laguna) situado en las montañas de Anaga. El pasado 14 de mayo cumplió los 75 años. Igual que todas las personas que provienen o residen en los barrios de Anaga, ha sido conocido como montañero.


Nació en El Batán, en el lugar conocido como El Peladero (La Laguna) situado en las montañas de Anaga. El pasado 14 de mayo cumplió los 75 años. Igual que todas las personas que provienen o residen en los barrios de Anaga, ha sido conocido como “montañero”: “desde que pasan de Las Mercedes payas, es de las Montañas”. Vivió en esa localidad durante 22 años; después se casó con doña Natalia Martín, vecina de El Batán, en Santo Domingo (La Laguna), población en la que se quedaron y sacaron adelante a sus siete hijos: “yo vine de las montañas con las manitas al culo; no sabía ni dónde estaba la calle La Carrera”.

Una vez en esta ciudad emprendió diferentes negocios, florecientes en un momento y decadentes después, lo que hizo que los abandonara. Sin embargo, nuestro mayor interés ha sido conocer su juventud, el tiempo que vivió en El Batán con su familia, soltero, porque a través de sus recuerdos podemos conocer un poco mejor las forma de vida Las Montañas durante los años 30 y 40 del pasado siglo.

Como ya es conocido, los años de la Guerra y la Posguerra, fueron muy duros, de muchas escasez: “hasta que aprendí a comer batatas con la leche, eso tenía mucha sustancia para aguantar todo el día (...) cuando mi abuela las guisaba al mediodía, escondíamos unas pocas pa ponérselas en la leche pa cenar”.

Su principal ocupación eran los animales y las cosechas; por circunstancias de la vida, desde muy joven tenía la posibilidad de alimentar a su familia, además de una tía suya que se quedó viuda, con cuatro hijos, siendo joven. No salía nunca de allí sino una vez al mes a Las Canteras, a buscar las raciones (aceite, azúcar...)”.

Intercambios
En una época donde circulaba muy poco dinero, el trueque era algo frecuente entre los habitantes de las diferentes zonas: “la gente venía desde la Punta (Punta del Hidalgo) con pescado fresco: sardinas, caballas, pescado blanco, lo que cogieran, y lo cambiábamos por colitas, papas, batatas, de lo que hubiera (...). Había una que la llamaban La Negra, tenía doce hijos, esa no salía de allá arriba”.



Ayudas entre vecinos
Entre Bejía y El Peladero, barrios muy próximos, habría unos setenta vecinos, era frecuente, como en la mayoría de los lugares de Canarias, la ayuda mutua, tornapeón: “eso era muy sagrado; nos ayudábamos a segar la hierba, el trigo, coger las papas... También cuando se iba a arreglar los caminos públicos, nos poníamos de acuerdo algún domingo y nos ajuntábamos todos. Eran de piedras, escalones de tosca (...), les hacíamos las canalitas de desagüe del agua, eso era en agosto o septiembre, antes de que lloviera”.

Fiestas y bailes
Allí no había ermita ni fiesta, solían acudir a la Cruz del Carmen: “en el monte, eso era en septiembre”. Sin embargo, eso no fue motivo para que no organizaran sus bailes: “nos ajuntábamos en cualquier casa, tocábamos con unas cucharas, cuerdas... otros cantando y otros bailando, había quien supiera bailar bien y otros aprendían”.

La gente cantaba mientras trabajaba, en los bailes, caminos, etc. Son muchas las coplas que don Félix aprendió, como ejemplo pondremos una de las relaciones (entre parejas): “por esta luz que me alumbra/ que no me quieres lo sé/ que antes de irme a la tumba/ me has de decir el por qué”.
Sin embargo, una de las mejores fiestas que recuerda son los carnavales: “eso sí eran carnavales. Cogíamos comida de los animales pa dos o tres días, sólo íbamos a darles de comer y ordeñar, hasta sembrábamos algún huerto de cebada pa tenerla preparada pa esos días. Encargábamos el pan a Rafael el panadero quince días antes, mi abuelo lo metía en sacos del trigo y duraba buenísimo, allí también guardaba el queso curado.

Cogíamos la guitarra, pandereta... lo que fuera, y salíamos de parranda. Tres días comiendo y bebiendo, de casa en casa, eran muchas las parrandas (...). En Chinamada ponían la mesa el domingo y la quitaban el miércoles de ceniza (...). De la Punta venían “los Ramos”, esos sí que cantaban”.


Este artículo ha sido previamente publicado en el número 18-19 de la Revista El Baleo, en julio-agosto 2004.
Comentarios
Lunes, 17 de Marzo de 2008 a las 13:08 pm - Amazigh

#01 En el apartado de \"Ayuda entre vecinos\" parece que una vez más queda constatada esta ancestral costumbre. Es la conocida entre los amazighes como \"Tawiza\" o\" thwiza\" (=trabajo comunitario)